A la mañana siguiente Lucía tenia una sensación rara en el cuerpo, estaba con los nervios a flor de piel por lo que ocurriría aquella noche. Kaiser se encontraba acurrucado sobre su tripa soltando pequeños ronquidos. A noche entre besos y caricias acabaron dormidos en el sofá arropados por el calor del fuego. Se incorporo mirando a su alrededor y vio que Maciel se encontraba en la cocina preparando algo de desayuno, la casa olía como una pastelería. La pecosa se incorporo poniendo los pies en el frio suelo que junto a los pequeños cortes de sus pies la arrancaron un quejido, no fue muy alto pero si lo suficiente para que Maciel lo oyera. El Can se acerco hacia donde estaba ella, no la dio tiempo a decir palabra cuando este la cogió en brazos llevándola hacia la cocina, la sentó con delicadeza en una de las sillas que había alrededor de la isla de la cocina, en la cual había desde zumo de naranja hasta tortitas con pepitas de chocolate con sirope y nata.
- ¿Cuando has hecho todo esto?- estaba sorprendida por el despliegue de cosas que había.
- Me e levantado temprano para hacer una cosas y al volver seguías dormida, asi que se me a ocurrido hacerte el desayuno- dijo sin mas mientras cogía una tortita y le la llevaba a la boca.
- No tenias por que- empezó a servirse algo de zumo y a coger varias cosas, todo estaba riquísimo.
- Por cierto, te he traído unas cosas- dijo al terminar de lavar varias cosas.
Lucía empezó a mirar hacia todas las direcciones, esperando a encontrar a lo que quisiera que se estuviera refiriendo Maciel, pero no vio nada.
- ¿Y que se supone que es?
Maciel la hecho una mirada y una sonrisa se dibujo en su cara al ver como la pecosa recorría con la mirada su alrededor. En el otro extremo de la mesa alejado del inmenso desayuno se encontraba una bolsa de terciopelo negra, Maciel se acerco a ella y con una mirada hizo que Lucía saltase de la silla y se acercara hacia donde estaba él, expectante se quedo mirando con algo de curiosidad e intriga lo que contenía dicha bolsa. Maciel con cuidado desenredo los gruesos cordones y abrió la boca de la bolsa con cuidado desvelando su interior, al hacerlo a Lucía se la entreabrió la boca al ver lo que contenía.
- ¿Esto es...?- dijo sin apenas articular palabra por lo sorprendida que estaba.
- Asi es, coge lo que quieras- la aliento.
Lucía emocionada metió sus manos con cuidado y saco varias cosas, una de ellas era un pequeño bolso negro con pequeños diamantes rojos incrustados y un anillo de oro con un rubí enorme que relucía como el color de la sangre. Esta se quedo por unos segundos examinándolos con cuidado lo que tenia entre sus manos con un asombro absoluto.
- Me parece increíble que el padre de Aramis no quisiera estas cosas- dijo al mismo tiempo que había el bolso.
- Si las hubiera querido ahora mismo no dispondríamos de ellas- la quito el bolso de sus amos- Observa. A simple vista parece un simple bolso- dijo indicando para que la pecosa reparase en su interior- Pero si lo observas mejor veras que no es asi- deslizo la tela de satén que cubría el interior de este y en uno de los lados una pequeña pistola asomo de entre la tela, estaba tan bien camuflada que ni siquiera se apreciaba- solo tiene para tres balas, lo coges por aquí, apuntas y disparas- la explico señalando el pequeño orificio que tenia en el exterior y el gatillo que tenia escondido en el mecanismo de cierre.
- Alucinante- dijo sin apenas palabras- ¿Y eso?- centro su atención en el anillo.
- Este es mas sencillo, tiene un pequeño botón escondido en uno de los laterales, cuando lo accionas sale una pequeña navaja, esta contiene una sustancia que en cuestión de segundos puede llegar a paralizarte el cuerpo entero- la tendió el anillo señalando el pequeño botón. Lucía cuando lo tuvo en las manos accionó el botón y de el salió la pequeña cuchilla, esta abrió los ojos atónita, no se creía que ese tipo de cosas existieran.
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Petricor
RomanceCuando la lluvia cae sobre el espeso bosque, todo ser vivo se esconde para no dejar rastro y dejar que el enemigo se abra paso entre los árboles destruyendo y masacrando. Canes, así es como les llaman los habitantes del pueblo. No sienten pena ni a...