Después de la comida Lucía subió a su habitación para arreglarse un poco ya que se iría con su madre a la ciudad. Lucía estaba contenta por que vería a su amiga de nuevo ya que no se ven muy a menudo. Se enfundó en unos vaqueros anchos acompañados de una camiseta ajustada azul marino a juego con unas deportivas, se equipó con un bolso blanco debajo del brazo y salió despidiéndose de Safira. Al bajar su madre ya la estaba esperando en el coche, antes de subirse en el se aseguró de que la puerta de casa estuviera bien cerrada y después se pusieron en marcha. El camino fue silencioso, de fondo en los altavoces del coche se escuchaba a Post Malone, era su artista favorito. Al llegar estacionaron el coche en el aparcamiento privado que tenia el restaurante de lujo en el que trabajaba su madre, al bajar saludaron a los porteros que se encontraban en la entrada y procedieron a adentrarse en el local, todavía no había nadie, quedaba media hora para que abriera. Madre e hija se dirigieron hacia la cocina donde las estaba esperando Débora enfundada en un traje blanco, se encontraba recogiéndose el pelo en un moño para después taparlo con un sombrero típico de los chefs.
- Buenas tardes Débora- la saludo Gala, la madre de Lucía.
- Hola, ¿que tal estáis chicas?- las pregunto a ambas con una gran sonrisa.
- Muy bien, ¿y tu?, ¿Dónde esta Elena?- pregunto Lucía observando su alrededor.
- Bien, Elena a salido un momento, la he enviado a hacer un recado, no tardara en llegar- dijo al mismo tiempo que cogía una bayeta para limpiar las encimeras de la acero inoxidable que había repartidas por la cocina. El restaurante de Débora era el mas prestigioso de toda la ciudad, venia gente de todo el mundo a probar sus deliciosos platos.
- ¡Pero bueno, anda que me dices algo!- dijo una voz chillona entrando por la puerta de la cocina.
- Quería darte una sorpresa- dijo Lucía mostrando una sonrisa cálida.
- Pues lo has conseguido, ven ayúdame, coge esto y ponlo allí- la tendió un par de bolsas con varias verduras y frutas dentro para que las llevase a la nevera, una vez hecho eso las dos amigas se dieron un caluroso abrazo.
- Bueno, ¿Qué tienes pensado hacer?- pregunto Lucía a su amiga, esta la miro con una sonrisa picara dando a entender a la pecosa donde irían.
Se despidieron de sus respectivas madres y salieron disparadas hacia el exterior, ambas estaban muy emocionadas de estar juntas, por eso aprovecharían el día al máximo posible. Fueron a los aparcamientos y se montaron en el coche de Elena rumbo hacia el centro comercial. Al llegar el sitio era enorme, no sabían por donde empezar.
- ¿Nos vamos a los recreativos?- pregunto Elena a lo que Lucía asintió enseguida.
Elena la agarro con entusiasmo de la mano y meneando su pelo negro se dirigieron hacia allí. Desde que eran bien pequeñas sus padres las llevaban a esos sitios, eran muy divertidos, tenían todo tipo de juegos, solían echar horas allí metidas. Cuando llegaron a la entrada su cara se ilumino por completo y sin presárselo dos veces entraron abriendo las puertas de par en par. Paso mas o menos una hora cuando el par de amigas ya estaban un poco cansadas, asi que decidieron acercarse al puesto de refrescos que había, Lucía se pidió un granizado de arándanos, mientras que Elena se pidió un batido de chocolate. Estuvieron sentadas en una de las mesas hablando poniéndose al día. La vida de Elena era un caos, la pasaban cientos de cosas, pero la razón era por que estaba loca, Lucía en cambio era mas reservada y debido a las condiciones en las que estaba en el pueblo no podía hacer gran cosa. Hubo un momento en el que la pecosa quiso contarle a su amiga lo que le había pasado estos días con el can, pero sabia que se pondría demasiado eufórica. Elena tenia la absurda idea de conocer a uno de esos engendros y la descabellada imaginación de poder enamorarse de uno de ellos, cosa que Lucía lo veía demasiado suicida. Con todo y con eso decidió no mencionárselo por ahora. Una vez estuvieron saciadas decidieron salir de allí camino hacia algunas tiendas de ropa nueva que le comento Elena que estaban muy bien, al salir de allí Lucía chocó con algo duro.
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Petricor
RomanceCuando la lluvia cae sobre el espeso bosque, todo ser vivo se esconde para no dejar rastro y dejar que el enemigo se abra paso entre los árboles destruyendo y masacrando. Canes, así es como les llaman los habitantes del pueblo. No sienten pena ni a...