CAPÍTULO 47

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Un par de horas más tarde, el estado de cierre de la base es anulado. Tras no encontrar a ningún intruso o sospecho de asesinato de Key solo quedaba esperar a los resultados de la autopsia y estudio de las pruebas recogidas en la escena. Sangre, huellas, cabello... solo es cuestión de tiempo que las pistas acaben conduciéndoles hasta Frankie.

Soy un desastre.

Estoy hecho un lío.

Mis pensamientos van a mil por hora. Reproducen una y otra vez los eventos de esta noche y todavía soy incapaz de creérmelo del todo. Key, a quien he conocido y detestado desde hace cuatro años, está muerto. Y Frankie...uff... aun siento el dulce sabor de sus labios contra los míos y me pican los dedos al recordar la forma en la que la había presionado contra mí. ¿Cómo podía haber tenido tan poca fuerza de voluntad? La había dejado jugar conmigo como había querido y había quedado en evidencia quién era la que tenía todo el control de la situación. Estaba cabreado y al mismo tiempo no. No me arrepentía de lo que había pasado, pero tampoco me sentía orgulloso.

También estoy confuso. Muy pero que muy confuso. La forma en la que había actuado Frankie esta noche, no se parece en nada a la chica débil y callada que conocí el primer día de entrenamiento. Esta Frankie hablaba de forma directa, sin guardarse nada, sin pelos en la lengua. Cada uno de sus movimientos denotaba una seguridad innata que muy pocas personas eran capaces de lograr. Y luego estaban algunas de sus expresiones. Frases que había dicho en ciertas ocasiones y que me habían hecho recordar a otra persona diciéndolas. Aunque no quisiera admitirlo, Frankie se parecía demasiado a ella...

<< Silver>>

Con solo recordar su nombre siento una dolorosa punzada en el pecho. Lo poco que había compartido con ella había sido tan intenso... y ¿no estaba pasando algo similar en la actualidad con Frankie? Siento por ella una atracción incontrolable que tan solo he experimentado con Silver, algo que no creí que volviese a vivir.

El hilo de mis pensamientos se corta cuando veo a Max sentada bajo una farola. Nuestra farola ahora, aunque en el pasado solía ser solo mía. Era el lugar al que venía a ahogar mis penas. Por lo general, encendía un cigarro y me lo fumaba bajo la fría luz de la bombilla acompañado tan solo la culpa, el arrepentimiento y el pesar. Demonios que todavía me perseguían de vez en cuando. Sin embargo, ahora que ya no fumo no tengo nada que hacer con mis manos. Ni siquiera sé donde ponerlas mientras me siento en la acera al lado de Max. Eso solo me hace sentir más nervioso e incómodo.

— Si no hubiese pasado lo Key... — empieza ella. La noche está despejada. Ni una sola nube empaña la negritud del cielo surcado de brillantes estrellas. La luna llena, enorme y redonda, nos observa desde un punto próximo al horizonte — ... probablemente ahora me estaría partiendo de la risa. Te diría algo como: "¿no fuiste tú quien dijo que las chicas como ella, las que no respetan la autoridad y son incapaces de seguir las normas, solo traen problemas?"

— Puedo explicarlo

¿Puedo, realmente? No. No creo que pueda, pero lo intentaría.

Max niega con la cabeza.

— No necesito que me lo expliques, Derek. Ya eres mayorcito y ella también. No necesito saber porque razón estabais los dos comiendoos la boca con semejante desesperación. Jamás te había visto en una situación así y he de añadir que no quiero volver a hacerlo. Iugh, no — añade con vehemencia. No puedo evitar sentir cierta vergüenza al recordar como Max nos había pillado a Frankie y a mí con las manos en la masa. Sin forma ninguna de desmentir lo que estábamos haciendo —. Lo único que quiero saber es desde cuando. ¿Cuánto hace que estáis juntos?

Casi me atraganto con mi propio aliento.

— No estamos juntos — Frankie y yo tenemos una conversación pendiente, pero todavía es muy pronto como para valorar algo así. Ni siquiera nos conocemos del todo, de hecho, no sé prácticamente nada de ella. Algo que en algún momento tendremos que remediar —. Esta ha sido la primera vez que... bueno... nos hemos enrollado.

Devoradora de almas | EN PAUSA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora