Capítulo 17: calor

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—¿Por qué estás sonrojada?— la voz de Seth me trae al presente.

—Seguro es el clima— me encojo de hombros y tomo mi celular que yace sobre la mesa de café de la sala.

—Navier, está lloviendo, hace más de media hora está lloviendo, hay rayos y truenos— como si el universo quisiera enfatizar su declaración, un trueno retumba por todo el apartamento, incluso las ventanas vibran —La temperatura definitivamente bajo un par de grados— él ladea la cabeza —¿Estás pensando en cosas sucias?— sube y baja las cejas, como si ello le causara gracia.

Me remuevo incómoda en mi puesto, de repente estar encerrada en mi habitación no suena para nada mal.

—Por supuesto que no— tomo una almohada que está a mi lado y lo golpeo.

Mi mejor amigo comienza a reír como si le hubiera contado el mejor chiste del mundo.

—Definitivamente estabas pensando en cosas sucias, Nav, tu cara está incluso más roja que antes— sigue riendo mientras yo me tapo la cara.

>>¿Con quien te imaginas cosas sucias?— luce seriamente interesado.

—Con Christopher— resoplo y no lo oculto más.

El silencio se apropia del interior de la habitación, permitiendo que escuche las gotas de lluvia golpear contra la ventana, en definitiva, un buen clima para dormir, claro, si tuviera sueño.

Le sonrío a Seth, quien no deja de mirarme con los ojos y la boca abierta.

—¿McGee?— pregunta después de un momento de contemplación.

—Sí— también asiento con la cabeza, por si cree que ha escuchado mal.

—¿El cantante?— sigue preguntando.

—Sí— asiento de nuevo.

—¿Con el que estás escribiendo una canción?— Seth parece más incrédulo que yo.

—¿Acaso conozco a otro Christopher?— bufo.

—No sé, tu dime— parece pensarlo por un momento —Juraste odiarlo.

Pienso en cómo responder por un momento, no sé qué hará que me clave menos el puñal.

—No jure odiarlo— lo corrijo —Sin embargo, sí sentí cierta aversión a su comportamiento y discurso de odio sobre mis canciones— me encojo de hombros, no estoy mintiendo.

Seth me mira con la cabeza ladeada y los ojos entrecerrados.

—Definitivamente el poder de la belleza es abrumador— sacude su cabeza —Has caído.

—No exactamente, por algo tengo pensamientos y no recuerdos de situaciones comprometedoras con el sujeto en cuestión— aclaro.

Mi mejor amigo parpadea un par de veces seguidas, como si no creyera lo que escucha, y lo comprendo, yo no creo en lo que digo.

—Sí, el poder de la belleza— sacude su cabeza y se pone de pie.

>>¿Quieres un té de piña?— se dirige a la cocina.

Yo agradezco el cambio de tema.

—Por favor y gracias— dejo caer mi cabeza en el respaldo del sofá y mi mente regresa a la noche de ayer.

...

La noche anterior...

—Abre la boca— la voz de Christopher es suave, a pesar de estar dando una orden.

—¿Qué?— mi tenedor de pasta al pesto se detiene en el aire y regresa al plato mientras yo volteo a ver a McGee.

—Abre la boca— repite.

Los Labios de ChristopherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora