Devoradora de almas | EN PAUSA |

CAPÍTULO 15

Cooper permaneció ingresado en el ala de enfermería durante una semana. Afortunadamente el golpe producido por la viga de hierro no había causado ninguna fractura, pero la enorme cantidad de humo que inhaló le había obligado a estar conectado a una máquina de oxígeno las veinticuatro horas. Cooper era un hueso duro de roer o una mala hierba, según a quien le preguntases. Cuando abandonó la cama de hospital no perdió el tiempo. Al día siguiente fui destituido de mi cargo como líder del equipo y sacado de la misión. No se me permitía acercarme a cualquier información u operativo relacionado con la Devoradora de almas conocida como Silver.

– Casi mueres tratando de salvarle la vida y ¿así es como te lo paga?

Max estaba indignada al conocer la noticia y no era para menos. Me jugué la vida para sacarlo del incendio donde con absoluta seguridad Cooper habría muerto y nada más poner un pie fuera del ala de enfermería me había apuñalado por la espalda.

– Ey, ¿habéis oído lo de la demanda? – nos pregunta Raven tras alcanzarnos en el medio del pasillo –. A los dueños de la discoteca se les va a caer el pelo.

– ¿Por qué? ¿Qué ha pasado? – Max la observa con curiosidad. Ni ella ni yo hemos escuchado nada sobre el tema –. ¿No tienen bastante con que el local se haya convertido en un montón de cenizas?

La estructura de la discoteca prácticamente había colapsado después de que los bomberos consiguiesen sofocar las llamas. Tan solo quedaban ruinas y escombros.

– Al parecer el sistema de prevención de incendios estaba desconectado y es por eso que los aspersores tardaron tanto en activarse – explica dejándonos estupefactos –. Lo peor es que no era la primera vez que pasaba algo así. El año pasado se reportó un incidente. Nada grave. Solo parte de una cortina que se quemó por culpa de una bengala, pero al igual que esta vez, el sistema no se activó.

– No puedo creerlo, ¡qué hijos de puta! – exclama Max echa una furia –. Tres de nuestros compañeros murieron calcinados solo porque ellos no querían que el terciopelo de las cortinas se arruinase con el agua.

Un pesado silencio se instala sobre nosotros. Tanto mis compañeras como yo nos sentíamos impotentes y frustrados.

– Espera – intervengo de repente al darme cuenta de algo –. Los aspersores sí que se activaron. Demasiado tarde, pero lo hicieron.

Cuando ya parecía que todo estaba perdido y Cooper y yo estábamos rodeados por el fuego, el agua comenzó a caer sobre nosotros sofocando el muro de fuego que nos rodeaba y permitiéndonos escapar.

Raven asiente dándome la razón.

– Yo también le plantee la misma duda al departamento de bomberos cuando me hicieron saber lo de la demanda. Están convencidos de que alguien debió de activar los aspersores manualmente – explica.

Fue Silver. No había ni una sola duda en mi mente de que había sido ella. La mitad de nuestros compañeros ya había abandona el edificio mientras que la otra mitad había sucumbido bajo un destino muy diferente.

La pregunta era: ¿por qué lo hizo? ¿por qué cuando apenas unos minutos antes se había negado a ayudarme con la viga?

***

– ¿Todo bien? Hacía mucho que no venías por aquí – comenta Aleksy rellenando por tercera vez mi vaso. Inclina la botella y el licor verdoso baña los hielos que ni siquiera han tenido tiempo de derretirse después de beberme de un trago la copa anterior –. Bueno, supongo que es normal, ya que los cazadores no soléis salir mucho de la base.

No todo el mundo desconocía nuestra existencia. Mientras que para la mayoría solo éramos un puñado más de policías normales, algunas personas sabían perfectamente a lo que nos dedicábamos. Aleksy y yo nos conocimos hace un par de años cuando estuvo a punto de morir a manos de un Devorador de almas. Cada vez que pasaba por el pub en el que trabaja como camarero, me invitaba a una copa. Era su forma de agradecerme que aun conservase su alma. Teniendo en cuenta la naturaleza de mi trabajo y la necesidad de mantenerme alerta todo el tiempo, nuestros encuentros podían contarse con los dedos de una sola mano.