Capitulo 17

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El éxtasis que estaba sintiendo Lucía era indescriptible. Odiaba a aquel Can con todo su ser, por lo que era y por todo lo que había hecho. Pero una parte de ella se odiaba a sí misma, por no poder odiarlo como se merecía, porque en un interior y aunque no lo reconociera a plena voz, en realidad le gustaba, era una sensación la cual no podía controlar y que no sabía cuándo esos sentimientos afloraron en ella. Se odiaba a sí misma por no poder reprimir esos sentimientos casi inexplicables. Para ella era como la heroína para un drogadicto, no sabía por qué, pero lo necesitaba. Lo necesitaba para sentirse viva, libre... Cada roce de su piel era como una descarga de electricidad en su cuerpo, que la hacían ir más allá y querer más, aunque ella supiera que estaba mal.

MACIEL.

Todo lo que me hacía sentir cuando estaba con ella era distinto. En el momento en que la vi por primera vez, cuando solo era un crio, supe que iba a ser mía, de una manera u otra. Puede que fuera algo egoísta, pero la quería con todo mi ser. Me daba igual tener que separarla de su familia y que era lo que pasaría después, lo único que quería era tenerla a mi lado. Sabia como su cuerpo reaccionaba cuando estaba cerca del mío, esa sensación de necesidad y anhelo. Aunque ella se negase a admitirlo, sabía que en el fondo sentía algo. Había quebrantado muchas normas al haberla traído y al habernos descubierto, pero me daba igual, se me iba la cabeza cuando se trataba de ella y sería capaz de llevarme por delante a cualquiera si hiciera falta, a cualquiera.

El beso empezó a intensificarse hasta el punto de que lo que estuviera pasando a su alrededor era lo de menos. Las gotas de lluvia se hicieron más fuertes, cada vez estaban más empapados, pero el propio calor que desprendían sus cuerpos era suficiente para calentarles. La pecosa se separó un instante para coger aire, al hacerlo sus miradas chocaron, los ojos oscuros como la noche de Maciel desprendían fuego y deseo, sus pecho subía y bajaba con desenfreno y sus fuertes manos se encontraban en su trasero, todo el conjunto hizo que Lucía se excitase de una manera descontrolada, sin siquiera pensarlo, se volvió a abalanzar sobre él, le atrajo con una de sus manos agarrando su camiseta empapada y con su otra mano libre fue subiendo despacio desde su pecho hasta su nuca, una vez allí la pecosa tiro de el para intensificar aún más el beso, al hacerlo no pudo evitar soltar un gemido el cual fue ahogado por la lengua de Maciel quien recorrió su cavidad saboreándola por completo. Al can de a poco fue subiendo sus manos recorriendo cada curva del cuerpo de Lucía hasta que llego a su escote, de un rápido movimiento dejo al descubierto sus hombros.

— No sabes el poder que tienes sobre mi— Maciel se separó de ella y con la voz agitada la dedico esas palabras las cuales hicieron que Lucía arqueara sus labios en una sonrisa.

Maciel comenzó de dejar un camino de besos húmedos y llenos de desesperación desde el cuello de la pecosa hasta su clavícula. Aquellos besos a Lucía cada vez la quemaban más, hasta que sintió un ligero dolor, la había mordido dejando su hilera de dientes marcados en su piel, ella sin poder controlarlo soltó un ligero gemido el cual a Maciel le éxito más de lo que estaba.

— Quiero más...— dijo Lucía entre jadeos.

— Te haré de todo si tú me dejas— dijo subiendo su rostro hasta que sus miradas se volvieron a encontrar, la forma en que pronuncio esas palabras fue en forma de súplica.

Lucía no dijo nada al respecto, Maciel sabía perfectamente lo que quería con tan solo ver su cara, sus labios ligeramente separados, hinchados y rosados, su pecho subiendo y bajando con cada caricia y cada beso que le daba, esas pupilas ligeramente dilatas que le decían que estaba lo suficientemente excitada, le volvía condenadamente loco, cada parte de ella y tenerla así ante él no podía ser más satisfactorio para él. Maciel tiro del escote bajándoselo hasta dejar al descubierto sus pechos, se quedó observándolos por un momento, uno de ellos tenía un pequeño lunar al lado de su aureola que la hacía verse muy sexy. El can con delicadeza posó una de sus manos y acaricio ese lunar con su dedo pulgar, Lucía al sentirlo arqueo la espalda pegando su cuerpo al de él.

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