CAPÍTULO 14

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Piensa, Derek. Piensa.

El calor es tan intenso que siento la necesidad de quitarme la ropa, pero sabía que eso solo me haría más vulnerable a las quemaduras, así que limpio el sudor que cubre mi rostro y trato de buscar una solución. Necesitaba encontrar algo con lo que hacer palanca. Escaneo el lugar y descubro que no muy lejos de allí, una de las cortinas que cubren las paredes ha caído al suelo. La tela ha sido prácticamente consumida por las llamas, pero la barra metálica a la que estaba sujeta por enormes arandelas está intacta. El problema es el muro de fuego que se interpone en el camino.

Mis ojos son atraídos repentinamente por una cubitera olvidada encima de una mesa redondeada. Las llamas no la han alcanzado todavía. Corro hacia ella saltando por encima del soporte de iluminación derribado. La cubitera está tan caliente que el calor atraviesa la tela de los guantes y consigue alcanzar mis manos. El revestimiento dorado se ha calentado como si fuese una hoya y los cubitos se han derretido por completo. Sin embargo, eso es justo lo que necesitaba. Agua.

Lanzo lejos la botella de champán que había sumergida en el interior y agarro la cubitera para llevármela conmigo. De vuelta junto a Cooper, vierto el agua sobre mí. No hay mucha pero la suficiente para empapar mi rostro, brazos y piernas. Entonces, inspiro profundamente y corro en dirección al muro de fuego. No puedo evitar cerrar los ojos cuando lo atravieso. La sensación de abrasión dura un solo segundo y aparezco al otro lado completamente ileso. Suspiro con alivio.

Sin perder el tiempo, agarro la barra de metal de la cortina. Las arandelas emiten un tintineo cuando caen al suelo y me apresuro a volver junto a mi compañero. Sin embargo, esta vez no tengo tanta suerte a la hora de atravesar el fuego. Debido al intenso calor, mis ropas ya han empezado a secarse y cuando llego al otro lado algunas zonas de mi cuerpo están ardiendo.

–¡Mierda! – exclamo tratando de apagar las llamas con mis manos –. ¡Joder!

Consigo extinguir el fuego, pero siento el escozor en aquellas zonas de mi espalda donde he sido demasiado lento y el fuego ha alcanzado mi piel. Ignoro el dolor y coloco la fina barra de metal a modo de palanca. Aprieto los dientes y reúno toda la fuerza que poseo para hacer presión. Soy incapaz de contener el grito que ruge en mi pecho y lo dejo salir. La pesada estructura se levanta poco a poco y, entonces, con un último esfuerzo consigo desplazarla lo suficiente como para liberar el cuerpo de Cooper.

Agotado caigo al suelo de rodillas y toso. Empiezo a notar como los bordes de mi visión se desdibujan y mi mente se tambalea por el mareo. Las náuseas revuelven mi estómago amenazando con hacerme vomitar todo su contenido. Me arrastro hasta Cooper y tiro de él con las pocas fuerzas que me quedan. Inconsciente, su cuerpo parece haber doblado su peso y siento el dolor atravesando mis músculos con cada tirón.

Vislumbro la salida a lo lejos.

– ¡Vamos! Un último esfuerzo – me digo a mí mismo.

De repente, una lengua de fuego nos rodea cortándonos el paso. Una ventana ha estallado por el calor y la ráfaga de aire parece haber avivado el fuego. Me quedo inmóvil incapaz de avanzar o retroceder. Estamos atrapados. El humo parece inundar por completo mis pulmones y toso de forma descontrolada. La sensación de ahogamiento es horrible.

Entonces, cuando ya casi he asumido que ambos vamos a morir aquí, siento una gota caer en mi mejilla. Después, hay otra y a esa le sigue una tercera. Pronto un torrente de agua en forma de lluvia cae sobre nosotros. El sistema de antiincendios se había puesto finalmente en marcha. Observo tremendamente aliviado como las llamas empequeñecen. En lugar de quedarme a ver como el incendio muere me apresuro a abandonar el local.

Abro la puerta de salida de una patada y me precipito al exterior. El aire fresco golpea mi cara y trato de llenar mis pulmones con él. Pierdo el agarre de Cooper y este cae al suelo. Mis rodillas golpean el suelo y toso con violencia. Sin poder contenerlo por más tiempo vomito sobre el asfalto.

Devoradora de almas | EN PAUSA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora