CAPÍTULO 26

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– ¡Tú y tú! – les grita Cooper a varios cazadores hecho una furia –. ¿A qué cojones estáis esperando? ¡Encontradla!

Ellos obedecen las ordenes y se marchan apresurados en busca de Coraline.

– Me parece a mí que alguien está cavando su propia tumba – el frío tono con el que Silver pronuncia esas palabras, sin duda, atrae la atención de todos los presentes.

Las ondas de su cabello castaño claro reflejan la luz de la luna y en su rostro, el destello amarillento de sus ojos le confiere esa aura inhumana que tantas veces me ha hecho darme cuenta de a quién tenía frente a mí. A una peligrosa Devoradora de almas.

– Cuidado, fiera – le advierte Cooper esta vez agarrándome por detrás del cuello y presionando su arma aun más fuerte contra mi sien –. Da un solo paso más y le volaré los sesos.

– Venga, Cooper. Ambos sabemos que no matarás a tu amigo – le provoca ella con una media sonrisa en sus labios.

– Tienes razón – asiente él con una extraña calma cubriendo su semblante –. Jamás le haría daño a un amigo. Por desgracia, hace tiempo que Derek y yo dejamos de ser amigos.

Entonces, Cooper me obliga a estirar el brazo y dispara. La bala atraviesa mi antebrazo y se pierde entre la tierra que cubre el camino bajo mis rodillas. Mi grito de dolor retumba bajo el puente. Sin perder el tiempo, Cooper me suelta y vuelve a apuntarme a la cabeza.

– ¡Oh, Dios mío! ¡Cooper! ¿Es que has perdido completamente la cabeza? – escucho a Max gritar horrorizada tras de mí.

Sin embargo, su voz es una bruma lejana en mis oídos en los que escucho un intenso pitido provocado por la fuerte detonación del disparo. A pesar del intenso dolor, presiono mi brazo contra mi pecho mientras que con la otra mano hago presión sobre la herida tratando de parar la hemorragia. La agonía se intensifica y trato de controlar mi respiración. Inspiro profundamente para después dejar salir el aire de forma lenta a través de mis fosas nasales. Adolorido, furioso y frustrado. Así es como me sentía tras haberme convertido en un maldito títere indefenso en sus manos.

Frente a nosotros, Silver se ha quedado muy quieta. Sus ojos continúan brillando, pero la sonrisa ha desaparecido de su rostro.

– Has cometido un grave error pensando que podrías salir ilesa de esto – habla Cooper con tono de voz elevado –. Conseguiste huir de tu celda en la base y abandonar las instalaciones fácilmente. Provocaste un incendio y lograste escapar utilizando a Derek como rehén. Una y otra vez has conseguido huir, pero esta vez no vas a lograrlo. Esta vez es diferente y ¿sabes por qué? – sin esperar respuesta a su pregunta, Cooper continúa hablando con la barbilla elevada y semblante orgulloso –. Porque te has creado a ti misma una debilidad.

Al escuchar eso Silver me mira sorprendida y los latidos de mi corazón adquieren un ritmo frenético en el interior de mi pecho.

– ¿Él? – murmura ella al comprender de que debilidad está hablando –. Concuerdo con tu compañera, Cooper. Has debido de perder la cordura. No siento absolutamente nada por ese cazador.

La convicción con la que pronuncia esas palabras me habrían hecho creerla de no ser por la expresión de su rostro y, desafortunadamente, Cooper también se da cuenta.

– Mientes – se carcajea él –. Mírate. En cuanto le he disparado tu rostro ha perdido todo el color. ¡Estás tan blanca como la leche! ¿Me pregunto qué pasará si esta vez lo mato?

Mientras habla, Cooper presiona ligeramente el gatillo del arma sin llegar a accionarlo del todo. Casi puedo ver mi vida pasar ante mis ojos como un caleidoscopio de imágenes a todo color. Él estaba dispuesto a matarme para responder a esa pregunta. Algo obvio no solo para mi sino también para Silver que deja de fingir indiferencia y actúa.

Devoradora de almas | EN PAUSA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora