Capitulo 28

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Una vez dentro de la casa Maciel recorrió con la mirada a la pecosa, esta estaba temblando y tenia la mirada perdida, sumergida en sus pensamientos y en la brutalidad de los actos que acaba de ver.

- ¿Estas bien?- quiso saber, pero esta lo único que hizo fue levantar la mirada y clavarla en los ojos oscuros como la noche del Can.

Por un momento no hubo respuesta, solo miradas, miradas que eran indescriptibles. Lucía se encontraba en una batalla interna, no sabía como definir el cumulo de sensaciones que había experimentado allí afuera, y lo mas perturbador, que una parte de ella lo hubiera disfrutado, había disfrutado ver como esos dos hombres sufrían a manos de Maciel. En un desliz sus ojos bajaron hasta las manos de Maciel todavía manchadas de la sangre de ese hombre al que había matado sin miramiento alguno, por un segundo se imagino esas manos manchadas de aquel rojo carmesí recorriendo su cuerpo, como ya lo hizo una vez. Pero por otro lado no podía ignorar que esas dos vidas que habían arrebatado fueran tan solo un par de ovejas guiadas por su pastor hacia el matadero, no eran inocentes del todo, pero tampoco eran culpables, hicieron lo que les ordenaron, aun sabiendo las consecuencias.

Lucía dio un par de pasos acercándose a Maciel sin pronunciar ni una palabra, lo único que salía de su boca era su aliento acelerado y entrecortado, su vista estaba medio borrosa y en la cabeza le habían empezado a martillear las sienes, sus pensamientos estaban descontrolados, confusos, no sabia exactamente que era lo que su cuerpo quería, asi que lo único que pudo hacer fue dejarse llevar por sus impulsos, unos impulsos descontrolados. Volvió a fijar sus ojos verdes en la negrura de los de Maciel, sus manos recorrieron su abdomen hasta llegar a las manos de este, la pecosa cogió una de ellas y se llevó uno de sus dedos hasta sus labios, acariciándolos con suavidad haciendo que la sangre la manchara estos de aquel rojo intenso, la expresión de Maciel cambio, entrecerrando los ojos y frunciendo el ceño ante la imagen que le estaba proporcionando la pecosa, sus labios se entreabrieron con la intención de pronunciar unas palabras pero no pudo ya que Lucía se introdujo el dedo en su boca haciendo que este chocase con su lengua, Maciel estuvo apunto de soltar un gemido pero lo reprimió mordiendo sus labios hasta el punto de cortarlos.

- Lucía...para- soltó como pudo alejando la mano de su boca.

Esta no dijo nada, solo recorrió con su mirada al Can mientras se relamía los labios. Maciel la seguía mirando pero de una forma que no hubiera imaginado mirarla, extrañeza, curiosidad, no entendía muy bien que se la estaba pasando por la cabeza.

- ¿Qué es lo que me has hecho Maciel?- soltó de repente con sus ojos todavía fijos en los suyos, se podía apreciar el fuego en ellos, el descontrol que estaba intentando reprimir, hasta que una lagrima salió desde su lagrimal recorriendo su mejilla deslizándose hasta llegar a la barbilla e impactar en la camiseta que llevaba puesta.

Maciel trago saliva impactado por lo que la pecosa acaba de decir, este se aproximo hacia ella acunando su mejilla limpiando con su pulgar las diversas lagrimas que le corrían por su rostro al hacerlo una línea de sangre se dibujo en ella.

- No quiero ser asi- sollozo la pecosa.

- ¿Asi como?- quiso saber Maciel.

- Como tu- al decir eso el corazón del Can dio un vuelco, ahí se dio cuenta de lo que la estaba pasado a la pecosa, se estaba corrompiendo, de una manera descomunal, todo esto la estaba sobrepasando.

- No eres como yo Caperucita y nunca lo serás- dijo en un tono de voz bajo, sus labios se fueron aproximando de a poco hacia los de la pecosa hasta el punto de rozarse levemente- Nunca dejes que todo esto te sobrepase, no dejes que este lobo feroz te doblegue, por que tu eres mejor que todo esto, eres mi salvación y mi perdición.

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