Capítulo 61: familia

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—Mi mamá le va a dar algo— la risa de Christopher hace que yo me ría también, aunque realmente no hay algo que de verdad me cause gracia.

—¿Por qué?— pregunto, aunque no sé si debo estar preocupada o no.

—Porque le gustan las familias grandes y con ustedes parece que solo crece y crece— rodea mi cintura y con su mano libre sostiene mi mano, para que mantenga el equilibrio en tacones mientras llegamos a la puerta principal.

—Por un momento me había asustado, aquí estamos intentando respirar normal, amigo— me dice con sus ojos muy abiertos, le doy un golpe suave con el codo.

Christopher ríe y finge estar muy herido, lo cual solo hace que yo ponga los ojos en blanco. Una risa se forma en mis labios al final, esta parte juguetona me agrada, de alguna forma me hace sentir seguro y ni siquiera sabía que eso era posible.

—No sé quién es ese amigo tuyo del que hablas— digo, él se encoge de hombros y luego me da un beso en la mejilla.

Las comisuras de mis labios se alzan aún más de lo que están hace unos segundos, como si tuvieran voluntad propia, siento algo en mi pecho, como una leve pesadez, es abrumador, es como cuando era adolescente y me gustaba un chico, como si la debilidad de mis piernas no me permitiera caminar bien y como si de repente no tuviera hambre. No debería ser legal esto, sentirme fuera de mí me pone nerviosa.

—¿En qué piensas, amor?— Christopher susurra en mi oído cuando estamos justo en frente de la puerta de la casa.

—En que tengo que comprar una crema hidratante para mi cara— es cierto, pero no estoy pensando en ello, estoy pensando en cómo controlar el latido de mi corazón y como controlar mis expresiones, quiero que la reunión de hoy sea un éxito, quiero que todo salga perfecto, quiero que sus padres y los míos se lleven bien, quiero que mi hermano no desprecie a nadie, quiero que los hermanos de mi prometido puedan vernos como familia.

—¿Qué crema usas?— mi prometido me pregunta.

—No es exactamente una crema, es un serum de el ácido hialurónico, ya sabes, lo único que tengo sensible es la piel, porque mi corazón es negro— le guiño un ojo.

—Yo puedo mencionar un par de zonas sensibles ¿es debido a tu tipo de piel o a mí?— me guiña un ojo —Solo pregunto por el bien de la ciencia— sonríe.

—No eres científico, lo tengo claro y...— soy interrumpida.

—¿Pasa algo?— Caroline Shepard se acerca a nosotros y nos mira con aprensión.

—No, nada— le responde su hijo —Solo estábamos teniendo un momento de pareja, mamá— no me suelta, y hace que siga caminando y entrando a la casa, dónde están todos conversando y presentándose entre ellos.

—Me alegro, pensé que había alguna sorpresa más— la señora Shepard me mira —No permitas que él planee las cosas, nunca termina bien para nosotros— sacude su cabeza.

Asiento mientra me río y miro mis zapatos negro de tacón, son unas sandalias de tacon hermosa que me recuerdan que debo sentirme en control de la situación, porque lo tengo, solo debo creerlo.

Deja que los tacones guíen tu camino al éxito, Navier.

—Me aseguraré de ello, no se preocupe— le respondo.

—Confío en ti, Navier— da media vuelta y camina hacia su esposo.

—¿Te vas a asegurar de ello?— pregunta Christopher en mi oído.

—Por supuesto que no, la vida es más interesante cuando alguien la hace especial— me volteo para estar frente a él.

Alejo la mano que sostiene en la suya y pongo ambas manos en su pecho. Con tacones lo veo de frente, mis ojos están alineados a los suyos, mi nariz toca la suya sin problema y mi boca tiene fácil acceso a la suya y solo necesite 8 centímetros de más.

Los Labios de ChristopherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora