Cuando Arturo y Matías terminaron de comer, él y Fernando fueron a dejar a Arturo en su casa. Después llevaron la llanta a desponchar. Matías estaba nervioso, pero no quería que su padre lo notará y respiraba lento, pero Fernando quien tenía años de experiencia en tratar niños y adolescentes quienes tendían a mentir, él sabía perfectamente cuando decían alguna mentira y más si se trataba de sus hijos, era algo que ellos no podían ocultar. Todo el camino de regreso a su casa no hablaron, lo que hizo que todo estuviera tenso. Al llegar a la casa Matías quiso bajarse.
-Espera-le dijo Fernando tomándolo del brazo izquierdo con suavidad, pues no quería lastimarlo-hijo-dijo dulcemente-quiero que sepas que puedes contar conmigo para lo que sea, no importa en qué situación estés-le dio un beso en la frente-te amo y nunca lo voy a dejar de hacer-le sonrío.
Matías trago duro, su padre siempre había sido muy cariñoso y sabía que lo amaba, pero ese tono de voz nunca lo había empleado con él y sintió un escalofrió. Él sabía que contaba con su papá, muchas veces lo ayudo con alguna travesura en la escuela, cuando era molestado por los demás por ser adoptado, pero en esta ocasión todo era diferente. Quiso decirle a su padre lo que quería hacer, pero no quería decepcionar a Diego y que perdiera la confianza en su hermano mayor.
-Gracias papá-dijo con pesar.
Se bajó del carro y se fue a su cuarto. Sabía que sus padres iban a castigarlo.
-Señor-dijo doña mari llegando al carro-la señora se puso mal-estaba preocupada.
-¿Cómo? -dijo saliendo rápidamente del carro.
-Estaba vomitando-dijo ella.
Subieron las escaleras y entraron a la casa. Fernando fue rápido a su cuarto. Su esposa todavía estaba vomitando.
-Amor, ya estoy aquí-le dijo agachándose a su lado.
Él tomó el cabello de su esposa para que no se le ensuciara. A los dos minutos Paola dejó de vomitar. Estaba muy cansada y con los ojos llorosos por el esfuerzo.
-¿Cómo te sientes amor? - preguntó preocupado, aunque ya sabía que tenía.
-Bien-dijo levantándose-gracias-le sonrió.
Paola se lavó los dientes. Fernando en todo momento estuvo a su lado, le sobaba la espalda.
-Acuéstate amor-le dijo el con mucho cariño.
La ayudó a que se acostara. Paola se quedó dormida al igual que Fernando, él no durmió mucho, pues su esposa estaba intranquila, se quedó acostado con ella abrazándola. Tocaron la puerta del cuarto.
-Pase-dijo Fernando despacio para no despertar a su esposa.
Se abrió la puerta. Eran Mariana y Matías.
-Papá-dijo Mariana despacio al ver dormida a su mamá-¿le pasa algo a mamá?
-Vamos a fuera-les dijo a los dos.
Se levantó despacio y salió con sus hijos.
-No mi amor, mamá solo está dormida-le sonrió.
-Y tú eres el que nos pide que no les digamos mentiras-dijo Matías molesto.
-No es eso hijo-dijo tranquilo.
-Algo le pasa a mamá, algo que no nos quieren decir, después no se quejen de que no les decimos la verdad, ¿o ustedes porqué son nuestros padres si nos pueden mentir? Mariana-volteo a ver su hermana-ve tu por las cosas, a mí me duele la cabeza.
-Matías-dijo Fernando serio.
Matías se fue a su cuarto.
-Papá, tiene toda la razón-dijo ella con pesar-pero bueno, tenemos que comprar jabón de barra y un cúter para la clase de arte.