LUCÍA
Al terminar de cenar estuvimos en el salón. Se me hizo raro estar con él después de lo que había pasados en el bosque, estaba un poco incomoda, pero no tanto como cuando me hizo la primera pregunta. Cogí aire nerviosa y finalmente le respondí como bien pude, me sudaban las manos y evitaba tener contacto visual. Hasta que llegó una pregunta que me puso los pelos de punta; ¨¿Aunque eso implique enamorarte uno de ellos?, ¿aunque descubras cosas que no te gusten?¨ No fue fácil responderle, no quería admitir que me estaba empezando ha enamorar de él, aunque no quisiera. También me daba miedo pensar en las cosas que llegaría a descubrir. Sabía que había cosas que me estaba ocultando, tanto el como mi familia, cosas que me habían hecho sospechar. Conteniendo la respiración finalmente conteste, pero al hacerlo Maciel no me dijo nada al respecto, hizo una mueca con sus labios y asintió lentamente.
Recogieron la cocina y el salón y se fueron los dos juntos a la habitación, Lucía se acurrucó en su lado y procedió a cerrar sus ojos concentrada en su propia respiración hasta quedarse dormida. A la mañana siguiente la pecosa se rodeó en la cama y sin abrir los ojos pudo sentir el calor que desprendía el otro lado de la cama, cuando abrió los ojos pudo ver que Maciel no estaba a su lado pero el calor que emitían las sabanas la indicaba que se había levantado hace poco. Se levanto apoyándose sobre sus codos alzando la vista para observar la habitación, ahí estaba, dándola la espalda revolviendo los cajones de ropa. Sus espaldar eran fuertes y amplias, llenas de tinta como todo su cuerpo, se encontraba con tan solo un pantalón. Lucía no sabia cuando su respiración empezó a ser pesada, recorría con sus ojos todo su cuerpo.
- Deberías dejar de mirarme y empezar a vestirte- dijo siguiendo revolviendo el cajón sacando ropa. La pecosa abrió los ojos sorprendida.
- ¿A donde vas?- preguntó curiosa apartando la mirada.
- Querrás decir vamos- dijo echando una mirada de reojo observando Lucía todavía entre las sabanas- He hablado con Rafael, hemos quedado en una hora, ¿No querías ropa, en condiciones?- según iba hablando re despojó de sus pantalones quedando en ropa interior para después ponerse unos vaqueros claros y una camiseta blanca con unas deportivas a juego, después termino de vestirse poniendo se una gorra negra hacia atrás y unas cadenas adornando su cuello como complementos- Te de dejado eso ahí para que te lo pongas.
- ¿Enserio?- soltó alzando sus cejas saliendo de las sabanas- No me voy a poner esto- alzando la falda y un top se negó.
- No discutas y póntelo- al decir eso cogió varias cosas y salió de la habitación.
Lucía dudo en si ponérselo o no, pero finalmente cedió y se puso el conjunto que le había elegido. Cuando estuvo lista al bajar se encontró a Rafael y a su amiga Elena en la cocina, al verla rápidamente corrió hacia ella para abrazarla, cuando la tuvo entre sus brazos respiro el perfume que la envolvía. Después de unos minutos los cuatro salieron de allí bajando hacia el espacioso garaje donde se encontraban los dos coches aparcados, Maciel cogió las llaves del Mercedes negro todoterreno, era muy lujoso. La pecosa al subirse en el la gustó mas que el otro que tenía. Una vez dentro del coche salieron de allí camino hacia la ciudad. Cuando llevaban casi una hora a la pecosa la resulto extraño que no hubieran llegado ya a la ciudad entonces decidió preguntar.
- ¿Cómo es que no hemos llegado aun?, se supone que hay una hora para llegar a la ciudad- volteo para mirar a Maciel el cual tenia la atención puesta en la carretera.
- No vamos allí. Te pensabas que íbamos a ir después de que tu amiga haya desaparecido, os estarán buscando a las dos- apartó la vista de la carretera y la echo un rápido vistazo a Lucía- No pienso arriesgarme a que nos vean.
Cuando termino de decir eso Lucía agacho la cabeza y no volvieron a hablar hasta llegar a donde quiera que las estaban llevando. Al llegar al sitio había un enorme aparcamiento lleno de coches de lujo y delante de ellos se alzaba un gran centro comercial de cristaleras inmensas. La pecosa bajó del coche para estirar las piernas, después de dos horas lo necesitaba. Cuando todos bajaron Maciel rodeo el coche y se posiciono al lado de Lucía, esta la tendió la mano, ella confundida y algo dubitativa acabo aceptando y entrelazando sus manos. Una vez dentro de aquel centro comercial tanto a la pecosa como a su amiga se las hizo imposible no abrir la boca de par en par al ver lo que escondían esas cristaleras en su interior. Juntos caminaron por los enormes pasillos hasta llegar a la primera tienda de ropa, pero no cualquiera, era una tienda de marca, una que ella nunca se podría permitir en la vida. Al llegar un chico les abrió la puerta amablemente inclinándose en una pequeña reverencia y soltando de entre sus labios un , cosa a Lucía la dejo extrañada.
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Petricor
RomanceCuando la lluvia cae sobre el espeso bosque, todo ser vivo se esconde para no dejar rastro y dejar que el enemigo se abra paso entre los árboles destruyendo y masacrando. Canes, así es como les llaman los habitantes del pueblo. No sienten pena ni a...