El resto de los novatos parecen conocer bastante bien las instalaciones. Deben haberles dado un tour previo. Por desgracia yo no he recibido tal cortesía, así que me veo obligada a seguirlos sin saber qué otra cosa hacer. Llegamos a lo que parece ser una cafetería donde se sirven las comidas. Imito a mis compañeros y agarro una bandeja. Me pongo a la cola y espero pacientemente mi turno para llenar mi plato con comida. Estoy decidida a rellenar lo más rápido posible este saco de huesos que me ha tocado por cuerpo, así que cuando llega mi turno construyo, literalmente, una torre de espaguetis en mi plato. Los que esperan detrás de mí en la cola se quedan boquiabiertos.
Elijo una mesa vacía y me siento dispuesta a comerme hasta la última migaja. No importa si mi estómago es demasiado pequeño. Comeré hasta reventar si es necesario. Estoy haciendo justamente esto cuando veo que alguien se detiene al otro lado de la mesa. Elevo la cabeza y descubro a Bianca mirándome dubitativa.
– ¿Puedo sentarme?
Suspiro.
– ¿Acaso ves mi nombre escrito por aquí? – la cuestiono elevando una ceja.
– ¿N-no? – duda.
Es un hecho. Esta mujer no tiene sangre en las venas.
– Entonces, ¿por qué estás ahí plantada como un pasmarote preguntándome si puedes sentarte o no? La mesa no es mía. Siéntate donde quieras.
A pesar de lo borde que estoy siendo con ella, Bianca dibuja una pequeña sonrisa en su rostro y toma asiento frente a mí. Señor, dame paciencia, imploro.
– ¿Vas a comerte todo eso? – pregunta ella rato después cuando finalmente parece reunir el coraje suficiente como para hablarme de nuevo.
– ¿Y tú? ¿Vas a comer solo eso? – contraataco mirando su bandeja con extrañeza. Una ensalada, una manzana y una botella de agua mineral. Nada más –. Matarte de hambre para adelgazar no es a lo que me refería cuando te he dicho que hicieses algo al respecto – sus mejillas se colorean de rojo y agacha la cabeza –. Mira, lo que digan los demás de ti debería darte igual. Lo único que importa aquí es tu objetivo.
– ¿Mi objetivo?
– Sí, la razón por la que estás aquí. Quieres trabajar en el laboratorio, ¿cierto? – Bianca parpadea sorprendida.
Claramente, no recuerda que lo ha pregonado a los cuatro vientos tras levantar la mano durante la sesión de entrenamiento. Entonces, asiente.
– Sí, al igual que mi madre, quiero dedicarme a la investigación. Hay tantas cosas que no sabemos todavía y, ¿quién sabe?, quizás los Devoradores de almas sean la clave para descubrirlas – explica con la emoción brillando por primera vez en sus ojos. Por desgracia, ésta no tarda en desvanecerse –, pero no sabía que tendría que pasar por el mismo entrenamiento que los demás cazadores. No sé si podré superar las pruebas físicas.
– ¿¡Y acaso crees que yo sí!? – exclamo señalándome a mí misma –, pero ¿tú me has visto? Parezco un esqueleto andante. Sin embargo, no pienso dejar que eso me detenga.
Mi objetivo no es convertirme en cazadora como le imploré ayer con desesperación a Maxime. No, lo que quiero conseguir realmente son respuestas. Averiguar la razón por la que he vuelto a este mundo cuatro años después de mi muerte y en un cuerpo que no es el mío. Por desgracia, este es el lugar más seguro para mí en mi penoso estado actual.
Bianca me mira embobada y pregunta:
– ¿Cómo puedes tener tanta seguridad en ti misma?
La respuesta a esa pregunta es sencilla: porque a pesar de que ahora me hago llamar Frankie sigo siendo Silver, la Devoradora de almas. Y aunque ya no fuese capaz de hacerlo de forma literal, devoraría a todo aquel que se interpusiera entre mi objetivo y yo.
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Devoradora de almas | EN PAUSA |
Science FictionDerek, cazador de alto rango y jefe de uno de los equipos especiales de operaciones, es algo más que un hombre extremadamente atractivo. Por eso cuando se enfrenta contra una peligrosa Devoradora de almas decide actuar de forma inteligente y dar un...