Maciel bajo las escaleras todo lo rápido que pudo hasta llegar a la puerta la cual estaba siendo aporreada como si el que lo estaba haciendo su vida dependiera de ello. Al abrirla se encontró con René.
- ¿Qué coño quieres?- soltó molesto.
- Solo e venido para decirte que Aramis te reclama- respondió tranquilo dando una calada al cigarro que tenia entre sus labios.
Maciel no dijo nada, soltando un suspiro de resignación salió por la puerta en dirección a la casa de Rafael, que era donde se encontraba Aramis. René se quedo en la puerta dando las ultimas caladas a su cigarro antes de tirarlo a la húmeda hierba. Antes de entrar aprovechando que con las prisas y el enfado Maciel se había dejado la puerta abierta, este entro echando un vistazo a su interior recorriendo con su mirada cada rincón de la casa. Pero no estaba mirando lo maravillosa que era la casa, sus ojos estaban buscando un objetivo claro, uno con una melena rubia oscura que se encontraba en el interior de esa casa. Justo lo que estaba buscando lo encontró sin ningún esfuerzo, ya que la pecosa se asomo por las escaleras.
- ¿Qué haces aquí?- quiso saber Lucía bajando las escaleras.
- Maciel se a tenido que ir, Aramis le necesitaba y me e quedado aquí por si acaso...
- Que...¿ Podías pasar algo de rato conmigo sin que el estuviera delante?- le interrumpió poniéndose delante de él cruzándose de brazos.
- Bueno si eso es lo que quieres...- una sonrisa maliciosa se dibujo en sus labios, una sonrisa que no tenia buenas intenciones. Se fue acercando peligrosamente a la pecosa.
- Si me haces algo se lo diré a Maciel- le amenazo.
- Tranquila no te voy a hacer nada- extendió la mano cogiendo un mechón que le caía sobre los hombros, lo paso entre sus dedos apreciando lo sedoso y brillante que era, de un movimiento atrajo a la pecosa pasando su brazo por la cintura, haciendo que esta chocase con el duro abdomen de René. Acercó su cara hasta pegar su nariz a su pelo aspirando su aroma a frutas y romero que desprendía, sin poder evitarlo soltó un leve gemido que hizo que a Lucía se la pusiera la piel de gallina- Si no le pertenecieras a uno de mis amigos no me importaría hacerte todas las cosas que pienso cuando te tengo cerca- volvió a aspirar su aroma, la mano que sujetaba el mechón ascendió hasta su oreja y la paso el pelo por detrás de esta, aproximo sus labios y la susurro al oído- debes de estar deliciosa- al decirlo atrapo el lóbulo de su oreja para después morderlo levemente. Lucía saco fuerzas y le empujo haciendo que se alejase lo justo para verle la cara. La misma sonrisa lasciva, con una pizca de diversión seguía dibujada en sus labios.
- Pues confórmate con tus sucios pensamientos- tras decir eso se encogió de hombros abrazándose asi misma mientras que con una mano se cubría la oreja la cual todavía podía sentir el tacto de sus labios en ella.
- No te preocupes encanto, asi será.
Después de esa escenita de deseo irrefrenable de René, la pecosa subió a la habitación para cambiarse de ropa, sustituyendo la que tenia por una sudadera de Maciel y unos pantalones ceñidos. Al bajar al salón se encontró con René en la terraza de la entrada sentado en una silla fumándose un cigarro, estaba relajado, con su espalda pegada al respaldo y una de sus piernas descansaba sobra la otra. Cuando salió pudo ver que no solo tenia un cigarro, si no que en la otra sostenía un vaso de cristal denso decorado con motivos geométricos con un liquido ámbar en su interior. Lucía estaba un poco impaciente por lo que tenia pensado hacer esa noche. No quería que Maciel se enterase de lo que iba a hacer con su padre, pero tenía que hacerlo, necesitaban parar a Tomas y quitársele de en medio. Lo único que esperaba es que todo saliera bien ya que solo quedaba un día para ir a ese club de mala muerte.
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Petricor
RomanceCuando la lluvia cae sobre el espeso bosque, todo ser vivo se esconde para no dejar rastro y dejar que el enemigo se abra paso entre los árboles destruyendo y masacrando. Canes, así es como les llaman los habitantes del pueblo. No sienten pena ni a...