||Undici||

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|11|Dos Lucas muy diferentes

Era medio día la lluvia del exterior había cesado esa tarde aún nublada. El heredero de los Paguro se encontraba demasiado tranquilo en su oficina organizando documentos para después guardarlos ordenadamente en el maletín de cuero que poseía. Actuaba tan tranquilo como si no estuvo a punto de acostarse en plena oficina con el jefe de mercadotecnia; quien estaba obligado a ir a una cena familiar como su novio, aun cuando ellos establecieron que irían lento. A pesar de lo ocurrido tenía que mantenerse concentrado con su trabajo.

Lo que no espero era que en un momento inoportuno la puerta de su oficina se abrió; provocando que él se sobresaltara y terminara dejando caer al suelo uno de los archivos que necesitaba cuidar. Asustado rápidamente se agachó para tomarlo, pero al subirse devuelta, terminó golpeándose contra el interior de su escritorio, liberando un frustrado e irritado:

–Carajo.

Sobándose la cabeza Paguro miro con desprecio al intruso. Rápidamente su enojo se remplazó con indiferencia al ver el semblante serio de su abogado.

–Oh, eres tú –dijo sin nada de interés en lo que guardaba los papeles en su maletín.

Hamada pellizcó la fuente de su nariz en lo que se adentraba al lugar, cerrando la puerta de paso.

–Sí, soy yo –exclamó irritado, intentando mantener la paciencia–. Señor Paguro, me podría decir porque carajos me entero por el chismoso sinvergüenza de mi esposo que usted y el señor Madrigal rompieron lazos.

Un suspiro cansado salió de los delgados labios antes de acomodarse mejor en su asiento.

–En primera; ni siquiera le dije a Miguel, debió hacerlo Camilo –aclaró serio–. En segunda; agradezco que me lo presentaran e intentaran que seamos algo, Camilo es un hombre perfecto en todos sentidos, pero...

–¿Es un irresponsable con las parejas y compromisos?

Luca exhaló al sentirse tranquilo de no decirlo él para no sonar grosero.

–Sí...es un defecto que más odio de una persona. Además que no se si podría aguantar toda una temporada a un hombre que acabo de conocer. Lo siento.

–No te disculpes –suspiró y se recargo en uno de los archiveros de la oficina–, Miguel lo regañó ya que no eres el primero al que le cancela compromisos y esas cosas. Creímos que al fin se pondría las pilas al salir con alguien más serio y directo como tú.

–Si no fuera por ese defecto, hubiera sido el hombre indicado.

No se atrevía a decirle lo que sucedía con Alberto, lo veía demasiado pronto como también no le agradaba la idea de que Miguel se enterase que sale con alguien a unos días después de que finalizo las cosas con su primo.

–Entonces tendremos que abrir más horizontes. Aunque será complicado cuando la cena con tu familia es esta noche.

Luca negó.

–Estoy bien así, por ahora. Sabes que mi cita con el orfanato es la siguiente semana –expreso calmado mientras se levanta de su asiento para guardar unos documentos en el archivero de atrás–. Aun me faltan algunos muebles, preparativos y productos para tener todo listo.

–A veces no logro entender el poder de tu familia para hacer posible cosas que tardan años.

Una sutil risa salió de sus labios.

–No tienes idea lo que ha logrado mi abuela.

Antes de que Hamada respondiera algo, los dos voltearon su vista hacia la puerta en donde la silueta de una mujer castaña con vestido verde se asomó para avisarle con una voz algo nasal:

No por compromiso ||LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora