Capítulo 5: tercera sesión de escritura

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—¿Por qué corres mientras cantas?— le pregunto a Christopher una vez que se sienta a mi lado.

Él alza un dedo pidiéndome un momento, toma una botella de agua y comienza a beber, lo hace despacio, pero sin cesar.

No puedo evitar observar su cuello y el sutil movimiento que este produce mientras el agua baja por él, es increíblemente hipnótico, casi como si tuviera algo que evita que apartes tus ojos de él.

—¿Esto se puede considerar acoso?— levanto mis ojos y miro su rostro.

—No, a menos que te haga sentir incómodo ¿lo hace?

—No, me siento halagado, pero mantengamos las cosas profesionales, no quiero que escribas canciones de corazones rotos, las de un amor intenso y dulce te quedan mejor— me guiña un ojo y yo río.

—Es sorprendente cómo crees que eres material de inspiración, lo tendré en cuenta, podemos escribir una canción del ego que desbordas— apoyo mi codo derecho en la grada detrás de mí y pongo mi cabeza en mi mano derecha, de esa forma estoy mirando a Christopher en una cómoda posición.

—Eso serían tres canciones, creo que estás empeñada en pasar tiempo conmigo, no sé cómo sentirme sobre ello— toma la toalla blanca que está a su lado, se la pasa por el torso y el pelo.

Mis labios se entreabren, tengo calor, una sensación extraña en el abdomen y bajando mientras observo al atractivo hombre frente a mí,

—La verdad es que me gusta las melodías que haces, me gusta mucho la que estamos haciendo para la canción, y estuve escuchando tu primer disco, realmente es bueno y me vinieron ideas a la mente, entonces estoy trabajando en ellas— comento sin apartar mis ojos de él.

Debo admitir que el hombre tiene talento, me sentí identificada con la letra hasta cierto punto, y más cuando de repente se está en esos días oscuros que simplemente quieres desaparecer o por alguna extraña razón, sentirte peor de lo que ya te sientes.

—¿Debo hacer el mismo cumplido de regreso?— levanta una de sus cejas y me mira con duda.

—No si no lo sientes, tranquilo, yo sobreviviré, tengo suficiente autoestima como para no tener que depender de la opinión viciada de otro ser humano— ahora es mi turno de guiñar un ojo en su dirección.

>>Soy mejor que eso— le ofrezco mi mejor sonrisa mientras me mira con ambas cejas levantadas, como si simplemente no pudiera creer lo que acabo de decirle.

Quiero sonreír más, proyectar la sensación de satisfacción, pero me contengo, tengo que ser el adulto aquí, demostrarle que no importa que piedra me lance, no lo voy a tomarlo personal porque he visto facetas de él que no suele proyectar al resto del mundo, así que por el momento sería un tipo de caso de caridad que ejecuto para mantener mi salud y mi curiosidad.

También tomo en consideración que estamos rodeados de otras personas, y él siempre es diferente alrededor de otros, cuando no son solo su música y él.

Lo veo asentir, ponerse de pie y colgar su toalla sobre sus hombros, no puedo evitar fruncir la nariz, detesto el olor a sudor, por eso se me dificulta tanto hacer ejercicio, pero igual lo hago, sin embargo, cuando el hedor viene de otra persona me resulta algo repulsivo.

—Me doy una ducha y vuelvo— me informa.

—Finalmente— exhalo, él me mira mal —No es por nada, pero tu olor me estaba matando— me tapo la nariz para hacer más énfasis en lo que me causa la situación.

—Yo no te digo eso cuando te echas esos perfumes que huelen a anciana— abro mi boca sorprendida.

—Mis perfumes no huelen a anciana— mi ceño se arruga, todas las fragancias que aplicaba en mi piel son inspiradas en flores, no entiendo de qué está hablando.

Los Labios de ChristopherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora