Capitulo 33

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Silvestre la animo con un gesto de cabeza a que hablara, después de haber impedido que su madre la diera un abrazo.

- Hemos venido...- se corto a si misma, agacho la mirada, sacudiendo la cabeza- Le e pedido que me dejase venir para pedirte una cosa- levanto la cabeza y sus ojos chocaron con los de su padre.

- Claro, cariño, ¿Qué es lo que quieres?- su voz no tenia apenas fuerzas, se notaba en cansancio que tenia.

-Quiero...- hecho un rápido vistazo a Silvestre quien la miraba expectante- Necesito que retires a tus hombres, a los que tienes infiltrados entre los canes y el bosque, solo por un tiempo.

Su padre arrugo el ceño, no entendía nada de lo que le estaba diciendo.

- No se de que mes estas hablando hija- negó con la cabeza.

- Papá, se que lo estas haciendo tu, la rabia te corroe, mírate, no eres tu- le miro de arriba abajo- Diles que se vayan , que dejen a los Canes, aunque sea por un tiempo, luego podrás volver a hacer lo que sea que hagas, que estéis haciendo- al decir esto ultimo lo miro a las dos, estos se estaban matando con la mirada.

- Ya la has oído- dijo Silvestre.

- No se de que me esta hablando, pero si así fuera no lo haría, os merecéis todo lo malo que os pase. Estas obligando a mi hija a hacer estas cosas y que otras mas- su cara se contrajo en un gesto de asco.

- Yo no la e obligado a nada, a sido idea suya- Silvestre echo una mirada fugaz a la pecosa.

- Es verdad, a sido idea mira- la cara de su padre no daba crédito.

- ¿Por que? Sabes perfectamente lo que hacen, son asesinos.

- Lo se papá, pero con todo esto me pones en peligro, así que, haz el favor de retirar a tus hombres de entre los Canes- su voz fue dura, clara, aunque la dolía tener que decirle esas cosas a su padre. Tenia razón, eran unos asesinos, pero había otra forma de hacer las cosas.

- Adam, por favor, hazla caso...- su madre se encontraba al lado de su marido, le rodeo el brazo, apenas podía retener las lagrimas en sus ojos.

- Esta bien, pero solo por un tiempo, esto no a acabado, no voy a descansar hasta que no quede ninguno de vosotros en pie y mi hija este a mi lado a salvo.

Silvestre no dijo nada, solo mostro una sonrisa de satisfacción al respecto, haciendo un gesto de despedida con la mano se dio la vuelta agarrando a la pecosa por el brazo forzándola a que anduviera. Lucía no quería darse la vuelta y volver a desaparecer como ya había hecho otras veces, con sus ojos plagados de lagrimas que casi no tenia una visión clara de sus padres se despidió de ellos diciéndoles un -os quiero- según se iba tropezando con sus propios pasos. Cuando se adentraron en el bosque su padre empezó a despotricar por la boca lleno de rabia. 

- Voy a llamar a ese hijo de puta..-

- No te hará caso, sabes como es y lo que es tratar con el- dijo Gala.

- Esto me pasa por hacer tratos con ratas.

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Cuando llegaron Lucía y Silvestre ambos anduvieron con cuidado de que nadie los viera, esta soltó a la pecosa y se cruzo de brazos.

- ¿Sabes que tu padre es uno de los responsables de que ahora tengan a tu amiga?

- Si lo se...- eso la dolía muchísimo.

- Esta colaborando con Alfonso, todo esto, el secuestro de tu amiga, las muestres de hombres de mi manda, no sabe donde se esta metiendo, al final acabara muerto- le advirtió.

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