||Trentacinque||

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|35|Obsequios

"Luca E. Paguro, 9° piso, director ejecutivo"

Su mirada esmeralda miraba aquel pequeño papelito en sus manos al mismo tiempo que acariciaba el suave pelaje de su amada gata. La secretaria del señor Rivera se lo entregó personalmente el lunes argumentando que era el último papel sobrante de la pecera. Una mierda. Esto ya no tenía sentido. No es que se quejara que le haya tocado a su hombre, pero se sentía como una broma de muy mal gusto, al sentir que había alguien detrás de este sorteo que solo quiere joderlos, ya que en los ojos de la empresa Luca y él apenas se toleraban.

–¿E? ¿Por qué ocultan el segundo nombre de Luca? –preguntó Guido mientras le daba palmaditas en la espalda a Mina para que eructara después de comer de su mamila.

–Odia que lo llamen Enrico –respondió con una pequeña sonrisa burlona–, solo lo utiliza en eventos formales.

Dejó salir un suspiro bajando con cuido a su fiel compañera –quien a pesar que ya no vivían juntos, ella siempre iba directo con él– al suelo dándole una última caricia detrás de sus orejas, como se ha vuelto costumbre llego después de trotar a la casa de Guido para checar la salud de su hermana, que por suerte se encuentra estable. Sus padres se había ido la misma tarde del sábado solo por Giulia para no estresarla, no le dirigieron ni una palabra a Alberto y el tampoco. Ni siquiera pudo presentarle adecuadamente a Mariano. El menor se encontraba en silencio comiendo su desayuno mientras leía uno de sus libros y a su lado se encontraba un tranquilo y bien portado Leonardo portando su uniforme mientras comía de su fruta picada. Tras su desaparición de toda una semana, Luca sugirió que se quedara con los niños esa semana para que no se sintieran abandonados; a lo que él acepto sin problema. Amaba a sus hijos que se odiaría a si mismo si ellos se sintieran menospreciados.

Guido sonrió al escuchar el pequeño eructo de su sobrina siendo seguido por una risita de ella. Alberto exhaló y guardo el papelito en su bolsillo no tenía idea que regalarle a su ¿prometido? ¿Novio? realmente no tenía ni la mínima idea de la definición de su relación con Luca; a pesar de haberle dicho ebrio que se quería casar en serio con él. Luca lo olvido al día siguiente; amaneciendo con una resaca horrible que la pasó en cama durmiendo todo el día con Mina.

En eso escucharon a lo lejos a Giulia quejarse y maldiciendo en bajo acercándose a la cocina a pasos pequeños y sosteniéndose de la parte baja de su espalda. Amaba con toda su alma a sus hijas, pero ya no aguantaba más, estaba descalza mostrando sus pobres pies hinchados y con su pijama puesta. Leo con cuidado se bajó de su silla y no dudo en dársela a su tía para que se sentara, tomándola de la mano.

–Tía, aquí, siéntate –dijo el pequeño guiándola con cuidado.

Giulietta con una sonrisa tierna se sentó y casi revolvía sus cabellos oscuros, si no fuera porque Alberto la miraba amenazante. Peinar los rulos de Leo era todo un trabajo para que ella lo arruinara. Ella solo le saco la lengua de manera infantil.

Grazie, amore mio. ¡Al menos tu si eres un caballero! –dijo en voz alta mirando molesta a su hermano mayor.

Alberto rodeó la mirada con fastidio.

–¡Técnicamente, Mariano también es tu hermano, porque no te quejas con él! –le reclamó apuntando al menor; quien se sobresaltó completamente rojo.

–Papá, es malo apuntar –dijo Leo "molesto" dando un saltito para bajar la mano de su padre.

–Perdón, amore.

–No lo vuelvas hacer –le regañó inflando sus mejillas.

–Si no fuera que es adoptado diría que es una versión mini de Luca –opinó en voz baja Guido.

No por compromiso ||LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora