||Quattordici||

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|14|Planes

–¿Qué te parece el catorce? –opinó Alberto mientras terminaba de atornillar una de las últimas piezas del aquel pequeño escritorio.

Luca frunció el ceño molesto al ver su sonrisa burlona. Lo había dicho a propósito.

–No voy a casarme en mi cumpleaños ni aunque no lo fuera, jamás me casaría en San Valentín.

Un gruñido salió de sus labios al verlo rodear la mirada en forma de burla. Luca dejó su taza de café –cual se trataba de la misma taza verde con estrellas doradas– sobre la mesita de noche del niño, para tomar uno de los osos de peluche y lanzárselo a la cara de Scorfano. Acción que provoco que Giuseppe; quien estaba recostado al lado de su prometido ladrara al ver que le pegaron al pecoso. Alberto soltó una carcajada y le lanzó el peluche devuelta.

Había llegado el tedioso martes y ambos al fin se reunían para hablar, después de un viernes, un fin de semana y un lunes tedioso donde el trabajo los tenia asfixiados. Odiaban con toda su alma la temporada de invierno que era la más tediosa para la compañía. Si no fuera porque aman su trabajo, estarían más que estresados. Realmente no había razón de que Paguro le pidiera ayuda en armar aquel escritorio para el niño que buscarían el día de mañana, Alberto sabía que Luca era bueno con las herramientas e instrucciones, incluso mejor que él –ya que odiaba seguir el manual escrito en chino–. No negarían que ese tiempo sin verse los ayudo a tener la calma y la mentalidad de hablar de su compromiso como si fuera un nuevo proyecto más.

La ventaja de trabajar con toda la incomodidad del mundo los ayudó en hablarlo con toda normalidad, que no se sentía como si en verdad organizaran una boda como la crianza de un hijo. Realmente no harían tal locura y estupidez con alguien que no fuera el otro. A comparación a lo que hicieron en su juventud organizar una boda falsa era lo de menos.

Paguro volvió a tomar su taza mientras revisaba en su teléfono todas las fechas que podían elegir; siendo que ambos querían si o si casarse en febrero, sin llegar a tocar la fecha de muerte de los señores Paguros ni el cumpleaños del menor. Febrero era un mes especial para el menor y aunque su boda era farsa, ambos tenían mucha coordinación a la hora de hablar de preparativos. Era algo que siempre tuvieron sin importar la relación que tuvieran.

–Hablando en serio, ¿Qué opinas del ocho de febrero?

Al escucharlo bajo la mirada de su teléfono con desconcierto.

–¿Nuestra vieja fecha de aniversario? –cuestionó arqueando su ceja.

–Digo –su voz sonó apagada al mismo tiempo que relajaba sus hombros mostrándose penoso–, era una fecha importante para ambos, no tiene que ver con el aniversario de la muerte de tus padres y está alejado de tu cumpleaños –avergonzado bajo la mirada y rasco su nuca–. Olvida-...

–Cae sábado –comentó Luca interrumpiéndolo en lo que miraba la agenda de su teléfono–, no habría problemas con las entregas de san Valentín, tu y yo estaremos libres por esas semanas, ya que siempre terminamos lo del catorce dos semanas antes –analizó en un tono pensativo al recordar sus rutinas–. Como también estaría alejado de los preparativos de la temporada de primavera. Es perfecta –le sonrió realmente complacido por esa fecha.

Alberto lo miro por unos segundos, sorprendido y con un leve color carmesí pintando sus mejillas pecosas. No tardo en esbozar una sonrisa. Sin duda había elegido a la persona indicada para pedir tal cosa. Se sentía nostálgico como las veces que planeaban estratégicamente alguna de sus travesuras. Volvía a sentirse joven, no es que no lo fuera, pero ese sentimiento de sentirse un niño de nuevo era lo que más le gustaba.

Luca se acercó a su agenda física donde tenía apuntado todos sus deberes personales, no lo utilizaba mucho, pero ahora con la boda y trámites de adopción le servía.

No por compromiso ||LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora