Capítulo 43: Despedidas

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Emma.


~15/08/2020~


Aunque estoy algo consiente, me niego a abrir los ojos. Sé qué mamá me llama, sé que papá me llama, e incluso escucho como Milán me pide que reaccione.

Reconozco el perfume de la veterinaria, el cual se mezcla con el aroma del alcohol desinfectante. Siento como las lágrimas salen rápidamente, mientras recuerdo lo que escuche hace unos minutos.

Mi Estornudos, mi compañera, ya no va a estar. Me voy a quedar sin esa pequeñita cosa que llego a mi vida cuando solo era una niña. Ya no voy a tener con quien discutir cuando mi ropa este llena de pelo o cuando no encuentre mis paquetes de galletas a la mañana siguiente.

Me incorporo un poco cuando mis ojos y mente piden verla. Quiero abrazarla todo lo que pueda, decirle que nunca la olvidaré y que ni porque sea viejita la voy a olvidar.

—Emma, no te levantes aún. Cortaste tu brazo con el borde de una mesa cuando caíste —no siento, ni me arde nada.

—Déjame, quiero estar con ella —pido apartándolo.

—Te están curando el brazo, quédate quieta, por favor.

—¡Ella es primero!

—¡No! ¡Tú eres primero! —tiemblo ante el regaño. Se lo escucha enojado y razones no le sobran, sé que me estoy comportando como una niña pequeña, pero yo quiero verla ahora—. No falta mucho, aguarda —limpia mis lágrimas.

El pecho me arde y cuando me dicen que me levante no lo pienso dos veces. En una mesa con una manta verde pastel debajo, está ella. Tiene los ojos brillosos y cuando me acerco del todo, suelta varios maullidos. La imagen me hace cubrirme el rostro con las manos con tanta fuerza que lastimo mis ojos. Sollozo y debo sujetarme de la mesa para no caer.

—Por favor quédate —le pido —. No voy a poder estar sin ti —mi garganta arde y al recordar como llego ese día en mi cumpleaños me hace soltar un grito de dolor. Tiro de mi cabello con fuerza, pero en segundo dejo de hacerlo cuando Anderson me abraza. Lloro con fuerza sintiendo mis piernas débiles, así que me sostengo de su cuello murmurando cosas que ni yo misma comprendo.

—Por favor, vampira. Me estás haciendo sufrir —su voz es rasposa y escucho como sorbe la nariz —. No aguanto verte llorar, se me rompe el corazón.

—Yo no sé si seré fuerte. Ella ha estado en varias etapas de mi vida, en los momentos más importantes. Si deja de existir se llevará todo eso con ella.

—No, no, no. Eso no será verdad —me aprieta contra su pecho —. Tú los tendrás en tu corazón, estará en el de todas las personas que hizo sonreír, incluso en el mío.

—Siento que ella se está llevando mi corazón.

—Yo te doy un trozo del mío, la mitad si quieres.

—Emma, quiero saber si estás de acuerdo con que le inyecte algo para que duerma. Su organismo va apagándose poco a poco y le está causando un dolor inmenso —sé que la doctora habla con delicadeza, sin embargo, duele como mil espinas clavándose en mi pecho.

—¿Puedo estar un rato con ella sola? Por favor —inquiero soltando a mi novio —. No será mucho, lo prometo —limpio mis mejillas

—Por mí te daría todo el que fuera, pero trata de no tardar mucho —asiento.

Todos salen y el silencio me rodea.

No sé qué decir, mi garganta está cerrada. Ella me observa y el primer impulso que se me pasa por la mente es tomarla en brazos. Quiero hacerlo, pero lo último que deseo es lastimarla. Tomo una silla y me siento frente a ella. Sin perder tiempo, uno mi frente con la de ella y enseguida ronronea. Esa acción consigue sacarme lágrimas.

Algo Cliché Pero Al Revés©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora