CAPÍTULO 10

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Sobresaltado, me levanto con rapidez y giro listo para disparar. Sin embargo, cuando finalmente la enfrento mi dedo se detienen antes de presionar el gatillo. Silver está tranquilamente apoyada contra uno de los mostradores con los brazos cruzados como si no acabase de huir de una celda y no hubiese numerosos cazadores peinando cada rincón de las instalaciones en su busca. En seguida me doy cuenta de a donde ha ido a parar la camisa del científico. Al ser varias tallas por encima de la suya, Silver se ha visto obligada a remangar las mangas hasta dejarlas ligeramente por debajo de sus codos. La parte inferior es tan larga que cubre hasta la mitad de sus muslos. Por suerte todavía mantiene sus pantalones. La tonalidad de la camisa hace juego con sus ojos que ya no desprenden ese brillo mortífero que había quedado recogido en la grabación.

– ¿Qué estás haciendo aquí?

El laboratorio carecía de salidas de emergencia adicionales. Si quería escapar del Centro de mando este no era el mejor camino que podía tomar.

– Tenía curiosidad – responde ella mirando a su alrededor –. Quería saber si habíais obtenido algo sustancioso de mi sangre – sus ojos se detienen en un punto y al seguir la dirección de su mirada descubro un ordenador encendido. En la pantalla se muestran complicadas gráficas y diversas tablas –, pero tu gente ni siquiera ha sabido datarla con precisión. Ahí pone que tengo entre doscientos y trescientos años.

Silver resopla.

Incluso yo sabía que eso no era cierto pues el cuadro fue pintado por Diego Velázquez en 1650, hace exactamente 372 años. Sin embargo, al desconocer la fecha en la que Silver había dejado de ser humana no sabíamos cuantos más había que sumarle a ese dato.

– Te arriesgas mucho solo por una curiosidad – comento dando un paso adelante y colocando el cañón del arma casi rozando su pecho. El cosquilleo comienza a hormiguear en la yema de mis dedos –. Podría dispararte en cualquier momento.

Silver no se molesta en apartarse y me mira desafiante.

– Entonces, hazlo. Dispara.

Como si se tratase de una lucha de miradas ambos mantenemos nuestros ojos fijos en los del otro. La tensión se incrementa a nuestro alrededor y la temperatura de la habitación parece subir varios grados.

– ¿Por qué lo mataste? – hago entonces la pregunta que llevaba tiempo luchando por salir.

El repentino cambio de tema la deja descolocada durante unos instantes.

– Tendrás que ser más concreto

Entendía su confusión. Hasta el momento Silver había acabado con la vida de dos Devoradores de almas, un niño y un cazador. Así que, ¿por cuál de todos ellos le estaba preguntando?

– El niño – especifico sin poder evitar ejercer cierta presión con mi arma contra la tela de su camisa –. ¿Por qué lo mataste?

Silver me observa durante varios segundos en silencio como si estuviese estudiando mis reacciones, casi como si quisiese entrar en mi cabeza y leer mis pensamientos.

– Si me estás haciendo esa pregunta, Derek, es porque ya conoces la respuesta – susurra inclinándose ligeramente hacia delante ignorando el arma que hay entre nosotros –. Ese niño debía morir.

En el momento en el que Raven nos había revelado el resultado de la autopsia y lo descrito en el informe de balística enviados por la Policía Local empecé a sospechar que Silver no lo había matado solo porque sí.

– ¿Cómo sabías que había sido él el autor de los asesinatos?

– ¿Recuerdas a los Devoradores del callejón? Sabía que siguiéndolos descubriría el paradero de Aurelio Moncada, ya que trabajaban para él. Poco antes de ese día... – ella se refería a la noche en la que les arrancó el corazón a ambos –... vi a uno de ellos hablando con una mujer a la salida de un pequeño supermercado. Parecía que no era la primera vez que hablaban puesto que ella no dejaba de hacerle unas preguntas demasiado específicas. Hay Devoradores de almas que disfrutan convenciendo a inocentes desesperados para que cometan asesinatos y después se suiciden. Muchos de ellos ni siquiera llegan a transformarse pues al final acaba sintiendo arrepentimiento por lo que han hecho. Además, no solo le proporcionó la información que necesitaba, sino que también le dio los medios para llevarlo a cabo.

Devoradora de almas | EN PAUSA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora