CAPÍTULO 20

1.1K 218 44
                                    

A pesar de que aún es temprano por la mañana, el cielo está poblado de nubes oscuras que avecinan tormenta, por lo que apenas entra luz en el despacho a través de la ventana. La Dra. Garmendia está encendiendo una cuarta vela que coloca junto a las otras tres que hay distribuidas sobre su escritorio. Se sorprende al vernos allí, pero reacciona de forma más serena que la recepcionista.

– Dra. Garmendia, ¿cierto? – quiero confirmar y ella asiente –. Estamos buscando a nuestra compañera Raven. Según tenemos entendido, hace poco que se ha reunido con ella.

– Oh, sí. Así es. Pero, por favor, no me llaméis de usted. Me hace sentir demasiado mayor y ni siquiera he cumplido los cuarenta, aun me quedan un par de años para eso – responde con una sonrisa.

– Disculpe, no quería ofenderla. Pero dada su posición seguiré tratándola de "usted" si no le molesta

– Oh – exclama de nuevo, pero esta vez sorprendida por mi negativa –. Si es por eso entonces no me parece mal – a la gente siempre se le debería tratar con respeto. Y aunque no fuese el típico médico veterano al que solemos estar acostumbrados, era igualmente una doctora y como tal merecía el mismo trato –. Su compañera estaba muy interesada en la causa de los fallecimientos que hemos tenido estos últimos días.

– ¿Y han conseguido averiguar qué es lo que los ha causado? – pregunto a pesar de tener una idea de lo que ha podido ser.

La doctora se sienta sobre su silla giratoria con un suspiro. Su mirada adquiere un deje de tristeza mientras su boca se crispa con frustración.

– Creemos que se trata de alguna enfermedad que ataca a su sistema inmune, aunque todavía no hemos conseguido llegar a un diagnóstico definitivo. Es como si la energía simplemente hubiese abandonado sus cuerpos. Es tan extraño... ¿Sabe lo que es no poder explicarles a las familias de esos niños la razón por la que sus hijos han muerto?

Lo sabía. Me había enfrentado a alguna situación similar debido a la naturaleza de mi trabajo. Siempre resultaba complicado explicarles a las personas cómo habían muerto sus seres queridos sin decirles la verdad: que un Devorador de almas les había, literalmente, succionado el alma hasta la muerte.

– Les enviaremos a alguien para que les ayude a averiguarlo – le ofrezco.

A veces, en casos especiales como este, mandaban desde la base a uno de nuestros médicos, forenses o científicos para que les informasen de lo que realmente había sucedido o, por el contrario, para que fabricasen una causa creíble. No sería yo quién decidiese cuál de las dos opciones iba a escogerse esta vez.

– Eso sería genial, gracias – responde la doctora con algo de alivio.

Podía imaginar la clase de carga que llevaba sobre sus hombros. Un peso que probablemente le impedía dormir por las noches. El cansancio en su rostro y su posición agotada sobre la silla eran prueba de ello.

– Por cierto, Dra. Garmendia. ¿Puede explicarnos a qué se debe el corte de luz? Nos ha pillado por sorpresa mientras subíamos en el ascensor y hemos tenido problemas.

– ¿¡Cómo!? – exclama ella sorprendida –. Le dije al celador que precintase todos los ascensores. El apagón estaba programado para hoy y durante el par de horas que va a durar, el uso de ascensores y otros aparatos eléctricos puede resultar peligroso.

– Así que el apagón no es casualidad. ¿Han tenido problemas con la electricidad últimamente?

– Sí. Sobre todo en esta planta. Las bombillas no dejan de fundirse y las cámaras de seguridad no hacen más que fallar. Por eso han cortado la energía eléctrica, para intentar averiguar el problema.

Devoradora de almas | EN PAUSA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora