Lucía estaba atónita por lo que acababa de pasar, se odiaba a si misma por haberle dado lo que el quería. Después de recapacitar unos minutos en la ducha, salió de ella enroscándose en una toalla. La pecosa antes de salir del baño entre abrió la puerta echando un vistazo hacia el interior de la habitación para asegurarse de que Maciel no se encontrara allí, lo ultimo que quería era verle la cara. Se despojó de la toalla para proceder a vestirse. abrió varios cajones para decidir el que ponerse, ya que tenia bastantes cosas en las que elegir, optó por un culotte de tiro alto negro, una camiseta de tirantes que se ajustaba a su cuerpo y un jersey de punto gris. Cuando estuvo lista estuvo debatiendo si bajar al salón y quedarse en la habitación, pero al final bajó. Salió de la habitación y cuando estuvo apunto de bajar los últimos peldaños de madera pudo escuchar varias voces, las cuales eran de Maciel y Rafael, estos hablaban sobre el incidente de la discoteca con aquel chico.
- Debemos de estar alerta, Tomas no se andará con chiquitas, mandara a los suyos hacia aquí- dijo Rafael con un cierto tono de nerviosismo.
- Si, tendremos que estar preparados, puede que sea peligroso, pero no tendrá posibilidades contra nosotros- se oyó decir a Maciel algo pensativo.
La pecosa al escuchar eso un sentimiento de culpa la invadió el cuerpo. Si no hubiera hecho eso ahora mismo ellos no tendrían ese problema. Soltó un suspiro casi imperceptible y decidió bajar los últimos escalones y encarar a los dos individuos que había en el salón.
- Hombre, mira quien aparece por aquí- dijo Rafael con un tono un tanto molesto.
- Siento haber causado algún problema entre vosotros-dijo Lucía jugando con sus dedos algo incomoda y nerviosa.
-¿Lo sientes?- Rafael giró con rapidez su cabeza para mirar con los ojos entrecerrados a la pecosa- No sabes lo que has hecho, no era suficiente que la policía del pueblo te esté buscando, ahora estamos en el punto de mira de la mafia- al decir eso los ojos de Lucía se abrieron de par en par y un escalofrío la recorrió todo el cuerpo.
- ¡Rafael, ya basta!- bramó Maciel- El único responsable de esto soy yo, no ella.
Rafael indignado se levando del sofá mirando desde su posición a su amigo el cual se encontraba sentado en uno de los sillones con sus codos posados en sus rodillas con el ceño fruncido.
- Vas a hacer que nos maten a todos Maciel, y todo por un estúpido capricho tuyo- escupió Rafael con rabia, después dio media vuelta en dirección a la puerta para salir por ella hecho una furia.
- Maciel yo...- no pudo continuar ya que este la interrumpió.
- Tranquila, no te preocupes, se le pasará- dijo cruzando su mirada con la de ella- Solo se preocupa por que no me pase nada.
- Por muy arrogante que sea, demuestra ser un buen amigo- al decir eso, la mente de Lucía divago hasta un recuerdo de cuando era pequeña y se encontraba jugando con su mejor amiga. Elena se parecía en cierto modo a Rafael, se preocupaba por ella y cuidaba de que no la pasase nada. Cuando eran pequeñas unas niñas un tanto mayores que ellas se sobrepasaron con Lucía y Elena dio la cara defendiéndola llevándose la peor parte.
- Si...- se levanto de su asiento- Voy a salir, no llegare hasta por la mañana- dijo aproximándose hacia la vitrina para coger su mascara- No me esperes despierta caperucita- dijo mostrándola una sonrisa torcida antes de salir por la puerta.
- No tenia intención de hacerlo- dijo la pecosa negando con la cabeza enarcando una de sus cejas.
{En el pueblo}
Ya hacia días desde que Lucía desapareció sin dejar rastro, sus padres preocupados dieron ordenes de búsqueda por los alrededores con la esperanza de encontrarla. Tanto policías como gente del pueblo se involucró en su búsqueda, arriesgando sus vidas adentrándose en el espeso bosque. Lo único que encontraron de ella fue girones procedentes de su ropa y su teléfono móvil. Pero ni rastro de ella. Su padre empezó a investigar con varios policías un posible secuestro de la mano de los canes, y no se equivocaba, estaba en lo cierto. Tras la desaparición de Oskar y el hallazgo de su cuerpo mutilado a tan solo unos kilómetros del pueblo les hizo sospechar de esos animales. Dia tras día las pistas sobre el paradero de la pecosa se iban disipando cada vez mas, al no saber donde se encontraban posicionados los canes. El bosque era demasiado grande como para cubrir todo el terreno y con el riesgo de morir en el proceso.
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Petricor
RomantizmCuando la lluvia cae sobre el espeso bosque, todo ser vivo se esconde para no dejar rastro y dejar que el enemigo se abra paso entre los árboles destruyendo y masacrando. Canes, así es como les llaman los habitantes del pueblo. No sienten pena ni a...