Capítulo 13: ojos vendados

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He llegado a la conclusión de que Christopher McGee tiene un don para seducir, me hace pensar en cosas que no quiero, me hace desear olvidar sus palabras hirientes, me hace creer que él es más de lo que me ha mostrado.

Mi corazón está acelerado, logrando que mi temperatura suba. Siento calor en mi cuello, pecho y cabeza. Mi respiración es irregular, solo quiero poner mis manos en mi pecho para apaciguar mi ritmo cardiaco, pero mis brazos se sienten tan pesados que no creo ser capaz de moverlos.

—Un poco más cerca, Navier— el rostro de Christopher McGee está a punto de tocar el mío, así que siento su aliento caliente sobre mi.

Cierro los ojos, en búsqueda de aminorar la abrumadora sensación de ser cubierta por Christopher.

—Te lavaste los dientes, eso es bueno— digo de repente, aun con mis ojos cerrados y con su frente apoyada en la mía.

Se separa de mí y una risa puede escucharse retumbar por todo el lugar.

La separación hace que mis sentidos vuelvan a su estado normal, y recupere el control de mi cuerpo. Aunque siento como si una neblina estuviera a mi alrededor, al menos soy más consciente de lo que pasa.

—Definitivamente tienes un don con las palabras, Nav— el Señor Ego niega con la cabeza mientras su risa comienza a calmarse.

—Gracias, por algo soy compositora— inhalo y exhalo, sí, todo está volviendo a la normalidad.

—Lo entiendo— una sonrisa burlona está plasmada en todo su rostro y por un momento quiero darle un golpe para quitarla, aunque no es el camino que debo seguir si estamos en un tipo de cita, sin embargo esta "cita" es contra mi voluntad.

—Entonces, te vas a poner la venda, por lo que veo— señalo el pedazo de tela en su mano.

No quiero nublar uno de mis sentidos, ello sólo logra que sea más vulnerable ante los encantos de un cantante famoso que ha logrado ser la fantasía y sueño de muchas mujeres, y no lo dudo con esa energía de casanova que lo rodea.

—¿En serio no quieres que te ponga la venda?— alza la tela negra para que yo la vea.

—No, no quiero— me remuevo incómoda y finalmente despego mi espalda de la pared.

Él se queda mirándome por un momento, ladea su cabeza, mira la tela en su mano y sus ojos regresan a mi una vez más. Un suspiro y un asentimiento de cabeza es lo que hace antes de comenzar a ponerse la venda.

No puedo evitar abrir los ojos grandes mientras lo veo luchar por ponerse la venda bien. Creí que Christopher iba a insistir más, sin embargo acepta que yo no quiero y lo intenta él.

Con una sensación de alivio y una sonrisa en mi rostro, camino hasta ubicarme detrás de McGee. Tomo la tela y alejo sus manos para poder hacer un nudo en la parte de atrás de su cabeza.

—Gracias— dice mientras deja caer sus brazos a lado y lado de su cuerpo —Por un momento creí que me ibas a dejar con toda esta tarea a mi solo y me puse triste— yo bufo mientras él hace su reclamo.

—Con gusto, Christopher— omito su última oración y solo respondo a la primera palabra.

—Oh, mi nombre suena tan lindo saliendo de tus labios, deberías llamarlo más a menudo, no solo es un nombre atractivo, también te da clase pronunciarlo— hace un extraño gesto con la mano e intenta voltearse para mirarme, pero lo evito apretando el nudo.

—Ajá, sí, lo que digas— pongo los ojos en blanco, aunque él no me vea.

—Eso, sígueme la corriente, se siente bien— él sigue hablando mientras yo me alejo de él.

Los Labios de ChristopherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora