No por compromiso ||Luberto

||Trentadue||

|32|Asuntos familiares

–¿Así que no es nada grave? –preguntó en un murmullo Alberto mientras su mirada estaba fija en la ventana de su vagón donde el tren cruzaba entre los enormes campos verdes del sur de Italia.

–Al parecer así es la personalidad de Leo –explicó Luca con calma desde el otro lado de la línea, Alberto logró escuchar un pequeño suspiro de alivio de su amado–. El consejero me explicó que no es nada grave o fuera de lo común; resulta que revisando los antecedentes del orfanato y hablando con Leo, él le contaba tranquilo que sus papás lo llevaban al trabajo, que al parecer era un bufete de abogados, los dos eran abogados penales. Desde una corta edad comenzó a familiarizarse a estar rodeado de adultos.

–¿Por eso es tan tranquilo y obediente?

–Sí –musitó justo antes de escucharse como cerraba la puerta de un auto (al parecer se había subido a un taxi para irse al trabajo; ya que también escucho como hizo una pausa para darle la dirección al conductor) –. Nunca lo han golpeado, insultado o algo parecido, no tiene primos; sus padres son hijos únicos. Solo que también no era querido por sus abuelos. Al parecer eran demasiados estrictos y de poca paciencia, por eso se negaron a quedarse con la custodia de él.

–¿Y por qué no socializa con los niños de su edad? Eso no es normal –inquirió preocupado.

–No es tan grave como se ve, amore, solo que nuestro hijo es muy tímido y no sabe cómo relacionarse con los demás. Para él es más fácil hacerse amigo de los adultos o niños mucho más mayores. Así que llegue a un acuerdo con el conserje y el portero para que sigan conviviendo con él; ellos disfrutan pasar tiempo con Leo y lo mantendrán vigilado al igual que otros maestros por cualquier cosa. Además les darán una plática a los niños de como acercarse a un tutor cuando hay un adulto con malas intenciones, obviamente respetando la inocencia de los pequeños –Luca volvió a suspirar calmando todas la inquietudes que tenía–...Leonardo está bien, es un niño común, no tiene traumas y ninguna enfermedad, simplemente él es así.

–Te dije que podríamos con esto, que Leo estaría bien.

Sonrió al escuchar un suave quejido al otro lado de la llamada.

–Lo séééé, solo estaba preocupado que alguien le hizo daño o que se viera vulnerable, no quiero que nada le pase a nuestro pequeño.

–Oye está bien tener esos miedos porque pueden ser reales –lo calmó hablándole en un tono suave–. No somos malos padres.

–Lo sé, amore, ya me siento tranquilo, pero ahora lo único que me preocupa eres tú, ¿cómo te sientes? ¿Enserio estás seguro de que fue buena idea irte sin hablar con ella?

Al escuchar su tono preocupado e inquieto del otro lado de la línea no pudo evitar mirar de reojo aquel chico inseguro e inquieto que lo acompañaba. Mariano a pesar de estar leyendo un libro de literatura clásica –siendo un antiguo y desgastado libro con él título: El retrato de Dorian Gray–, podía ver por el movimientos de sus pies lo nervioso y ansioso que se encontraba, pero lo que más le llamaba la atención era las heridas de autolesiones que intentaba ocultar bajo aquel suéter verde olivo. Era como ver una versión suya mucho más dañada y traumada. No ayudaba para nada que se parecieran tanto.

Soltó un suave suspiro y peino hacia atrás su cabellera.

–Lo estoy –dijo suavemente–, ella no está bien de la cabeza, hablar con ella es una pérdida de tiempo, pero me hizo bien soltarle todo a la cara. Aunque si soy honesto, siento que yo tengo la culpa de que este tan mal por solo nacer.

–Berto, amore, no digas eso –susurró con tristeza–, no es tu culpa de que ella se embarazara tan joven. Entiendo de que verla de nuevo te daño aún más, perdón por sí que hice que abrieras una herida profunda.