Capítulo 60: Unas Horas de Alegría

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Emma.



~05/12/2020~



Milán mira con mucha atención todo lo que pongo en la mesita y parece contarlas una por una.

—¿Eso usas para bañarla? —pregunta.

—Pues solo es shampoo, jabón para su cuerpecito —tomo uno de los frascos —. Esto es para darle un masaje, la relaja mucho —sonrío —. La esponja suavecita y cepillo con cerdas suaves que le trajiste para quitar el cebito de su cabeza.

—¿Y lo demás?

—Para luego del baño Milán —salgo del baño y él me sigue.

Debo admitir que su presencia me pone muy inquieta y el calor es eminente.

—Vamos princesa, hora de consentirte —apenas la tomo en brazos empieza a llorar —. ¿Y ahora qué? —se remueve inquieta en mis brazos y entiendo a la perfección —. Claro, cuando sientes que él está aquí, yo quedo en segundo plano —volteo —. Ten, parece que tú le interesas más —camino al armario —. Llévala al baño y quítale el conjuntito con cuidado. Yo buscaré lo demás.

—¿Y si la lastimo?

—Eres su papá, no pasará. Espérame allá.

Dejo todo acomodado en la cama y cuando entro al baño me encuentro con un escenario que no esperaba ver.

Milán está sosteniendo a Natalia dentro de la tina de baño. Lo ha hecho con tanta delicadeza que mi pecho se aprieta de la ternura, incluso su cabecita la mantiene en una posición increíblemente correcta para que el agua no le llegue a molestar.

Me arrecuesto a la puerta y el sonido de las bisagras lo hace sobresaltarse.

—Solo no quise que le diera frío y como el agua está tibia, fue una buena opción —levanta los hombros.

—Si lo es —me acerco y él se tensa un poco. Por mi lado hago caso omiso —. Cuidado la sumerges de más —chillo, al ver que se mueve para dejarme espacio.

—Sabes que no lo haría —murmura apartando las pocas hebras rubias de Natalia.

—Ya tengo a mi propia rubia —digo, dejando un beso en la frente de ella, para después vaciar agüita en su cabecita. Eso hace que ella se estremezca y ambos reímos.

Se siente tan lindo estar con ella, mientras la pequeña nos mira.

Aplico todo lo que debo y una vez terminamos, yo deshecho el agua y él lleva a la pequeña envuelta en una toalla.

—Déjame vestirla —pide y le entrego todo.

—Primero aplica un poco de crema humectante por su piel y luego la crema para que su traserito no se roce, después el pañal.

Lo hace tal y como le indico, tomándose su tiempo.

—Ya estás mi cielo. Limpia y oliendo rico —añado cuando él termina —. ¿Puedes hacerte cargo mientras yo me aseo? No tardaré.

—Yo me hago cargo, ve tranquila —se acerca a la cama y se acuesta como antes lo hacía —. Intentaré dormirla, así puedes tardarte lo que gustes.

—Gracias —asiente y toma a la niña para dejarla en su pecho. Ella solamente se acomoda sin hacer escándalo.

Tomo todas mis cosas y con rapidez entro a la ducha. Es algo raro que logre tomar un baño sin estar pensando en que a Natalia le puede pasar algo o necesite que le dé de comer. Es como estar en una constante carrera.

Algo Cliché Pero Al Revés©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora