||Ventotto||

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|28|Los Paguro

Guido mantenía una mueca inquieta durante todo el inicio de la partida. Esas dos miradas castañas se miraban amenazadoramente de vez en cuando para después observar cada uno sus propias piezas sobrevivientes en el tablero de ajedrez. Los cabellos castaños oscuros y pelirrojos se movían ante el helado viento salado de finales de otoño. La tensión que invadía a Visconti y Paguro era sofocante que hasta Russell se tuvo que llevar a pasear en la carriola a la hija de su jefe; ya que Mina no soportaba aquel ambiente entre su papá y su tía. Aquel parque en que decidieron reunirse para "hablar" se encontraba desolado a plena madrugada, poca gente salía a correr o pasear a sus mascotas. Los tres estaban abrigos, aunque Giulia y Guido menos que Luca, siendo que ambos provenían de zonas más congelas que Portorosso.

–¿Así que al fin Mina es legalmente suya, Paguro? –preguntó amablemente Guido para tratar de romper la tensión entre ellos.

Luca ablandó su mirada volteando a verlo, mostrando algo tranquilidad mientras movía a uno de sus peones negros.

–Legalmente es mi hija, mi nombre está en el certificado de nacimiento.

–¿Por qué no le pusieron el de mi hermano? –inquirió seriamente la pelirroja moviendo su caballo blanco en medio del tablero.

Él rápidamente comió su pieza con su alfil, causando que su cuñada gruñera en bajo.

–Fue decisión mía y de Alberto, queríamos que legalmente Leo y Mina fueran hermanos –respondió cortante mirándola con molestia–. Ellos me tienen en sus papeles, a cambio de que ambos tengan el apellido Scorfano primero.

Giulia con un claro tic en su ojo derecho movió su torre para comerse su alfil.

–¿O sea que ahora si te importa lo que piense Alberto?

Guido pudo observar como aquella pregunta molesta aún más a Paguro, apretando sus puños sobre la mesa. Seguía sin comprender la rivalidad de su amiga con su propio cuñado, a él, Ercole y Ciccio les molesto lo que hizo, pero no le tenía tanto rencor a Luca. Han pasado ocho años y se notaba el esfuerzo de Paguro para hacer feliz a su amigo, por no decir que él acepto la locura de casarse y criar a sus hijos juntos mientras iban arreglando las cosas.

–Siempre me importo Alberto, maldita bruja –gruñó furioso.

Giulietta roja de la ira iba alzarle la voz, pero su mejor amigo se lo impidió colocando su mano en su hombro y negando con la cabeza suavemente; no valía la pena responderle. Ella respiró hondo para calmarse, sin entender por qué de todos los hombres del mundo su hermano se tuvo que fijar en el heredero de los Paguros.

–He cometido errores en el pasado, pero tu hermano también lo hizo, no solo me culpes a mí –recalcó irritado moviendo su caballo para dejarla en jake.

–Mi hermano es un idiota al ir tras de ti, de alguien egoísta como tú –movió su rey en un espacio que era imposible volver a ponerlo en jake.

–¿Cómo? ¿egoísta yo?¿Disculpa? –exclamó ofendido moviendo a su reina– Te quiero recordar quien arruinó toda mi jodida vida en la primaria inferior y superior. ¿Eh, Marcovaldo?

Ella golpeó la mesa con su puño realmente furiosa.

–¡Puedes cerrar el puto hocicó, Paguro! –le gritó levantándose furiosa de su lugar.

–¡Puedes dejar de aparentar que eres la buena, Visconti! –le gritó devuelta parándose bruscamente de su lugar para encararla; aun así no se atrevía levantarle la mano a una mujer y menos a una embarazada, pero las ganas las tenía– ¡TÚ Y YO SABEMOS LO QUE ERES REALMENTE!

No por compromiso ||LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora