||Cinquantotto||

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|58|No por compromiso: Jurar (parte 4)

La mirada de Luca se abrió con miedo y sorpresa tras el fuerte golpe que hizo que todos se quedaran en silencio –incluso los niños se quedaron en completo silencio–. Sentado en los asientos de la limosina no sabía cómo reaccionar, simplemente agacho su mirada y tapo su boca con ambas manos queriendo llorar en ese momento. Hiro aún tenía la mano levantada y su semblante seguía mostrándose molesto e impaciente mientras que Russell sobo adolorido su mejilla ante el ardor.

–¡Eres estúpido o ¿qué?! ¡¿Por qué me golpeas a mí?! –le gritó el asistente completamente furioso.

–¡No tenemos maquillaje para cubrir otro golpe de Luca, créeme que con gusto le hubiera golpeado a él!

Luca comenzó a hiperventilar mientras clavaba sus uñas en el asiento blanco, quería rascar con fuerza su muñeca pero las mangas de su traje se lo impedían. No podía creer que estaba a punto de casarse, varios miedos e inseguridades salían a flote, ¿y si Alberto se arrepentía? ¿Si lo abandona en plena ceremonia? ¿O si no le gusta como se ve? ¿Se ve muy femenino o...?

Miles de suposiciones comenzaron a atacarlo. La misma ansiedad que siempre combate lo agobiaba, pensando que no era merecedor de aquel amor como fue años atrás. Su frente poco a poco se empapaba de sudor y su mirada está perdida en el suelo del vehículo.

–¡Genial! Ahora lo pusiste en un estado de pánico –le regañó Russell al mayor señalando al pobre novio.

En eso nonna se adentra a la limosina para tomar las manos de su nieto; quien la miraba aterrado. Ella le sonríe cariñosamente y acaricia su mejilla.

–Respira, burbuja, trata de calmarte –le indicaba en un tono tranquilo haciendo que sus ojos rosados se encontrasen con los castaños de su niño.

Él parpadeó un par de veces y poco a poco empezó a tranquilizarse, respirando de manera pausada –aunque seguía temblando como un chihuahua–. No paso mucho para que su tío le acercara una bolsa de papel para que intentara calmarse. Luca se lo arrebató rápidamente y comenzó a inhalar y exhalar con fuerza. Inflando y desinflando la bolsa mientras escuchaba a lo lejos como todos comenzaban a colocarse a su lugar. Sus amigos lo miraron con preocupación, sabían por Miguel que él tenía ataques de pánicos desde que eran adolescentes.

–Todo estará bien, Luca –dijo tranquilo Russell sentándose a su lado, obteniendo solamente la mirada inquieta del menor.

Hiro cerró su mirada y dejando salir un cansado suspiro salió de la limosina. Su respiración comenzó a empeorar al escuchar a la banda tocar, la hermosa y suave melodía de los violines lo alteró aún más.

Nonna no sabía qué hacer para tranquilizarlo y lo menos que quería era llamar a Alberto y arruinarle la sorpresa. Observo la caja transparente de su regazo donde posaba la corona de hortensias sobre el velo posados sobre una almohadilla para evitar que se cayeran los pétalos durante el recorrido. Levanto la mirada y sonrió con tristeza, a pesar del estado de cómo se encontraba su nieto; Luca se veía único con ese traje gris que resaltaba su ya envidiable figura andrógina. Utilizando un chaleco gris claro de alta costura, sobre una camiseta cuyas mangas tenían un bordado dorado de su pantalón de vestir resaltaba un reloj de bolsillo plateado –que era reliquia de la familia–, tenía unos guantes blancos cortos que le daban ese aspecto más elegante, su rostro era impecable haciendo que su sonrojo natural resaltaba su edad indefinida, sus rulos jamás han estado tan bien formados y hermosos e incluso su anillo de compromiso de oro blanco hacia que su figura pareciera sacada de un cuento sobre criaturas fantásticas o un príncipe de cuentos de hadas.

La única manera en la que Luca logro calmarse fue cuando su amigo regreso, pero estaba vez cargando a Leo y Mina en sus brazos; su pequeño vaquero vestía con un traje gris claro –como él de él– con una ramita de hortensia morada en su bolsillo mientras que su hermanita poseía su diadema de hortensias azules y verdes. Paguro dejó de lado su bolsa de papel para tomar a sus dos hijos. Mina rápidamente se acurrucó en su pecho mientras que Leonardo preocupado sin decir nada solo limpió las lágrimas de su papi antes de darle un beso en la mejilla para calmarlo. Logrando su objetivo. Luca beso con tristeza y amor sus cabelleras, abrazándolos contra su pacho para agarrar el valor de caminar hacia el altar.

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