Capitulo 8

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Cuando Maciel desapareció de la cocina Lucía no sabía que hacer, se encontraba con la ropa hecha girones con su cuerpo casi al descubierto, se sentía sucia por lo que había pasado, nadie del sexo opuesto había visto antes su cuerpo, y que Maciel lo hiciera de esa manea tan brusca la paralizo por completo, no supo como reaccionar, lo único que quería era aclarar su cuerpo con agua tibia y que ese recuerdo quedase en el olvido con la esperanza que no se volviera a repetir. Asi fue como la pecosa se adentro en el baño del piso de abajo dispuesta a darse un baño. Con su cuerpo ya sumergido en el agua empezó a pasar una esponja por todo su cuerpo llenándolo de espuma con aroma a rosas hasta que considero que su cuerpo estaba lo suficientemente pulcro como para salir, al querer hacerlo Lucía se dio cuenta de que no tenía nada de ropa y la rota la cual estaba tirada en el suelo no la cubriría lo suficiente decidió salir y taparse con una de las toallas que había sobre un posadero, estas eran negras y muy suaves. Cuando salió procedió ha abrir la puerta del baño para encaminarse hacia la habitación de Maciel con la esperanza de que este no se encontrase en su interior. Al llegar lleno sus pulmones de aire suplicando para sus adentros que este no estuviera allí, se lo pensó dos veces antes de entrar hasta que por fin se decidió ha abrir la puerta de par en par, lo único que vio en el interior fue a Kaiser el cual se encontraba sobre la cama emitiendo unos ronquidos casi humanos. Lucía entro rápidamente en la habitación cerrando la puerta con seguro para evitar que Maciel pudiera entrar. Se aproximo hacía la montonera de bolsas que había dejado en la cama, esta las vació sobre ella y empezó a ojear las diferentes prendas que Maciel había comprado para ella, pasado un rato Lucía suspiro con frustración, para estar casi en temporada navideña casi toda la ropa era corta y demasiado fina, lo único que vio apropiado para ponerse fue un vestido de punto fino, de color verde oscuro, el cual era largo llegando a sus tobillos con unas mangas largas, debajo de ese vestido se pudo un tanga negro, el mas sencillo de los que había ya que la mayoría eran de encaje, al estar vestida la sorprendió como el vestido se ajustaba perfectamente a su cuerpo acentuando sus curvas, era ceñido pero no lo suficiente como para agobiarla.

- Esta será desde hoy una de mis prendas favoritas- dijo con un tono resignado.

Ya casi no quedaba un rayo de luz en el exterior, lo único que destacaba era la luz de la luna la cual iluminaba el bosque que rodeaba esa casa en la que se encontraba prisionera. Saliendo de sus pensamientos la pecosa decido bajar a la cocina para preparar algo de cenar, antes de eso pasó por el salón y se percato de que la mascara de lobo la cual se encontraba en la vitrina de cristal no estaba, por lo que la hizo pensar que Maciel había salido a hacer de las suyas en los alrededores del pueblo. Decidió ignorar eso, se dispuso ha ir a la cocina y ponerse manos a la obra, rebuscó por todos los rincones de la cocina hasta encontrar los ingredientes necesarios para hacer una sopa de pollo, Lucía no era muy buena cocinando pero se defendía, al terminar de hacer la cena preparo la mesa, mientras estaba poniendo el mantel unas pisadas se oyeron detrás de ella, esta miro hacia los lados y no vio a nadie, siguió haciendo lo suyo hasta que un ladrido la sorprendió, Kaiser se encontraba detrás de ella mirándola detenidamente desde el suelo, Lucía al darse cuenta le mostro una sonrisa.

- Que susto me has dado- dijo la pecosa agachándose para acariciarlo, este acepto lo caricia encontentado. Lucía volvió a lo que estaba haciendo pero Kaiser la volvió a interrumpir golpeando con una de sus patas su pierna para llamar su atención, Lucía al darse cuenta le volvió a mirar y este se meneo junto con su cola haciéndola entender que quería mas caricias- Ahora no Kaiser, cuando termine te daré todos los mismos que quieras.

Cuando termino de preparar la mesa se aproximo a la cocina para servirse un plato de sopa, cuando lo dejo en la mesa la puerta de la entrada sonó y apareció Maciel, iba todavía con la mascara puesta, al quitársela la pecosa pudo apreciar en sus manos magulladuras y algún que otro resto de sangre en ellas, Maciel sin decir nada se acerco a la vitrina para depositar su mascara en su interior, después de eso subió a la habitación y al rato bajo aseado y con ropa limpia.

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