—¿Todo bien?— la voz de mi mamá me trae de regreso a la realidad.
Por un momento mi mente estaba perdida en los recuerdos de cuando abrí el regalo de Christopher McGee y los primeros pensamientos que tuve al respecto, no es que yo haya entendido que quiso decir con ello, pero de alguna forma movió algo dentro de mí.
—Sí, sí, solo es el trabajo y tantos artistas a mi alrededor quienes tienen como misión perturbar mi existencia, es solo eso— le digo a mamá.
—Eso me suena que estás disfrutando trabajar con ellos ¿hay alguno lindo y soltero?— el tono de voz juguetón de mi mamá provoca una mueca en mí.
—Sí, varios, pero son clientes de mamá y la mayoría son menores que yo— suelo ser muy profesional en lo laboral, soy amable, pero siempre mantengo mis distancias.
—¿Y eso que tiene? Uno, no vas a trabajar con ellos eternamente y dos, el colágeno nunca es malo mientras sea legal y de tu gusto— son las palabras de mi madre.
—Por Dios ¿para que lo intento?— me quejo.
La risa de mi mamá resuena al otro lado de la bocina, como si hubiera esperado por mucho tiempo para finalmente decirme ello, y probablemente sea así.
Las conversaciones con mi mamá siempre terminan en alguna de las dos burlándose de la otra, y siempre son por algo que se dejó de hacer. No puedo quejarme, siempre espero esos momentos en los que puedo ser consolada y aconsejada por la mujer que me dio la vida, quien ha cuidado de mí por años y quien tuvo que superarse así misma para poder ser lo que es ahora.
El tema de mi padre es un tema sensible para todos, a veces siento que no he cerrado del todo ello, a veces siento que quiero volver a saber de él, pero tengo miedo de que eso sea más perjudicial que beneficioso para mí.
—Eso me sigo preguntando yo— Naia calma su risa —¿Cuándo vas a venir a visitarnos? Hans ha estado preguntado por ti y Seth.
Mi mamá y su pareja, Hans, cuyo apellido siempre olvido por lo largo que es, siempre están dispuestos a darnos la bienvenida, y más con el cumpleaños de ella acercándose cada vez más y más rápido.
¡No he pensado en el regalo!
—¿Vas a hacer una fiesta de cumpleaños?— le pregunto.
—¡No! ¿Por qué me preguntas eso?— suena un poco molesta, sé que no le gusta sentir que nos está obligando a hacer algo solo porque es ella, lo que no entiende es que ella tiene ese beneficio por ser nuestra madre.
—Porque tal vez quería comprar un vestido bonito y que me mostraras a todas tus amigas, presumiendo la bella hija que tienes— digo casualmente.
Sé que mi comentario le agrada, no hay nada de lo que se sienta más orgullosa en esta vida que de sus dos hijos. Me alegra que algo tan simple como nuestro bienestar la haga feliz.
—Eso suena como una buena idea ¿debería hacer una fiesta? ¿Crees que Nathan también venga?— me pregunta de repente.
—No sé, podríamos preguntarle— le digo.
—Sí y que me presente a su novia, ya va a cumplir un año con ella y aun no la conozco ¿qué significa eso?— consigo información sobre mi hermano que no tenía en el radar.
Nathan Rask es un tipo rubio y alto, con unos ojos cafés oscuro y una sonrisa amable. Luce como el novio perfecto, pero tiene un temperamento horrible o solo lo tiene porque yo logro molestarlo sin importar las consecuencias.
Que mi hermano tenga novia es algo sorprendente, él había jurado que hasta que no encontrara la mujer con la que se iba a casar, no iba a presentársela a mamá, pero que la relación haya llegado a oídos de ella significa que van en serio.
ESTÁS LEYENDO
Los Labios de Christopher
ChickLitChistopher McGee es el mayor de cinco hermanos, dos de ellos son su viva imagen, son la fotocopia uno del otro, pero solo físicamente, si miras en su interior, es "único e irrepetible," lastimosamente eso lo refleja en su manera de actuar, no sabe s...
