CAPÍTULO 3

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Minutos más tarde observo como se aleja en dirección al reservado en el que está Aurelio Moncada. Desde aquí puedo verlo sentado en un cómodo sofá con una chica joven y despampanante presionada contra cada uno de sus costados. Hay un par de hombres que lo custodian a su espalda y otros dos más en la parte de delante. Cuatro Devoradores de almas que debemos eliminar antes de ir a por Moncada. Genial.

La Devoradora sube los escalones que conducen al reservado que está medio piso más elevado como si fuese una especie de balcón y se topa con dos hombres que le cortan el paso. Aurelio Moncada fija sus ojos en ella y, abruptamente, se levanta de un salto del asiento.

– ¡No puedo creer lo que ven mis ojos! Silver, amiga mía. Llevaba años sin saber de ti... – Aurelio se aproxima a ella con paso acelerado y toma sus manos para después depositar un beso en cada una de sus mejillas. El sonido llega claramente a mi oído gracias al pinganillo que la Devoradora ha aceptado llevar como única condición para acceder a dejarla hablar con él. Si tan importante era esa información que debía obtener quería saber de lo que se trataba. Al escuchar el apodo con el que se refiere a ella frunzo el ceño. Silver es la traducción al inglés de la palabra plata. Un elemento mortífero para los Devoradores de Almas –... había llegado a pensar que habías muerto.

La Devoradora, Silver, acepta la invitación de sentarse en el otro sofá frente a él y responde:

– Sí, supongo que tú y otros muchos creían lo mismo – en mi oído sus palabras suenan cortantes y algo irónicas, pero Aurelio Moncada ríe como si no hubiese sido más que una broma.

Cooper elige ese preciso momento para interrumpir mi vía de escucha.

– ¿Qué cojones está pasando, Derek? ¿Quién mierdas es esa tía y por qué la has mandado a hablar con el objetivo? Esto no es lo que habíamos planeado.

Supongo que desde la distancia podría parecer que me he acercado a una desconocida en la barra y le he pedido que vaya a hablar con el hombre en el reservado. Si el supiera... pero por el momento no me interesa que sepa la verdad y ponerme a discutir con él mientras me pierdo la conversación entre los dos Devoradores no era una opción.

– Daré las explicaciones más tarde. Ahora mantened posiciones y esperad a mi orden – le recuerdo a él y a todo el equipo, ya que el resto también está escuchando.

Cuando vuelvo a prestar atención a la zona del reservado me doy cuenta de que las acompañantes femeninas han desaparecido, así como el séquito de guardaespaldas. Aurelio Moncada debe confiar mucho en ella para deshacerse de su seguridad de ese modo, lo cual solo hace crecer mis dudas de si esto ha sido buena idea. Mi cerebro ya está pensando en un posible plan B para cuando la Devoradora nos delate.

– Como has pedido, ya estamos solos – está diciendo Moncada en ese momento –. ¿Qué es eso tan importante de lo que querías hablar?

– Aurelio, ¿cuánto tiempo llevamos siendo amigos?

Él parece pensarlo durante unos segundos.

– Ocho décadas si no me equivoco

Silver asiente.

– Ochenta años. El tiempo vuela – comenta ella. Mis esperanzas de que Silver tuviera menos de cien años como Devoradora de Almas se esfuman –. Verás, Aurelio. No estoy aquí por placer sino, más bien, por obligación.

–¿Por obligación? – repite él sin comprender –. ¿Qué quieres decir?

– Disculpa, no me he expresado correctamente. Quería decir que tú me has obligado a venir.

El rostro de Aurelio Moncada muestra la misma expresión que debe de estar reflejada en el mío. Absoluta confusión.

– ¿Yo? No entiendo que...

Devoradora de almas | EN PAUSA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora