CAPÍTULO 37

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– Deberías disimular un poco – me aconseja Max sentada al otro lado de la mesa en el comedor.

Mi cabeza gira como un látigo en su dirección.

– ¿El qué? – le pregunto con los ojos entrecerrados.

– No has dejado de mirarla fijamente desde que ha entrado – aclara Max bajando el tono de su voz para que los otros miembros de su equipo, que también ocupan la mesa, no puedan escucharla –. Se va a dar cuenta.

Resoplo.

– No la estaba mirando a ella – miento.

Sí, sí que la he estado mirando. Desde que Frankie ha puesto un pie en la habitación mis ojos no se han apartado de ella. Ahora está guardando su turno en la cola, con una bandeja entre las manos, esperando para elegir su comida. Después se irá a sentar a una mesa sola. Como hace siempre. Bianca, la chica tímida y regordeta, ya no se sienta con ella.

Han pasado dos semanas desde que tuve ese maldito sueño. Ese en el que devoro la boca de Frankie de forma lujuriosa después de asegurarle que no la deseo ni tampoco lo haré en un futuro. Cada vez que lo recuerdo, que las vivas imágenes de ese encuentro ficticio inundan mi mente, mi cuerpo se calienta por la vergüenza.

Después de aquello tomé la sabia decisión de mantenerme alejado y crear una sana distancia entre nosotros. En los entrenamientos le hablo lo justo, no más que a los demás, pero sobre todo no me acerco y mucho menos la toco, como aquella vez durante la primera práctica con el arco.

– Pues lo parecía – insiste Max y ahora es ella la que estrecha los ojos en mi dirección. Ambos nos sostenemos la mirada como si se tratase de una lucha hasta que finalmente ella cede y tras emitir un profundo suspiro pone los ojos en blanco –. En fin, ¿cómo va su entrenamiento? ¿Está mejorando?

No es que esté cambiando de tema precisamente, pero...

– Si existiese un ranking... – comento mientras de reojo continuo mirando a Frankie que afianza con fuerza la bandeja ahora cargada hasta los topes de comida y se encamina hacia una mesa vacía –... ella estaría en la parte más baja.

No tenemos ranking y tampoco se asignan notas. "Aprobar" o, más bien, superar los seis meses de entrenamiento depende únicamente de la voluntad propia de cada uno.

– Oh – murmura Max sin más algo decepcionada –. Tal vez, me equivoqué. Quizás no tenga el potencial que creí en su momento.

En lugar de darle la razón como habría hecho el primer día, me quedo callado. Frankie tiene potencial. De eso no hay ninguna duda en mi mente. El problema son los temblores, las náuseas y la dificultad que tiene para concentrarse. Hay veces en las que la veo con la mirada perdida, como si no viese u oyese nada, veces en las que parece que su mente está en otro mundo, en otro tiempo... Pero cuando se esfuerza en atender mis explicaciones sobre cómo sostener un arma o realizar un movimiento de combate ella es la primera en adoptar la postura correcta. Lástima que después siempre acabe fallando el objetivo o perdiendo el equilibrio. Aún está débil y eso le impide avanzar.

De repente, una escena llama mi atención. Frankie y Brett están hablando o más correcto sería decir que están discutiendo. Entonces, se escucha un fuerte estruendo y es obvio, tanto para mí como para los demás, que aquello no va a acabar bien. La rabia que retuerce el rostro de Frankie resulta tan alarmante que sin darme cuenta ya me estoy levantando de mi asiento.

 La rabia que retuerce el rostro de Frankie resulta tan alarmante que sin darme cuenta ya me estoy levantando de mi asiento

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