Toda la tarde Olivia y sus papás se la pasaron de compras, la niña estaba muy impresionada por todo lo que sus nuevos papás le estaba comprando, ropa, zapatos, pues nunca antes había tenido el privilegio de comprar algo totalmente nuevo. Cuando su abuelita vivía, lo único que podía comprarle era ropa y zapatos ya usados y aunque eso no le importaba, si sentía bonito de poder estrenar algo. Pero también estaba triste, pues su abuelita no estaba ahí para verla. Armando lo noto y mientras que su esposa estaba escogiendo moños y cosas para el cabello de la niña, él fue a hablar con ella. La niña estaba sentada en una banca que estaba enfrente de la tienda.
-¿Qué pasa princesa?-preguntó tranquilo.
Olivia se asustó, pues pensó que Armando iba a regañarla por haberse salido de la tienda sin decirles nada. El Juez se sentó junto a ella.
-Olivia-dijo viéndola un poco asustado por su reacción.
-Perdón-dijo rápidamente muy asustada-se me olvido decirle que me iba a salir de la tienda ¿está enojado?-dijo respirando rápido.
-No mi amor-le dijo entendiendo su miedo-no estoy enojado, tranquila, solo vine a ver que te pasa ¿porqué estas triste?
-Quisiera que mi abuelita estuviera aquí conmigo-dijo bajito.
Armando la tomo en brazos.
-Mi amor, tu abuelita siempre va a estar contigo en tu corazoncito, mientras que tú no la olvides, siempre vivirá en ti.
-Gracias-dijo ella sonriendo viéndolo.
Angelica al notar que ni su hija y esposo estaban en la tienda, dejo las cosas y salió a buscarlos. Hablo un momento con su esposo y volvió a entrar para pagar todo. Después fueron a la jugueteria, Olivia no quería causar tantas molestias, pero Armando y su esposa querían y le darían todo lo que ella no había tenido, pero no solo sería en el plano material, sino también en lo emocional y le darían todo el amor que tanto necesitaba. La niña se quedo muy sorprendida cuando sus papás le estaban escogiendo muñecas y peluches, pues ella no sería capaz de hacerlo. Después fueron a comer a un restaurante y Olivia no sabía que pedir, Angelica le pidió lo mismo que ella, era una pasta con pollo y brócoli, Armando pidió un filete de carne roja. Pidieron refresco para tomar. No tardaron mucho en llevarles el pedido a la mesa y los 3 comieron tranquilamente. A Olivia le gustó mucho la pasta, era la primera vez que la comía. Estuvieron platicando un rato Armando y Angelica, Olivia casi no hablo, estaba más concentrada en comer que en hablar. Lo estaba haciendo un poquito rápido, pues tenía muchos recuerdos de cuando vivía con sus tíos, ellos le daban muy poquita comida, la niña siempre se quedaba con hambre, pero no podia hacer nada, ya que una vez lo dijo y su tío la golpeó con tanta fuerza que no le quedaron ganas de volver a decir nada. Al recordarlo se le salieron las lágrimas.
-¿Qué te pasa mi amor?-preguntó Angelica un poco preocupada.
Olivia negó con su cabeza agachada, no estaba lista para decirles todo lo que había vivido con sus tíos, era cierto que ya había dicho algunas cosas, pero no todo y los recuerdos los tenia muy presentes todavía. Armando se levantó de su asiento para tomarla en brazos, ya habían terminado de comer. Angelica fue a la caja a pagar. Armando salio del lugar con Olivia, quien estaba muy triste, a un lado del restaurante estaba una tienda de niñas, vendia vestidos de princesa. Al verlos a la niña le llamaron la atención, la única película de princesas que había visto era la de cenicienta y le gustaba mucho, pero no podia decir nada, pensaba que el matrimonio ya había gastado mucho dinero en ella y no podía pedirles nada, no estaba acostumbrada. Angelica como buena abogada, al verla los ojitos de su hija decían otra cosa. Olivia quería llamar a Diego, pero también quería saber que se sentía tener papas y en el matrimonio estaba viendo eso. Angelica vio a su esposo y este inmediatamente entendió que pasaba, su esposa y él tenían tan buena relación y comunicación que se hablaban con los ojos y siempre se entendían a perfección.
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La adopción de Diego y Sofia
Nezařaditelné2 niños huerfanos que necesitan una familia.