No por compromiso ||Luberto

||Quarantuno||

|41|Decadencia

–Buongiorno, joven Scorfano, ¿te acuerdas de mí? –habló seriamente una voz profunda masculina.

Recargado sobre la mesa del comedor; Leonardo inocentemente dejó de dibujar en sus crayones y levantó su mirada verdosa sonriendo en grande al ver a un hombre fortachón, con ausencia de cabello, vestido de traje negó y lentes oscuros.

–Eres el hombre fuerte que viene a preguntarme de mi familia –dijo con una hermosa al igual que emocionada sonrisa.

Luca no pudo evitar mirar con algo de desconcierto al hombre de servicio social y él esbozó una silenciosa risa en frente del niño pecoso. Paguro acomodo mejor a Mina en sus brazos –evitando a toda costa que la bebé jalara uno de sus rizos como ya era costumbre–. El hombre se quitó sus anteojos dejando a la vista sus ojos oscuros y aura intimidante, pero Leonardo se encontraba tranquilo y le ofreció una de sus galletas de mantequilla de forma de animalitos que su papi le dio. El señor Bubbles con una media sonrisa tomo una de las galletas, y se lo agradeció, haciendo sonreír aún más al pequeño. En lo que dejaba su maletín sobre la mesa, Luca solo los miraba con tranquilidad. Como cada mes venia el hombre de trabaje a hacerle la entrevista con Leo para asegurarse que el pequeño se encontrase en buenas condiciones. Realmente no era algo que a él y a Alberto le preocupase, pero esta ocasión tenía en su mente la espinita que Leo le hablase de sus discusiones y que eso afecte los tramites de adopción; dejando en claro su mayor temor que le quitaran a sus hijos.

–¿Gusta un té o un expreso, señor Bubbles?

–Un té, estaría bien, Grazie.

Asintió tranquilo para despues voltear a ver a Leo y preguntarle con dulzura:

–¿Y tú quieres algo, cariño?

–Leche chocolatada, per favore, papi –pidió sonriente antes de volver a concentrarse en su dibujo junto a su inseparable peluche del pato Donald.

En lo que el hombre de tez oscura sacaba uno de sus bolígrafos del bolsillo de su saco, no pudo evitar mirar su alrededor con cierto desconcierto.

–¿Dónde está su prometido?

–No estará presente esta vez, hoy le tocaba ajustar su traje de bodas e ir a recoger unas muestras para las flores, además que tiene esa costumbre de ir todos los años de llevar juguetes al orfanato –explicó en un tono apagado con su mirada vacía enfocada en el cinturón de seguridad del artefacto.

–Él es un buen hombre.

–Sí...lo es...

–No lo veo muy emocionado –comentó seriamente, ya que era parte de su trabajo analizar a los padres adoptivos y su entorno–. ¿Las cosas no van bien con su compromiso?

Luca se sobresaltó un poco al escucharlo, no respondió solo bajo aún más su mirada. Sintiéndose mal consigo mismo, desde hace una semana y media tras lo ocurrido las cosas habían sido demasiadas tensas entre ambos. Como habían acordado Alberto haría lo posible para bajar su mal carácter; mostrándose mucho más apagado y cansado. Ya ni siquiera convivían. Las noches que hablaban juntos ahora se sentían obligadas como cortantes, Scorfano a pesar que siempre le sonreía a él o a los niños se notaba que era falsa.

Había algo que incluso la fiesta de navidad de ayer fue lo peor que les había pasado, la tensión e incomodidad de tener que abrazarse en frente de todos sus compañeros de trabajo, hizo florecer a un más el rumor que ellos se odiaban. Pero él tampoco hacía algo para hablarlo, ya que cuando tocaban el tema; Alberto lo desviaba y ya dejaba de insistir. ¿Se estará rindiendo? ¿O encontró a alguien más?