CAPÍTULO 44

1K 175 47
                                    

Tap-tap.

Mis pasos, lentos y cansados, son el único sonido que llena los pasillos de la base. Todavía queda algún cazador que se apresura a los ascensores que conducen a los pisos inferiores donde se localiza el garaje. La mayoría de las misiones se desarrollan durante la noche, pues es cuando los Devoradores de almas suelen salir a alimentarse. Es tarde y hace rato que los efectivos ya están en sus respectivos campos. Desde que soy instructor ya no tengo que preocuparme por correr de un lado a otro. Ya no siento ese nerviosismo previo antes de llegar al lugar o la adrenalina que acompaña a la sola acción de empuñar un arma. No. Hace mucho que no siento todas esas cosas. Lo peor es que pensaba que no las echaría de menos, pero... estaba equivocado.

Me limpio el sudor de la frente con una pequeña toalla por tercera vez. Es posible que me haya excedido en el gimnasio. El agarrotamiento de mis cuádriceps y el ardor en mis bíceps es prueba de ello. Pero necesitaba despejarme. Necesitaba dejar salir toda esa tensión y frustración que me ahoga. Aunque no solo es frustración, también hay ira.

Brett hablando con Frankie durante la comida como si ahora fueran amigos no me molesta. Lo que sí me pone de los nervios es la insistencia de Key, su claro interés en Frankie está empezando a cabrearme. Si no conociese su asquerosa naturaleza, supongo que me daría igual. Frankie es una chica bonita. Quizás no lo pareciese antes, pero desde que su salud ha mejorado, su rostro se ha llenado de luz y sus caderas están más llenas, es obvio que tiene cierto encanto. No es de extrañar que algún hombre muestre interés en ella, pero Key... no me gusta. Mi instinto me dice que es una mala persona a pesar de sus sonrisas encantadoras, sus hoyuelos y su labia.

Giro la esquina y llego al ala de los dormitorios. La puerta de mi habitación es la tercera a mi derecha. Me paro, extiendo la mano hacia el pomo y me congelo. Mis dedos quedan suspendidos en el aire casi rozando el pomo mientras mi atención cae sobre unas pequeñas gotas de color rojo en el suelo. Con el ceño profundamente fruncido, flexiono las piernas y me agacho. Deslizo mis dedos sobre las manchas, los acerco a mi nariz e inspiro.

Sangre.

Aún caliente.

Me incorporo lentamente sin apartar los ojos de la puerta. Esas gotas están justo en frente de mi habitación como si la persona a la que pertenecieran se hubiese parado ahí o incluso hubiera irrumpido dentro. Miro a mi alrededor. El pasillo está desierto.

<<Debería dar la voz de alarma>>, recuerdo el protocolo, pero por alguna extraña razón en lugar de hacerlo abro la puerta y entro.

Me muevo despacio y en silencio sin emitir sonido alguno. La puerta del baño está entreabierta y un reguero de luz se cuela por la rendija.

Hay alguien dentro.

En lugar de dirigirme ahí directamente, paso de largo y abro uno de los cajones del armario. Agarro una pistola, me aseguro de que está cargada y giro hacia el baño. Camino de forma silenciosa con el arma agarrada fuertemente entre mis manos y apuntando hacia delante. Oigo el agua del grifo correr. Siento la adrenalina corriendo por mis venas mientras los latidos de mi corazón se aceleran. Empujo la puerta lentamente intentando no hacer ruido y lo que veo no tiene sentido. Ningún sentido.

— ¿Frankie?

Frankie está frente al lavabo, las manos apoyadas a ambos lados, el cuerpo ligeramente encorvado hacia delante como si estuviese sosteniéndose para no caer y los ojos cerrados. El grifo está completamente abierto, pero no le hace caso, como si se hubiese olvidado de él. Entonces, hablo y ella levanta la cabeza de golpe. Sus párpados se separan y me mira con sorpresa.

— Derek — murmura y su voz sueña extraña, como estrangulada —. No esperaba que volvieses tan pronto.

Me fijo en su respiración. Está acelerada. Una fina capa de sudor empapa su rostro. Alguna gotitas incluso se deslizan por su cuello. Y sus brazos... Oh, dios. Están cubiertos de sangre.

Devoradora de almas | EN PAUSA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora