Capítulo 41: Felicidad

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Emma.


~10/08/2020~


Me miro al espejo, tomo aire y lo suelto de manera muy exagerada. Escucho una risa y llevo mi mirada a la esquina del espejo, ahí encuentro a Maya. Ella me da una sonrisa tierna.

—¿Estás segura? ¿Muy, muy, pero muy segura?

—Del todo. Es hora de un cambio —el estilista me coloca el mandil para que mi ropa no se llene de cabello y enseguida acerca las tijeras.

—¡Espere! —ambos nos sobresaltamos por la interrupción de ella.

—¿Pasa algo? —inquiere el hombre con las tijeras en la mano.

—Emma te ves guapa con tu cabello largo. ¿Y si lo reconsideras?

—Quiero hacerlo, además, esto tiene un trasfondo. Un muy hermoso trasfondo.

—De acuerdo. De todas maneras, estoy muy segura que te verás muy bien.

—Y si le haces algo al tuyo. ¿Unos rayitos? ¿O las puntas?

—No sé, nunca le he hecho nada. No quiero que se maltrate.

—Estás frente a un excelente estilista —miro a la persona que siempre se ha encargado de mi cabello —. Te dejará como una diosa.

—Me gusta la idea de los rayitos, pero quiero consultarlo con mamá.

—Si te dice que sí, yo pago lo que hagas en tu cabello.

—Tengo mi dinero.

—Descuida, siempre obtengo rebajas —miro al estilista.

—Eso solo porque le eres fiel a mi pequeño negocio.

—Siempre —le sonrío.

Mientras que Maya habla con su mamá, él se concentra en mi cabello. Empieza a cortar las hebras de pelo y noto como hace lo que le pedí al llegar, de manera muy cuidadosa. Mi corazón late mucho al ver el resultado.

Ahora tengo mi melena más abajo de mis hombros, los mechones de en frente son algo cortos y eso le da un buen toque a mi nuevo corte. Me quito en delantal levantándome de la silla.

Volteo y llamo la atención de la hermana de mi novio con un pequeño chiflido. Ella me observa como si fuera una jueza, pero en unos segundos aparece una bella sonrisa en su rostro.

—¡Estás hermosa, Emma! —se levanta de su silla —. El sordo de mi hermano se quedará sin saliva —sonrío acercándome a tomar los mechones atados por secciones —. Ahora es mi turno, tengo el permiso. Me toco decir que no mantendré en desorden mi habitación, pero lo conseguí —suelto una risa.

—Estupendo, esto tomará algunas horas. Así que me relajaré.

—¿En cuánto tiempo aterriza el vuelo de mi hermanito? —se sienta en la silla.

—Dos horas y media.

—¿Quieres los rayitos con algún color en especial o solamente rubios?

—Solo rubios, quizás luego venga para algo más —con esas palabras, él empieza a trabajar.

—Emma —me llama —. ¿Cómo sé cuál será la carrera correcta para mí?

Dejo de mirar mi teléfono para prestarle atención.

—Pues, depende mucho de la persona. Hay unas que desde niños saben lo que quieren. Por más que otra cosa te agrade, eso siempre tendrá el puesto número uno. Mientras que también existen los que descubren su vocación meses antes y suele pasar de la manera más loca. Y, por último, están los que se toman un tiempo, puede que eso no sea del agrado de muchos padres, pero yo pienso que es mejor esperar a escoger algo que no te gusta. Existen más, sin embargo, esas son las he presenciado—mira su reflejo —. Por ejemplo, yo fui de esas que sabía lo que quería de niña. Por mi papá y tío si quieres saber la razón con más exactitud. ¿Recuerdas a Julen, el chico de los ojos grises? —asiente —. Bien, él supo que quería estudiar Ingeniería Aeronáutica cuando el día de las matrículas chocamos en el pasillo. Yo llevaba conmigo unos planos de aviones que luego debía llevárselos a mi padre al aeropuerto. Me ayudó a recogerlos y se quedó observando uno con mucha curiosidad. Hay yo le expliqué lo poco que sabía.

Algo Cliché Pero Al Revés©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora