-Mami por favor ya no me pegues-le decía llorando-me duele mucho-dijo habiéndose bolita en el piso.
-Eres un inútil que no sirve para nada-le dijo ella muy fuerte enojada.
Dejo al niño en el piso llorando hecho bolita. Cuando su mamá salió de su cuarto se levantó para acostarse en la cama. Lloró un rato más y cuando se calmo fue al baño para lavarse la carita y las heridas, al contacto con el agua, le ardió mucho la herida del labio, casi toda la mitad derecha lo tenía rotó y le salió algo de sangre. Con su playera hizo presión en la herida y le dolió un poco. Aunque era pequeño ya estaba acostumbrado a las golpizas qué su madre le daba cada vez que no traía el suficiente dinero a casa y ella no podía comprar su botella de alcohol. Tomás se durmió con mucha hambre y llorando. No entendía porque su mamá lo trataba así, si él siempre hacía lo mejor que podía. Cuando despertó y se vio en el espejo, ya no le dio tanta importancia verse todo golpeado. Se quito la playera y todo su torso estaba lleno de moretones y lo mismo en espalda, algunos estaban morados, otros azules, otro amarillo y algunos ya estaba desapareciendo.
-Tomás-le dijo su madre entrando al cuarto-más te vale que llegues con el dinero suficiente, si no ya sabes como te va a ir-le dijo enojada-ya vete a pedir dinero o mejor, robate alguna cartera.
Tomás se supo la playera, estaba sucia, pero no tenía otra, su madre no le compraba ropa y tampoco le lavaba la poquita que tenía, tenía que hacerlo él, cuando llegara de pedir dinero y el día anterior de lo golpeado qué estaba no lo hizo. Tomás se fue a pedir dinero, pero muy pocas persona le daban y se junto con unos niños mayores que él que sabía que ellos sabían conseguir dinero y así fue como empezó a robar, pues no quería que su madre lo golpeara más. Al ser tan pequeño no sabía que lo que hacia estaba mal, pues pensó que no lo era si su madre se lo había ordenado. Los niños más grandes ya no eran tan niños, eran adolescente y como vieron a Tomás pequeño, podían meterlo por las ventanas, era tan delgado que donde quiera cabía y empezaron a robar una tienda departamental, con ayuda de Tomás. Ellos le enseñaron todo lo que sabían y Tomás era inteligente y aprendió rápido el oficio. Pero los adolescentes lograban engañarlo y le daban muy poco dinero, ya que todo lo que robaban lo vendían y de ahí se repartian, pero como Tomás no sabía nada de eso, los chavos le daban lo que querían, era suficiente para que su madre siempre tuviese una botella de alcohol, pues era una alcohólica, que al estar en ese estado ni se acordaba que tenía un hijo y Tomás debía de comer en la calle lo que pudiera. Cuando se emborachaba que era prácticamente todos los días, gracias a su hijo, no le tomaba en cuanto y no lo golpeaba. Tomás dormía tranquilo, aunque en realidad la cama no ayudaba en nada, tenía los resortes salidos y le picaban en la espalda. Muchas veces mejor dormia en el suelo helado y dormía más cómodo. Un día salió de su casa sin imaginarse qué conocería a una señora muy buena, según su descripción, ella lo había defendido de un señor en un restante y le había dado dinero para curar a su mamá, pues ella le decía que estaba enferma y debía de tomar alcohol para estar bien. Y en realidad si estaba enferma de alcoholismo grave, sin saberlo Gloria desde hacía años había estado desarrollando un cirrosis hepática que al no cuidarse, poco a poco fue volviendose cada vez más grave. Pues por estar todo el día alcoholizada, casi no ingeria alimento y cuando lo hacía, era comida chatarra. Tomás estaba preocupado por su mami y según él quería que se curará, pero ella no hacía nada para cambiar su situación y su hijo era el que se estaba llevando la peor parte. A sus 5 años ya tenía un historial criminal y estaba ayudando a su madre a morir lentamente sin el darse cuenta de nada. Al llegar a su casa Tomás no podía dejar de pensar de que a pesar de estar sucio y golpeado, la señora bonita le había dado comida y dinero. Se durmió pensando en ella y en lo bien que lo había tratado, pero Tomás jamás imaginó que él en ella también había dejado una fuerte impreciso, Angelica sabía que el niño corría algún tipo de peligro y que estaba dispuesta a ayudarlo. Tomas siguió robando con sus amigos, pero cada vez era más difícil hacerlo, pues todos en el barrio ya se habían dado cuenta de quienes eran y decidieron calmarse un tiempo porque había escuchado que algunos dueños de los negocios, habían puesto denuncias con la policía, Tomás se asustó cuando sus amigos le explicaron que era la policía y que podían separarlo de su mami porqué lo que hacían estaba mal y Tomás no quería ser un niño malo, pero tampoco quería que su mami lo golpearla más, por lo que se unió a otro grupo de niños más pequeños igual que él y otro más grandes para seguir robando en otras partes. Sin saber que se volvería a encontrar con la señora bonita y que ella lo trataría de la misma manera, muy bien, se dio cuenta que tenía una hijita y lo bien que la trataba su esposo y quiso tener eso mismo. Una mamá que lo quisiera mucho, que lo arropara por las noches y le diera besos por las mañanas, pero su mami no era así. Tomás siguió robando y se asustó cuando vio a Angelica y pensó que iría a la policía y él no podría ver más a su mami, pero lo que el niño no sabía era que Angelica no lo había visto bien y tenía dudas de ser en realidad era él o no, pero Tomás no lo sabía y pensó que debía de esconderse de ella. Cada vez se estaba poniendo más difícil para seguir robando y Tomás no sabia que más hacer, solo de pensar que su mami lo golpearla, estaba aterrado y no quería volver a su casa, pero tampoco tenía a donde más ir. Nunca supo nada de su papá, sus abuelos habían muerto 1 año atrás y no tenía a nadie más en la vida. Con mucho miedo se fue a su casa traia solamente 100 pesos y con eso no alcanzaría para la botella de su mamá y él lo sabía.
-Hola señor-dijo triste.
-Hola Tomás-lo saludo en señor de la tienda que ya lo conocía, pues el niño siempre iba a comprar la botella para su madre-¿vienes por la botella?
-Es vengo a ver si me da la botella de mi mami, mañana sin falta le traigo lo que falta-dijo sacando el billete de su bolsillo.
-No Tomás, yo no fio, tienes que traerme el dinero completo, ya lo sabes-le dijo tranquilo.
-Por favor don Genaro, por favor-suplico desesperado-mi mami se va a enojar y no quiero que me pegue-dijo sin más remedio.
-¿Tu mami te pega si no le llevas la botella?-Don Genaro abrió los ojos grandes y por primera vez vio al niño bien y se dio cuenta de como estaba.
-No-dijo asustado pues tenía prohibido por su madre decirle a las personas que ella lo golpeaba-ella no me golpea.
-¿Y porqué estas golpeado?-preguntó para ver si le sacaba más información.
-Porqué jugando arriba de un árbol me caí-dijo nervioso.
-Esta bien-dijo el señor-te voy a dar la botella-don Genaro no le creyó que se había caído, el niño tenía visibles moretones en los bracitos.
-Mañana le traigo lo que falta-dijo sonriéndole-gracias-dijo tomando la botella y dandole el billete.
Los días así eran para Tomás, hasta quen día llego una persona extraña al barrio donde vivía. Fue con el señor de la tienda y empezó a hacer preguntas sobre el niño. Don Genaro le contó lo que sabia, pues creyó que era algún trabajador social que iba ayudarlo. Pero era el investigador privado que había contratado Angelica, Luis investigó un poco más la vida del niño y en pocos días había reunido toda la información que Angelica le había pedido y se reunió con ella para dársela. Eso terminó de convencer a Angelica de ayudar a Tomás y no descansaría hasta encontrarlo y que estuviera a salvo, aunque ella y su esposo no habían decidido que iban a hacer con respecto al niño, para ella lo primero era ponerlo a salvo y después con su marido definir la situación.