CAPÍTULO 17

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Una diminuta gota de sudor desciende por mi nuca dejando un reguero de tibia humedad.

– Pero conseguiste salir de ese pozo – hablo tratando de reconducir no solo la conversación sino también mis inapropiados pensamientos.

– Alguien me dijo que nadie más podía dictar quién era. Que tan solo yo misma podía decidirlo – habla con la mirada perdida como si vislumbrase a la persona que le dijo aquellas importantes palabras y poco a poco el destello inhumano de sus ojos se desvanece. Sin embargo, Silver no revela quién fue y a pesar de mi curiosidad, elijo no indagar sobre ello y continúo escuchando la historia –. Fue entonces cuando empecé a abrir los ojos y a ver a mi hermana por lo que realmente era: un monstruo. Tan centrada estaba en mi angustia personal que había estado ignorando sus actividades. Mi hermana tenía un gusto especial por las almas de los niños y no se molestaba en reprimirlo. A diferencia de mí se ocupó de que las muertes pareciesen provocadas por una enfermedad, por lo que el gran número de bajas entre infantes jamás atrajo sospechas hacia ella. El chute de energía que conseguía al alimentarse de esas almas la convirtió en una Devoradora fuerte y poderosa. Me di cuenta entonces de que necesitaba alejarme de ella antes de que cayese más profundamente en su tenebrosa espiral, así que intenté huir. Y por muchos años lo conseguí. Aquello me vino bien y comencé a evolucionar. Me volví más segura de mí misma y empecé a disfrutar recibiendo la atención de los demás.

– Pero al final, tu hermana te encontró – aventuro.

Los ojos azulados de Silver se clavan en los míos.

– Sí. Ese maldito cuadro la atrajo hacia mí como un faro. Por supuesto, ella aparentaba no estar enfadada y sentir una enorme felicidad de habernos reunido por fin. Por un momento, titubee. A pesar de todo, la había echado de menos. No al monstruo sin sentimientos que realmente era sino a mi hermana. La persona que había estado a mi lado desde el nacimiento. Ella me aseguró que no debía preocuparme, que ya no devoraba las almas de los niños y que eso había quedado en el pasado – Silver chasquea sus dedos –. Así sin más. Problema resuelto. Afortunadamente, yo había dejado de ser inocente hace mucho tiempo, pero fingí creerme todas y cada una de las mentiras que salían por su boca.

– ¿Para qué fingir? – pregunto confuso, pero también curioso –. Porque no irte de nuevo. Era obvio que estabas mejor sin ella.

– Porque había oído los rumores. Mi hermana se había hecho un nombre entre los Devoradores de almas. ¿Sabes cómo la llamaban? – sabía que su pregunta no esperaba respuesta por mi parte, pero aun así niego con la cabeza, absorto en la historia y en su mirada penetrante –. "La asesina blanca" porque cazaba a niños inocentes. Alguien así no se detenía de la noche a la mañana y no podía permitir que siguiese cometiendo esos horribles actos. Era mi hermana y sentía que era mi responsabilidad pararla antes de que se perdiera del todo. En mi mente perduraba una pequeña mota de esperanza de recuperar a esa inocente niña que jugaba conmigo al pilla-pilla en los jardines de nuestra casa.

Lo comprendía. Yo sentía algo similar cuando miraba a Cooper. Había una parte de mí que quería recuperar nuestra amistad del pasado aun a sabiendas de que era algo imposible.

– ¿Fue entonces cuando la mataste? – pregunto.

– Fue pocos días después, sí – asiente ella ­–. Una noche, mientras cenábamos le pregunte: "¿a cuántos niños has matado"? – una de mis cejas se eleva con sorpresa y Silver sonríe amargamente –. Recuerdo la cara que puso. Era obvio que no se lo esperaba y trató de evadir la pregunta, pero yo insistí. Sabía que mi hermana conocía el número exacto de las vidas que había arrebatado. Era demasiado meticulosa como para no hacerlo. No recuerdo el número exacto, pero sí lo que sentí al escuchar la cifra y al ver la falta de emoción en su expresión al confesarla. En aquel momento, algo se rompió en mi interior. Quizás fuese mi corazón al darme cuenta de que mi hermana ya no existía. Así que me levanté, fingí darle un abrazo y le dije: "No importa. Somos hermanas. Todo está bien". Y, entonces, le corte la cabeza con el cuchillo de plata que había sobre la mesa.

Devoradora de almas | EN PAUSA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora