||Trenta||

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|30|Hasta la raíz

–Sabes que lo que le hiciste siempre estuvo mal –habló tranquilo aquel hombre de aparecía de un vagabundo desde el sillón individual.

No obtuvo respuesta de su paciente; Alberto mantenía la mirada agachada, perdida en la alfombra debajo de él.

–Luca tiene una dependencia a ti, hacia tu cariño, como tú la tienes de él. Ya no es tan grave como antes, pero ese miedo a que el otro los deje está ahí.

Él talló su rostro con fuerza, ahogando un quejido frustrado.

–Lo sé, lo peor de todo es que lo sé; sabía que lo que hacía estaba mal, pero no quería perderlo.

Moonwind exhaló y se estiró para tomar los apuntes que amablemente le entregó su compañera sobre la terapia matrimonia de aquel par.

–El único problema que veo aquí: es que Luca está mejorando, encararte por todo lo que le hiciste, es una muestra de que ya no es el mismo de antes y eso está bien. En cambio tú –lo miro con pesadez–...Beto, si tú no mejoras, si no dejas de culpar y odiar a Luca; lo mejor es no continuar tu relación con él. Si tú no mejoras, lo vas a terminar de romper –le recalcó mostrando seriedad al asunto–, cuando él se ha esforzado tanto en llegar a donde está.

–No quiero perderlo, ni a mis hijos, pero temo que me deje por otro...

–¿Todo esto tiene que ver con tu madre biológica? –arqueó levemente su ceja mostrándose compasivo.

–Ella me dejo, me dejo cuando dijo que me amaba para irse con otro hombre y mi papá me echaba la culpa.

Dejó salir un suspiro, remangó la manga de su camisa mostrando las claras cicatrices de cigarrillos contra su piel. Moonwind las miró con tristeza, conocía tanto a Luca como a Alberto, los vio crecer de manera psicológica, pero había cosas que desenterrar en lo más profundo de Scorfano para que él sanara como Paguro.

–Estas repitiendo el mismo ciclo de tu padre. Tus celos están dañándote, no solo a ti, Luca también está involucrado y también podrían afectar la relación con tus hijos. ¿Todo por el miedo que Luca te deje? ¿Esto tiene que ver por el abuso que sufrió o porque odiabas que él le diera toda su atención a su profesor y no a ti? Luca cometió sus propios errores y créeme que se ha arrepentido, pero tú lo has hecho sentir culpable de todo...culpable por un miedo que no has afrontado. ¿Por qué te asusta tanto estar solo? ¿Por qué te sigues sintiendo tan vacío cuando tienes una familia adoptiva que te ama? Dejemos a un lado que no te acepten, los señores Marcovaldo a pesar de no aceptar que eres homosexual no te han dejado de amar y debes de admitir que no han hecho algo en contra de tu matrimonio o que tengas hijos con otro hombre. Es lo que no entiendo, ¿qué te asusta, Alberto? ¿Por qué culpas a Luca de todo cuando lo único que ha hecho es amarte?

{...}

Xxxx, xxxx, xxxx 1997

La avena estaba fría y dura. Su sabor era viejo –era como comer cartón–, era simplemente asqueroso, pero era lo único que ha podido encontrar para comer esa noche helada. Ni siquiera lo comía en un plato, sino en una cacerola. De nuevo su mamá no ha lavado los trastes, su única fuente de luz era la farola de la calle que se escabullía por la ventana de la cocina a través de las cortinas desgastadas. Al fondo podía escuchar la estática de la televisión, su papá se había ido de nuevo con sus amigos a gastar el poco dinero que tenían. En la mesa estaba repleta de recibos, órdenes de alojamiento y más cuentas sin pagar. Ya estaba acostumbrado de verlas que simplemente las ignoraba.

No fue hasta que escucho unos tacones bajando por las desgastadas escaleras. Rápidamente el niño se levantó de su lugar y corrió hacia la entrada justo en el momento en que ella abría la puerta. Alberto la miro, ella iba bien vestida –que no pudo evitar compararla con una reina–, tacones rojos y un abrigo negro, no obstante lo que más le llamo la atención al niño era aquella maleta amarilla que sostenía.

No por compromiso ||LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora