Capítulo 50: Corazones Rotos

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Emma.


~20/09/2020~



Miro a mi hermana fijamente, después de que termina de hablar. Lance trata de morder su dedo, como aviso de que tiene hambre, así que le entrego en biberón que saco del calentador térmico.

Desde el primer día que ellos llegaron a vivir aquí. Tanto en mi habitación, como en la de Annie y en la de mis padres, hay todo lo necesario para preparar un biberón.

—¿Segura que quieres estudiar eso? —pregunto.

—Sí, más que segura. Y créeme que no estaba en mis planes estudiar por unos años, ya que iba a trabajar por obvias razones —mira al niño —, pero yo escucho hablar a papá y al tío Aarón y me quedo hipnotizada. Me enamoré de todo lo que dicen.

—¿Harás el examen de admisión cuando inicie el próximo semestre o esperaras?

—Hable con Co... Perdón, con mamá —se corrige —, y me dijo que, si está en mí, querer iniciar a estudiar ahora que lo haga —sonríe —. También quería preguntarte que como podrías hacer los trámites para una beca.

—Depende de la beca. Si es una que solo cubra la mitad de los gastos es menos complicada que la que cubre el 100%

—¿Crees que con la mitad de la pensión ellos no gastaran tanto en mí?

—Sabes que eso es lo de menos —Lance termina el biberón y ella le saca los gases. Es una increíble mamá —. Vamos abajo, mi tío dijo que vendría a eso de las tres. Falta un cuarto de hora.

Las dos esperamos en la plata baja, mientras jugamos con Lance y antes de que den las tres, el mayor de los Clark llega.

—¿Dónde está mi sobrino? —lo levanta del suelo y el niño se alegra al verlo —. Mira lo que te traje, para que vayas aprendiendo de autos.

Saca un cochecito de juguete y se lo entrega al niño, quien lo primero que hace es llevárselo a la boca para morderlo.

—No, no es comida —se sienta en el suelo y enseguida nos mira —. ¿Ya lo puedo sentar o todavía no se mantiene?

—¡Aún no, está muy pequeño! —le dice Annie, un poquito alterada.

—Bien, mamá leona —se vuelve a levantar y lo carga acostado, mientras pasa el auto de juguete por su carita y pechito. Se pasea por toda la casa y al final decide ir al patio.

—¿Él no tiene hijos?

—No, pero una vez me hizo dudar de eso. Fue como si indirectamente me lo hubiera indicado —ríe.

A su teléfono llegan varios mensajes y se aparta un poco para responderlos. Por ratos sonríe e incluso murmura cosas que no alcanzo a escuchar.

Un llanto se escucha cada vez más cerca, y mi tío aparece con el bebé en brazos, pero manteniéndolo bien alejado de él.

—Creo que es hora de cambiarlo —la joven mamá deja todo a un lado para hacerse cargo de su niño.

—Ya lo hago yo —la mamá del nene guarda su teléfono e intenta agarrar a niño.

—No, déjame a mí. Solo dime donde están las cosas —le dice que en su habitación y mi tío sube haciéndole mimos al niño.

Ambas nos quedamos sentadas en el sillón, pero en mundo distinto, ya que ella se dedica a escribir con una velocidad impresionante. Antes de poderle preguntar que con quien habla, al timbre suena.

Me dirijo a paso lento y al abrir la puerta me encuentro con Kora. Sus ojos están demasiado rojos, su nariz de la misma marea y sus labios tiemblan.

—Se va a casar —habla con la voz ronca —. Está comprometido con una hija de unos amigos de sus padres.

Algo Cliché Pero Al Revés©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora