Maciel con la mandíbula tensa y un cabreo monumental soltó un gruñido, el cual la puso a Lucía los pelos de punta, ya le había visto mas veces enfadado, pero no terminaba de acostumbrarse del todo, con llamas en los ojos se dirigió hacia la pecosa.
- ¿Qué cojones era eso?- quiso saber, Lucía frunció el ceño un poco descolocada por saber a que se refería, pero no tardo mucho en darse cuenta.
- No fue nada...- cogió aire para después seguir hablando- Después de que ese tío entrara en la biblioteca unos días después me encontré una carta, era de Tomas, no le di mucha importancia asi que no te dije nada.
- Joder Lucía, me lo tendrías que haber contado, sabes que es peligroso, mira lo que a hecho...
- Ya, lo se, perdona- dijo un poco avergonzada.
- No pasa nada...- se acerco a la pecosa y le puso unos mechones detrás de las orejas apartando el pelo de su cara- Tengo que hacer unas llamas, no tardare, después iremos a hacer unas cosas- la guiño un ojo. La pecosa sonrió tímidamente y se dirigió hacia la habitación para cambiarse de ropa, se puso unas mallas y una chaqueta que se ajustaba a su cuerpo de color negro junto con unas deportivas blancas, se recogió el pelo en una coleta y bajo a la espera de que Maciel hubiera acabado de hacer lo que tuviera que hacer.
Cuando termino de hacer las llamas los dos salieron de la casa y se adentraron un poco en el bosque, pero no lo suficiente. Lucía estaba un poco nerviosa por lo que le tendría preparado, pero al llegar al sitio las cejas de la pecosa se alzaron un poco al ver lo que había delante de ella. Había varias dianas, latas y botellas de cristal, junto con varias armas sobre un tronco que había sido procesado para ser convertido en una mesa. Lucía asombrada se acerco y miro detenidamente a todas las armas que había ante ella, desde machetes enormes hasta navajas y todo tipo de pistolas.
-¿Estas preparada?- le pegunto Maciel, esta entrecerró los ojos algo confusa.
- ¿Para que?- quiso saber.
- Te enseñare algo para defenderte, si vamos al club de ese gilipollas quiero que por lo menos vayas con algo de idea para saber defenderte- al decir eso Lucía no pudo evitar cruzarse de brazos mientras se la dibujaba una sonrisilla en los labios.
- Sabes que mi padre es policía ¿no?
- Si, claro que lo se- emitió una leve risa.
- Entonces no se si te has dado cuenta pero algo se sobre todo esto.
- ¿A si?, pues demuéstramelo Caperucita- dijo en un tono burlón mientras se hacia con uno de los machetes.
Lucía observo detenidamente a Maciel y después se acerco a la mesa para escoger un arma, estuvo debatiendo por un momento cual escoger, ya que Maciel había cogido un machete, no seria justo que ella cogiera una pistola, asi que se decidió por otro machete aunque no tan grande como el que el tenia entre sus manos. Se dio la vuelta encarando al Can el cual estaba demasiado tranquilo, este levanto la mano e hizo una seña a la pecosa para que avanzara hasta el, Lucía no se lo pensó dos veces, avanzo a toda prisa hacia el con el machete en lo alto dispuesta a atacarle, cuando estuvo a punto de asestarle un golpe Maciel interpuso su mache entre el de la pecosa y su cabeza, esta siguió presionando el marca contra la suya hasta que Maciel agarro al machete con las dos manos dando un empujón haciendo que la pecosa retrocediera. Lucía arrugo el ceño algo molesta, pero no se iba a rendir tan fácilmente, agarró el machete con todas sus fuerzas entre sus manos y volvió a arremeter contra el, esta vez opto por un golpe bajo, corrió hacia el y en el ultimo momento acerco peligrosamente el machete a la cadera de Maciel, pero este ya le había visto las intenciones hace rato, por lo que dio un golpe al canto del machete de la pecosa, debido al fuerte golpe y las vibraciones de este la pecosa no pudo evitar que el machete callera al suelo. Lucia se dio la vuelta molesta.
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Petricor
RomanceCuando la lluvia cae sobre el espeso bosque, todo ser vivo se esconde para no dejar rastro y dejar que el enemigo se abra paso entre los árboles destruyendo y masacrando. Canes, así es como les llaman los habitantes del pueblo. No sienten pena ni a...