||Ventisette||

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|27|Mi amado prometido falso

Portando solo una toalla amarrada en su cintura. Rodeado de velas que iluminaban su piel blanca haciendo resaltar sus los lunares de su espalda, pecho y hombros –como el manto de las estrellas en el cielo nocturno–. Se encontraba hincado en el azulejo de su baño, moviendo suavemente su mano dentro del agua caliente para lograr mezclar la leche y los aceites junto los pétalos de rosas rojas –las odiaba, pero había leído en varios artículos hacían un ambiente mucho más romántico y apasionado–. Las observaba flotar mientras can't take my eyes off of you resonaba en la pequeña bocina al lado de monitor de bebé, no serían descuidados ni por sus tantas ganas de coger.

Ya tenía todo listo, incluso las dos copas de vino que esperaban por ellos, con una sonrisa pacifica en su rostro volteó su mirada al escuchar aquella inconfundible voz a sus espaldas:

–¿Ya está listo? –preguntó con una sonrisa seductora mientras se adentraba al lugar.

Luca no respondió, apenas pudo asentir lentamente al quedarse perplejo con lo que miraba. Aquel cuerpo bronceado y bien trabajado adornado de varias cicatrices, tatuajes estilo marinero –que el mismo Alberto había diseñado– y sobre todo aquellas pecas que inundaba sus hombros como una lluvia de constelaciones. Brazos, axilas y piernas velludas al igual que su pecho y abdomen –que aunque no estaba cuadrado, si plano haciendo resaltar la V de su ingle–. Todo era iluminado por la danzarina luz de las velas. Tragó saliva mientras sus mejillas se tiñeron de un suave carmesí y más al notar dos percings nuevos adornando sus pezones. Para Luca; Alberto no era un Dios griego, para él tenía el cuerpo de un bárbaro. El cuerpo de un guerrero que ocultaba bajo el traje formal de la empresa.

Alberto sonrió algo avergonzado al sentir su mirada, siendo comparado por el blanco y delicado cuerpo de Luca –que para desgracia del menor era por herencia y por su anemia–. Ambos eran dos polos opuestos.

–¿Estás seguro de hacer esto? –preguntó dulcemente, pero su voz salió algo ronca, que provoco un escalofrió horrible en el menor.

Paguro desvió la mirada y exhaló antes de ponerse de pie. Era lo más lejos que han ido después de su reconciliación.

–Es como la primera vez –musitó suavemente mientras que con algo de nerviosismo movía uno de sus mechones detrás de su oreja antes de mirarlo avergonzado–, ¿lo recuerdas?

Una risa sutil salió de los labios del contrario, lentamente se acercó a él. ¿Cómo olvidar la primera vez de ambos? En ese momento se sentía como un maldito adolescente inexperto.

–¿Cómo olvidarlo? –susurró con una sonrisa coqueta mientras tomaba ambas manos del menor y entrelazaba sus dedos al mismo tiempo que Fly me to the moon se escuchaba en el fondo– Literalmente solo dijiste GUAO cuando me viste por primera vez.

–¿Qué esperabas? –le reclamó con una sonrisa divertida– Eras el primer hombre que veía desnudo en persona –bajo la mirada mientras reía en voz baja–...temía que me rompieras esa noche.

Ambos rieron en bajo mientras perdían el tiempo jugando con sus manos.

–Si te soy sincero, yo estaba en pánico esa noche –sonrió melancólicamente con su mirada fija en el suelo–, aunque me veías tranquilo por dentro estaba ¿y si no le gusta? ¿Y si no soy lo suficientemente bueno? ¿Y si lo lastimo?

Luca sonrió dulcemente antes acariciar su mejilla, obligándolo que lo viera. Las esmeraldas de su mirada brillaron, haciéndolas resaltar con la luz de la velas al igual que los cuarzos marrones de Paguro. Sin decirse nada, más allá que una mirada que refleja aquella vieja chispa de su pasado, ambos desataron el nudo de las toallas, no hizo falta verse nada más que los ojos del contrario para luego meterse de manera lenta y cuidadosa dentro del agua. Se sentía como la primera vez donde sus inquietudes se fueron al momento de perderse en el negro de sus pupilas dilatadas.

No por compromiso ||LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora