Una sensación de terror invadió el cuerpo de Lucía haciéndola temblar, ningún can se había adentrado tanto en el pueblo, lo que la hizo percatarse de una cosa. Rápidamente corrió por la casa en busca del centro de control el cual era un sistema de seguridad el cual cerraba tanto puertas y ventanas de la casa con máxima seguridad, con suma rapidez abrió una puerta la cual se encontraba en un rincón de la cocina y se dispuso ha activar el sistema de seguridad, al hacerlo una luz verde la indicaba que todas las puertas y ventanas de la casa habían sido cerradas con éxito, en ese momento Lucía respiro aliviada, pero eso duro poco. Unos golpecitos procedentes de la ventana de la cocina la sobresaltaron, sigilosamente abrió uno de los cajones de la cocina y agarro un cuchillo, con las manos temblorosas se armó de valor para asomarse a la ventana y ver quien o que era lo que esta haciendo ese ruido. Pego un salto posicionándose en frente de la ventana empapada de gotas de agua lo que no la dejaba ver muy bien lo que había afuera, en posición de defensa con el cuchillo apuntando hacia los cristales decide acercase un poco mas para observar mejor, sin esperárselo unos toques mas fuertes le oyen desde afuera y hacen que Lucía pegue un grito seguido de un salto hacia atrás.
-¿Hay alguien?- una voz de un chico la sobre salta, esta se acerca con temor para ver mejor cuando se percata de que de trataba del repartidor con su hamburguesa. Sin presárselo corre hacia el sistema de control para desactivar los cierres y poder abrir al chico que se encontraba afuera.
- Lo siento, no me e dado cuenta de que estabas aquí fuera- dijo Lucía escondiendo el cuchillo tras de si- Toma esto es tuyo- dijo tendiéndole el dinero al muchacho y este le tendió su hamburguesa.
- Que la disfrutes, y buenas noches- dijo el chico dándose la vuelta para montarse en la moto en la que había venido.
- Gracias- dijo Lucía amable, antes de adentrarse en casa dio un paso hacia delante y miro hacia todos los lados posibles para asegurase de que el can que había visto antes no se encontraba por allí cerca. Cerro la puerta tras de si y fue en dirección al salón para preparar una pequeña mesita la cual se encontraba en el centro del salón para poder degustar la deliciosa hamburguesa, puso un pequeño mantel y trajo un vaso de agua fresco para acompañar con el sabroso bocado. Una vez Lucía termino de cenar se recostó sobre el sofá y puso una de sus series preferidas, CSI, los capítulos eran un poco antiguos pero ella los llevaba viendo desde que tenia uso de razón, ya que a ella la gustaba tanto como a su padre.
Pasaron las horas y a Lucía la empezaron a pesar los ojos del sueño que la estaba entrando, no podía aguantar por mucho tiempo despierta. Decidió levantarse del cómodo sillón para recoger la mesita en la que había cenado anterior mente, la cual no tardo mucho en recoger, al dejarlo todo ordenado se dispuso a subir hacia su habitación, pero no sin antes llevarse consigo a Safira, al llamarla la gata de pelaje blanco no acudió, lo que la pareció muy raro ya que Safira siempre acudía cuando la llamaba. Extrañada por su ausencia procedió a buscarla por la casa la cual no era muy grande, por lo que no podía andar lejos. La busco por todos los rincones habidos y por haber pero ni rastro, Lucía empezó a sospechar que se hubiera escapado por la puerta al abrir al repartidor pero la pareció muy extraño ese pensamiento ya que Safira odiaba la lluvia, de todas formas se aproximo hacia la puerta para salir al portal en busca de ella. Cuando salió no había rastro de nadie, ni siquiera de Safira. Cuando estuvo a punto de cerrar unas cosquillas la invadieron sus muslos, al mirar hacia el suelo pudo ver que se trataba de su felino blanco.
- Pero bueno, ¿se puede saber donde te escondías?, me estaba empezando a preocupar- dijo Lucía agachándose para coger entre sus brazos a Safira. Al hacerlo se dio cuenta de un detalle del cual se había olvidado. No volvió ha activar la seguridad de las puertas cuando el repartidor se fue, eso la hizo caer en la cuenta de que tanto las puertas como las ventanas habían estado abiertas durante ese periodo de tiempo. La adrenalina corrió por su cuerpo como alma que lleva el diablo, rápidamente soltó a Safira en el sofá y se dirigió hacia la cocina donde se encontraba el interruptor, pero antes de llegar una figura asomo por el pasillo en dirección a esta, Lucía se quedo paralizada ante lo que estaba viendo, su cuerpo reacciono dándose la vuelta inmediatamente decidido a huir de allí lo antes posible, no tenia el control suficiente de su cuerpo ante el miedo que estaba experimentando, por lo que corría torpemente por el pasillo hasta llegar al salón, miro hacia atrás y pudo ver que esa figura como bien sospechaba ella se trataba de un can, ya que tenia la cara cubierta por una macara de lobo y en sus manos sujetaba un gran machete. Lucía se espanto al escuchar un aullido feroz el cual emitió aquel individuo. Sin pensárselo dos veces se aproximo hacia la puerta de la casa y salió de ella torpemente tropezando y cayendo al suelo mojado de la calle, gateando por este intentando alejarse lo mas que pudo, una vez mas cuando creyó que estaba lo suficientemente lejos de la puerta se dio la vuelta y miro tras de si, al hacerlo no vio nada, como si se hubiera esfumado. En cambio lo que si que pudo ver fueron los faros de las luces del coche de sus padres lo que indicaba que habían llegado.
ESTÁS LEYENDO
Petricor
RomanceCuando la lluvia cae sobre el espeso bosque, todo ser vivo se esconde para no dejar rastro y dejar que el enemigo se abra paso entre los árboles destruyendo y masacrando. Canes, así es como les llaman los habitantes del pueblo. No sienten pena ni a...