||Cinquanta||

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|50|Adicciones

–Te ves jodidamente ardiente –murmuró con una voz ronca y excitada Alberto para luego continuar besando su cuello y pecho, deleitándose ante los suaves jadeos y suspiros pesados de su amante.

Sentado en el lavamanos con las piernas abiertas, Paguro se había olvidado que se estaba preparando para salir esa noche como también de su propio nombre cuando la mano escurridiza de su prometido se escabulló lentamente debajo de su pantalón para manosear y pellizcar su trasero. Como siempre Alberto le había pedido permiso de hacer tales cosas y como alguien adicto al tacto de Scorfano no podía negarse. Y más ahora que era un momento perfecto donde Leo estaba viendo la televisión junto a Giuseppe en el piso de abajo y Mina dormía una de sus siestas antes de cenar.

–¿Tú crees? Creí que para ti yo siempre seria ardiente a tus ojos, señor Scorfano –susurró coquetamente separando un poco a su amante para poder quitarle aquella camisa estorbosa.

Pero su mirada castaña paso de la excitación a la sorpresa al ver un nuevo tatuaje en la piel bronceada del mayor. Estaba en el lado derecho de su cintura: era una bota de vaquero con una tiara de princesa encima rodeado de estrellas. Era sencillo, pequeño, como si fuera dibujado como un garabato, pero también era hermoso y significativo. Quería tocarlo, pero se notaba que aún estaba enrojecido al ser reciente. Rio en silencio y miro a su amado con cariño.

–Para mis ojos tú siempre serás el hombre hermoso del universo –besó su mejilla.

Luca tomó sus mejillas y comenzó a besarlo por todo su rostro, parando varias veces sobre los labios ajenos.

–¿Por qué eres tan malditamente tierno? –le reclamó molesto– No te bastaba con ser un jodido hombre sexi y guapo, también tienes que tener tu lado tierno.

Alberto rio suavemente antes de mirarlo a los ojos y ambos se sonrieron al instante.

–¿Puedo besarte? –preguntó dulcemente a cercando lentamente sus labios a donde los de él, sintiendo el cálido aliento ajeno.

Luca miro sus labios adornados con aquella pequeña cicatriz que el mismo provoco para luego levantar su vista a esos hermosos ojos esmeraldas que tanto lo enloquecían y que lo comían con la mirada.

–Te estas tardando –susurró con profundo anhelo. Sintiéndose de nuevo con un joven enamorado de su amor platónico.

Él no dijo nada, tampoco era necesario que lo hiciera, solo sonrió mostrando parte de sus dientes. Aquella maldita sonrisa llena de confianza, hacía que su pobre corazón latiera con fuerza. Alberto acortó la distancia entre ambos para iniciar un delicado y dulce beso; siendo correspondido en ese mismo instante mientras que los brazos de Luca se envolvían con suavidad en su cuello atrayéndolo más hacia él.

Sus labios se movían al mismo compás, sus cuerpos se acercaban más y más al otro, y sus lenguas jugueteaban entre ellas. No sabían en que momento el otro se volvió su debilidad, el dueño de sus suspiros y la razón de querer despertar cada mañana.

Lentamente se fueron separando al escuchar el sonido de una notificación en el celular del menor. Luca tomó su teléfono para checar el nuevo mensaje mientras que su amante se agachaba para seguir besando su pecho e ir recorriendo con su lengua hacia uno de los pezones rosados del menor. Mordió la punta mientras seguía acariciando su cintura.

–Ya vienen hacia acá –murmuró con pesar Luca dejando devuelta su teléfono a su lado.

Alberto succionó un poco aquel pezón, disfrutando aquel exquisito gemido del menor. Se separó un poco y lo miro a los ojos como si fuera un animal vigilando a su presa.

No por compromiso ||LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora