|33|Devuelta a casa
Los reconoció al instante, sin duda eran los padres adoptivos de su amado; Alberto le habló de ellos y le mostro varias fotografías familiares cuando eran novios en la universidad. Según a palabras de Scorfano eran muy buenas personas, solo que eran conservadores y religiosos.
Respiró profundamente para tranquilizarse, esto se sentía como una emboscada, no, era una emboscada. ¿No se suponía que los conocería hasta la siguiente semana?
Con confianza, firmeza y elegancia el heredero de los Paguro se acercó a la mesa. No se mostraría débil ante sus suegros, en especial al sentir sus miradas castañas mirándolo con desprecio. La madre de Alberto se mostraba seria, ella era idéntica a su hija, siendo de la misma estatura, algo más subida de peso y su cabello pelirrojo sujetado en una coleta alta mostraba varias canas mientras que su rostro mantenía pocas arrugas. Por otro lado su padre si tenía ese aspecto amenazante y conservador, fornido y serio con la ausencia de uno de sus brazos y cabello mayor mente canosa lo analizaba de pies a cabeza buscando un punto débil, que no encontraría a simple vista. Gracias a su abuela aprendió a esconder sus debilidades e inseguridades ante aquellos que solo buscan hacerle daño –como también de la policía–.
Pudo observar como la mujer le susurraba algo a su marido sin despegar la mirada de él al mismo tiempo que Giulietta se levantaba con dificultad y ayuda de su enfermero personal; quien la sostenía todo momento de la parte baja de su espalda, la pobre apenas podía moverse con sus siete meses de embarazo, aunque ya parecía tener nueve; estaba a nada de reventar. Lentamente se acercó a su cuñado con una cara incomoda y nerviosa. A lo que él suspiró, tomo las manos de Giulia y le dio un par de besos en sus mejillas en forma de saludo para después abrazarla y susurrarle molesto en su oreja:
–Creí que solo seriamos tú, Guido y yo.
La pelirroja correspondió su abrazo como si le tuviera tanto cariño; aunque ambos sentían asco ante ese abrazo tan incómodo.
–Lo siento, ¿ok? –gruñó ella– Yo no sabía que ellos vendrían, el plan era que llegarían el día del cumpleaños de Alberto.
–¿Les dijiste quien soy, bruja?
–No, imbécil, fue Alberto al enviarles fotos de ti y los niños.
Luca rompió el abrazo de manera brusca –claro, sin hacerle ningún daño a su maldita cuñada–. La ayudo a volverse a sentar de nuevo, saludó a Guido con un apretón de manos; él era el único que le sonreía de manera autentica y él solo le correspondía de la misma manera. Y por último miro a los señores Marcovaldo con respeto; regalándoles una sonrisa tranquila y confiada.
–Buongiorno, señores Marcovaldo, es un placer al fin conocerlos en persona, Alberto me ha hablado mucho de ustedes –dijo cordialmente al mismo tiempo que estiraba su mano hacia el hombre.
Él miro con desagrado su mano y gruñó en bajo al sentir el codazo de su esposa para que aceptara la mano.
–Así que tú eres el afeminado prometido de mi hijo –dijo con repudio y su voz gruesa mientras apretaba la mano del menor con fuerza.
Aunque le dolía su mano y era ofendido en su propia cara; seguía manteniendo su postura tranquila y elegante. Sobando su mano una vez que fue soltada. No iba a responder para caer tan bajo por unos insultos que siempre fueron de su desagrado.
–Soy su prometido, señor, también soy el otro padre de sus hijos; Luca Enrico Paguro –se presentó con educación y cordialidad.
–Massimo Marcovaldo y ella es mi esposa Lilian –respondió cortante. Valiéndole un carajo su apellido (siendo que los Paguro son reconocidos por toda Italia y Europa).
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No por compromiso ||Luberto
FanfictionLuca Paguro era uno de los mejores empresarios de toda Europa, había crecido toda su vida para ganar el puesto de su abuela. Sacrificando toda su vida social, ahora con la condición de tener un esposo e hijos su gran esfuerzo fue tirado a la basura...