CAPÍTULO 2

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Las gotas de sudor se deslizan por mis sienes y segundos después chocan contra el suelo. Inspiro profundamente cuando flexiono los codos y expulso el aire a través de mis labios cuando los extiendo. La tensión atraviesa cada músculo de mis brazos y de mi espalda desnuda mientras el agotamiento empieza a hacer mella en mi resistencia. Mi cuerpo grita que pare, pero mi mente insiste en continuar.

Ciento diez, ciento once, ciento doce...

Una última flexión y me dejo caer. Me tomo unos segundos para recobrar el aliento tras el intenso ejercicio y me incorporo ligeramente para quedar sentado sobre el suelo. En ese momento, mi compañero de equipo Cooper entra en la sala de entrenamiento y sus cejas se elevan.

– ¿Qué haces aún aquí? – pregunta Cooper dejándose caer sobre una de las máquinas del gimnasio a mi lado –. Deberías dormir un poco. Tienes un aspecto terrible.

Ignoro su comentario mientras alcanzo la botella de agua y le doy un largo trago. De reojo, observo mi reflejo en el espejo que cubre una de las paredes más cercanas. Cuido mi cuerpo. Un par de horas de ejercicio diario durante los últimos años me han ayudado a construir unos brazos y piernas musculadas. En mi torso se delinean unos abdominales perfectos y unos duros pectorales. Sin embargo, Cooper tiene razón. Mi aspecto es desastroso. El agotamiento cubre mi rostro. Resaltando, sobre mi tez pálida, el tono morado de unas enormes y prominentes ojeras.

La noche había sido larga. Después de que mis compañeros de equipo me encontrasen en el callejón llamamos al equipo de limpieza para que se ocupase del desastre de corazones sangrientos y sesos desparramados. De vuelta en el centro de mando había pasado horas hablando con nuestros superiores. Como jefe del equipo era el encargado de informar de forma detallada de todo lo ocurrido durante la misión. Las preguntas que despertó la inesperada presencia de una tercera Devoradora de almas no fueron pocas.

Suspiro.

– Necesitaba sacar toda la tensión acumulada – respondo finalmente impulsándome con mis manos para levantarme del suelo.

Cada vez que recordaba cómo esa maldita Devoradora de almas había jugado conmigo me hervía la sangre y así era imposible conciliar el sueño. Así que tras acabar con el interrogatorio de mis superiores y asegurarles que tendrían todo el informe por escrito en la mañana me había dirigido hacia la sala de entrenamiento del centro donde quizás pudiese desquitarme.

– Yo hubiese disparado si hubiese sido tu – murmura él imaginando el motivo de mi frustración.

Mi mirada lo atraviesa.

– Y hubieses muerto de haberlo hecho – respondo con absoluto convencimiento.

Cooper y yo entramos al mismo tiempo en la academia de entrenamiento para convertirnos en Cazadores. No solo somos compañeros de equipo sino también amigos, aunque desde el primer día siempre ha existido cierta rivalidad entre nosotros. A pesar de que él obtuviese mayor puntuación en las prácticas de tiro o que demostrase superioridad en fuerza durante la mayoría de nuestros combates, era demasiado imprudente y se dejaba llevar por sus emociones con frecuencia y por ello nuestros superiores habían decidido que yo sería quien liderase el equipo y no él.

Cooper no responde a mi sentencia, pero por la forma en que me mira sé que no hay nada que pueda decirle que le haga cambiar de opinión. Nuestro trabajo es demasiado importante como para dejarnos llevar por nuestro orgullo masculino. Hay que saber cuándo empezar una batalla y cuándo retirarse.

Abandono la sala de entrenamiento y me dirijo hacia el Ala de Dormitorios. El centro de mando es un complejo enorme donde no solo se lleva a cabo nuestro entrenamiento y la preparación de las misiones, sino que también es donde todos los cazadores vivimos. Ahí fuera, por nuestra cuenta sería demasiado peligroso. Los Devoradores de almas podrían seguirnos a casa y acabar con nosotros y nuestros seres queridos con facilidad. Así pues, la vida de un cazador es solitaria. Una vez que firmamos por este trabajo nos vemos obligados a cortar todo lazo con familiares o amigos para mantenerlos a salvo.

Devoradora de almas | EN PAUSA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora