Diego se despertó, se movió lentamente para no despertar a Sofia. Al levantarse de la cama vio por la ventana. Observo con detenimiento todo a su alrededor. Supo que sería muy difícil escapar de ahí. Tenía que robarse la tarjeta electrónica del auto, lo que sería muy difícil ya que Fernando y Paola salían y entraban de la privada. Diego tenía una sensación extraña, pero no sabía que era y tampoco como describirla. Diego entro al baño. Después de salir Sofia seguía dormida. Él se sentó en el borde de la cama, estaba con la cabeza agachada. Se asustó cuando la puerta se abrió. Era Fernando quien al ver a Sofia dormida lo saludo con la mano.
—Hola—dijo muy despacito—quería saber si todavía dormías—entro al cuarto y se sentó con mucho cuidado aun lado de él.
— ¿Por qué? —pregunto confundido.
—Hay que curar tu mano y ver si ya se pueden quitar los puntos—le sonrió — ¿vamos a fuera? —caminaron a la salida.
—Si—dijo él con un poco de miedo.
—No tengas miedo pequeño, no va a haber agujas—le revolvió el pelo. Bajaron las escaleras.
— ¿De verdad? —dijo despacio.
—Sí, te lo prometo, vamos a mi consultorio—era un pequeño cuarto que tenía en su casa para cuando tuviera que atender a algún niño cuando no estuviera en el hospital— ¿Qué pasa Diego? —dijo al notar que se quedo en la puerta.
—Nada—contesto tímido, pero no quería decirle que tenia miedo.
—Diego—dijo agachándose a su altura— ¿prefieres que te cure en la sala? —dijo amablemente.
—Si—dijo él.
—Bien, espérame en el sillón—Fernando fue por las cosas que necesitaba a su consultorio.
Diego se sentó. Paola fue a ver si Sofia estaba despierta, pero no fue así. Fernando volvió.
—Campeón—le dijo—préstame tu mano—extendió su mano.
Diego puso su mano en la de Fernando.
—No te va a dolor—le dijo sonriendo un poco para darle confianza. Fernando le quito la venda, lavo la herida con agua y jabón con sumo cuidado—ya puedo quitarte los puntos—saco un bisturí.
—Está bien—dijo Diego asustado.
Fernando cortó el primer punto. Diego sintió un pequeño jalón. Con los demás no sintió nada. Fernando tenía mucha experiencia y fue hábil.
—Terminamos pequeño—Fernando le sonrió.
Diego estaba experimentando sentimientos que nunca antes había sentido por nadie. Fernando y su esposa eran personas buenas, que solo querían ayudarlos a él y Sofia, pero al escuchar a Sofia que no quería tener una nueva familia y Diego la consideraba su hermana, no sabía qué hacer. Sofia siempre lo acompaño en los momentos más difíciles y él a ella, ellos solo se tenían el uno al otro.
—Gracias—dijo Diego también sonriente.
— ¿Vamos a comer? —le pregunto con el mismo ánimo.
—Voy a ver si Sofia esta despierta.
—Ve campeón.
Diego subió las escaleras. Cuando abrió la puerta se dio cuenta que Sofia estaba sentada a la orilla de la cama. Ella noto que él ya no tenía la mano vendada.
—Hola Sofia—le sonrió.
— ¿Qué paso con tu mano?
—El señor me quito los puntos cuando tú estabas dormida, fue muy amable.