Capítulo 47: incómodo

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—Oh— digo, sacudo la cabeza —Un gusto conocerlos, soy Navier Rask— les ofrezco la mano para saludarlos. Primero la toma la señora Shepard y luego el señor McGee.

Miento si digo que no estoy asustada, estoy llena de nervios, estoy conociendo a mis suegros falsos, y encima tengo que fingir que amo a Christopher McGee, que tolero a Charles y que respeto a Chesed.

¡Soy compositora, no actriz!

—Lo mismo digo, Navier— la señora Caroline luce realmente emocionada —Es bueno ver que estos tres socializan con alguien más que ellos, demasiada testosterona en mi casa, creeme que necesitaba más apoyo en la casa— me dice ella.

Yo le sonrío, porque ¿qué más puedo hacer? ¿Cómo puedo decirle que está equivocada? Que su hijo y yo no somos nada más que rivales que se besan de vez en cuando, porque aunque es la realidad, no es precisamente algo de lo que esté muy orgullosa.

—Sí, a veces tenemos que apoyarnos entre nosotras, y más con estas cabezas duras que son sus hijos— niego con la cabeza.

La señora Shepard comienza a reírse de manera muy ruidosa, y más considerando que estamos en un hospital, parece no importarle mucho o no acordarse de dónde está por un momento.

—Cariño, por favor— el señor McGee toma a su esposa de la mano y llama su atención —El hospital— le dice.

—Cierto, cierto— dice ella mientras se calma —Lo lamento— dice ella recuperando el aliento —Es que realmente ha descrito a mis hijos a la perfección— la sonrisa en su rostro dice lo mucho que le gusto oír lo que dije.

—Solo cinco minutos con ellos y ya lo sabía todo— le dije.

—Hasta yo estoy de acuerdo ahí— dice el señor Albert.

—¡Papá!— se queja Charles desde la cama.

—Esa respuesta solo confirma lo que está hermosa jovencita ha dicho— su padre se encoge de hombres.

Esta conversación algo banal me hace sonreír y calma mis nervios, ya no estoy pensando tanto en que estoy fingiendo ser la novia del hombre que me gusta.

—Y Navier, linda— la señora Caroline vuelve a llamar mi atención —Cuéntanos, ¿cómo se conocieron?— la sonrisa en su rostro sigue intacta, y temo que mi respuesta pueda borrarla —Chris no ha querido decirnos nada— se queja.

Bueno, básicamente eso es porque no hay nada que contar.

—En el trabajo— es mi respuesta, porque en realidad es la verdad, creo.

—Técnicamente sí— dice Christopher, como si mi respuesta estuviera equivocada —Pero fue antes, mientras lucías un vestido dorado que te quedaba perfecto, donde tu piel brillaba con pequeños destellos, tu cabello rubio lucía perfecto y brillaba como el sol, realmente estabas hermosa— hace la descripción como si pudiera recordar perfectamente como yo lucía.

Y yo tengo que ver las fotos para hacerlo.

—¿En serio?— digo.

—En serio, sé que estabas muy enojada conmigo, de igual forma yo creía que no había visto mujer más hermosa que tú, incluso mi corazón parecía atado a ti y tenía esta extraña sensación de que debía seguirte, pero no lo hice— es mi primera vez escuchando esa versión de la historia.

—Yo solo te recuerdo siendo un cretino— me encojo de hombros.

La verdad nos hará libres y contar la verdad nos va a traer menos problemas que fingir que las cosas no fueron así.

—Lo fui— admite —Incluso odiaba la idea de trabajar contigo cuando Donatello me lo propuesto— sacude su cabeza —Creo que era el miedo de enamorarme de ti, y si vemos el resultado, creo que mi miedo tenía un buen fundamento, ¿no cree usted, señorita Rask?— termina en un tono dulce, como si no acabara de admitir que no quería tenerme cerca.

Los Labios de ChristopherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora