Capitulo 20

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Después del mal sueño, la pecosa decidió irse al baño para darse una ducha y despejarse un poco para quitarse el sudor de su cuerpo. Cuando salió, Maciel aun seguía en la habitación en compañía de Kaiser, los dos la miraban detenidamente. Kaiser decidió romper el silencio lanzando un ladrido sin quitar ojo a Lucía.

- Kaiser opina lo mismo que yo- dijo alzando una de las comisuras de sus labios. Lucía tan solo se encontraba con una camiseta blanca que le había quitado a Maciel y unas bragas, ya que no la apetecía ponerse otro pijama y también por que el aroma que desprendía la ropa de Maciel se la hacia demasiado tentador aunque no lo quisiera admitir.

- No estoy para tus jueguecitos- se dio la vuelta mientras peinaba su pelo un poco húmedo con sus dedos.

- Esta bien- levanto las manos en señal de rendición- Pero solo te diré una cosa. Me encanta que uses mi ropa- una sonrisa traviesa se hizo visible en su cara.

- Borra esa sonrisa, solo te la e cogido para dormir.

Maciel se levanto de la cama y procedió a quitarse los pantalones y la chaqueta gris de chándal para ponerse cómodo. Lucía le miraba tímidamente recorriendo con su mirada su cuerpo, parecía que lo habían esculpido unos ángeles. Cuando retiró las sabanas dispuesto a introducirse dentro de estas, la pecosa le echó un ultimo vistazo. Su ropa interior oscura se ceñía demasiado bien, por lo que no pudo evitar morderse su labio inferior.

- ¿Enserio que no quieres nada más?- le preguntó Maciel con las sabanas de la mano- Puedo ir a por un poco de agua o...

- No gracias estoy bien, de verdad- insistió Lucía, retirando la mirada para que Maciel no se diera cuenta de que se le estaba comiendo con la mirada.

El Can no volvió a decir palabra, lo único que hizo fue acomodarse en la cama con las sabanas al rededor de su cuerpo, al igual que Lucía. Una vez que estuvieron los dos allí y Kaiser a sus pies Lucía decidió hablar.

- ¿Que pasara con Tomas?- pregunto, a lo que Maciel soltó un suspiro.

- Supongo que lo acabaran cogiendo y no te tendrás que preocupar de nada- soltó sin mostrar emoción alguna.

- ¿Y mis padres?

- Eso ya no lo se. Puede pasar cualquier cosa- se dio la vuelta para observar a la pecosa- ¿A que viene esto ahora?

- Solo es curiosidad- hizo lo mismo que Maciel, conectando sus miradas- No quiero que nadie salga herido, no podría soportarlo.

- ¿Te preocupa que me pase algo a mi?- esa sonrisa volvió a aparecer en su cara.

- No, me preocupa que les pueda pasar algo a mis padres- dijo con un tono seco.

- Ya veo- su mano se aproximo hacia la pecosa cogiendo un mechón de su pelo- No se lo que podrá pasar, pero, no te puedo asegurar que nadie salga herido.

- Pues no hagas esto- dijo suplicante- Detén todo esto de una vez.

- No puedo hacer eso. Esta gente lleva muchos años queriendo venganza- se acerco mas a la pecosa- Pienso hacer todo lo que este en mi mano para llegar hasta el final, pero no permitiré que salgas mal parada de todo esto- su nariz rozó la suya- Puede que pienses que soy el villano en todo esto.

- Lo eres- dijo la pecosa como pudo- Eres despiadado.

- Pero el villano cuando se enamora es capaz de cualquier cosa. Soy capaz de prender fuego y matar a todo el que se me ponga por delante, lo único que quiero es que te quedes a mi lado, pase lo que pase, no quiero perderte, no lo permitiré.

Esas fueron las palabras mas sinceras que escucho Lucía. Lo dijo con tanto decisión que a la pecosa se la pusieron los pelos de punta, ¿De verdad estaría dispuesto a hacerlo? No hacia falta una respuesta para eso. Claro que lo haría, eso y mucho más.

- Maciel..- no pudo seguir con lo que estaba a punto de decir, pues sus ojos estaban cegados por esa declaración junto con su respiración, la cual no tenía control alguno. Maciel impacto sus labios con los de la pecosa. Al principio el beso fue pausado y lento, pero a medida que pasaban los minutos el beso se fue intensificando, Lucía abrió sus labios dejando que la húmeda lengua de Maciel se adentrara en su boca, Lucía no podía describir con exactitud lo que estaba sintiendo. Ya se habían besado otras veces, pero este beso no era como los otros, este beso estaba cargado de ternura y cariño, aunque con una pizca de deseo contenido.

- Me vuelves loco Lucía- dijo separándose de ella para tomar un poco de aire y volver a retomar el beso de nuevo.

Maciel la trajo mas hacia el hasta que sus cuerpos encajaron a la perfección, pero no hizo nada mas, solo sentir su cercanía, mientras que sus manos se encontraban una en su mejilla y otra em su nuca apegándola mas a el para que no se alejara. Lucía lo acepto, sentir el intenso calor de Maciel sobre su cuerpo hacia que sintiera como si una corriente eléctrica recorriera todo su cuerpo. La pecosa posó sus manos en el pecho del Can y comenzó a acariciar su piel llena de tinta.

- No se como lo has hecho- se separó de Maciel- Pero, te deseo. Por mucho que intente odiarte acabo cediendo- una lagrima se escurrió de uno de sus ojos deslizándose hasta diluirse en el pulgar de Maciel- A pesar de lo que eres, a pesar de todo lo que has hecho...

- A pesar de todo eso, has conseguido que alguien como yo llegue a sentir, a sentir algo que no me volví a permitir desde hace mucho. No te sientas mal por sentir lo que sientes, a veces eso no se puede controlar- volvió a juntar sus labios con los de Lucía, pero este beso fue corto, efímero, pero lleno de sentimientos- Descansa Caperucita.

Ambos se acurrucaron sintiendo el contacto de cada uno. Era la primera noche que Lucía consentía que Maciel estuviera tan cerca de ella y eso la gusto, se sintió protegida con el a su lado, sintió que entre sus brazos nadie la podría tocar o hacer daño, a pesar de que la verdadera amenaza estaba con ella en la misma cama, pero para ella esa idea había adquirido otro sentido.

A la mañana siguiente al despertarse, la pecosa observó que el Can todavía seguía en la cama a su lado. Seguía profundamente dormido, sumido en el sueño. Lucía se levanto con cuidado, con el máximo sigilo para no despertarle. Al observar la habitación de dio cuenta de que Kaiser se encontraba a los pies de la cama, sentado sobre el suelo de madera observándola detenidamente.

- ¿Quieres salir?- susurró la pecosa. Se aproximo hacia la puerta y la abrió con cuidado dejándole salir haciendo resonar sus misadas sobre el suelo. Una vez fuera Lucía dejo la puerta entre abierta y se dirigió al baño para asearse. Una vez dentro procedió a lavarse la cara y lavarse los dientes. Cuando levantó la vista visualizo a Maciel entrando por la puerta del baño.

- ¿Te importa?, me estoy aseando- dijo la pecosa sorprendida al ver con la tranquilidad con la que había entrado. Maciel no la contesto, lo único que hizo fue acercarse hacia el lavabo, cogió el cepillo de dientes en una mano y la pasta de dientes en otra y se dispuso a cepillarse los dientes.

- Hoy saldré y no vendré hasta por la noche. Rafael vendrá con tu amiga para que no estés sola- fue lo único que dijo cuando terminó de quitarse la espuma que sus labios, su tono de voz era ronco y profundo. Lucía notó una ligera tirantes, su comportamiento era frio a comparación con otros días de atrás.

Después de eso no volvieron a cruzar palabra, ni siquiera la dijo nada antes de cerrar la puerta y desaparecer, eso la hizo preocuparse. Unos minutos después llegó Elena, la morena recorrió la entrada dejando a Rafael atrás aproximándose hacia la pecosa para estrecharla entre sus brazos. Lucía acepto ese abrazo, pero se fijó en la expresión que tenía Rafael, era apagada, no mostraba ni un atisbo de su característica soberbia y su sarcasmo tan marcado. La pareció extraño que los dos Canes tuvieran el mismo estado de animo, curioso, fue lo que pensó la pecosa. Rafael se fue dedicándola una sonrisa ha Elena, que ya era mucho mas de lo que había hecho Maciel al desaparecer por la puerta.

Se sentía rara, no entendía por que se sentía de esa manera, al no recibir ningún afecto de parte del Can que la separó de su familia, aunque tuvo que reconocer que los sentimientos que empezaron a aflorar en ella, ya estaban empezando a causar estragos.

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