Capítulo 1: él

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Una palabra, eso es todo lo que me toma desarrollar una historia en mi mente que luego se convertirá en una canción, usualmente del tema más gastado del mundo: el amor.

Debo admitirlo, a veces me aburro del romance, pero a veces parece que simplemente la canción es una extensión de mí, es casi como un anhelo o una fantasía que quiere salir de mi cabeza y ser plasmada en letras.

—¿En qué piensas?— Paul ladea la cabeza y me mira con curiosidad.

—En la próxima canción, supongo— me encojo de hombros, realmente no estoy pensando en nada, tal vez en el sándwich que vi a una chica comiendo y el cual lucía muy sabroso con una lechuga realmente verde, un tomate de un rojo intenso y sin contar el queso derretido sobre la carne.

Tengo hambre.

>>¿Crees que puedo escribir sobre comida?— paso una mano por mi pelo para retirarlo de mi rostro mientras me planteo la posibilidad.

—Creo que básicamente todo lo que escribes es escuchado y amado, ¿Adivina por qué Connor es feliz?— entrecierro los ojos a recordar a mi reservado jefe, a veces me pregunto si el estrés de tener que lidiar con estrellas mimadas lo tiene así o si solo es parte de su personalidad.

—¿Por qué su esposa sin filtro lo hace reír? Debo admitir que me hace reír hasta a mí— niego con la cabeza, definitivamente la señora Jones es un caso especial del cual nadie se explica cómo termina con un tipo como Connor Foreman.

—En parte— ríe un poco, definitivamente él también adoraba a la mujer.

—Es raro llamarla señora Jones en vez de Foreman— digo mi opinión en voz alta.

—Nunca le digas señora, se convertirá en algo que hasta consideraras a Chucky tierno— asiento, probablemente tenga razón —Creo que es algo acerca de mostrar que aun es independiente, que ama a Connor, pero sigue siendo ella, o tal vez solo lo hace por molestarlo, con ella nunca se sabe— dice él, parece decirlo para él mismo en vez de para mí.

—Yo voto por lo segundo, no siempre se tiene la posibilidad de molestar a alguien como Connor Foreman y salir bien librado— digo sinceramente.

—Hablando de molestar— esa línea llama mi atención y presto atención a lo que dice Paul —Creo que la molesta serás tú y no sé qué tan bien librado saldré— me ofrece su sonrisa más brillante.

Eso, en definitiva, no suena alentador, no para mí al menos, solo puede significar que iban a poner un buen porcentaje de presión sobre mis frágiles y para nada trabajados hombros, que probablemente desencadenará en un artista muerto, la pregunta real es: ¿Estoy dispuesta a ir a la cárcel?

—¿A quién voy a matar?— me recuesto en la silla, estoy en el estudio, rodeada de instrumentos, pero con una guitarra acústica a mi lado.

Antes de que Paul, mi jefe más amable, llegara a perturbar mi paz, estaba sacando un ritmo que aún no tiene letra pero suena interesante, al menos en mis oídos y en mi mente.

—A nadie, aun— me guiña un ojo —Es sobre un proyecto que le vendría muy bien a la agencia— asiento para que continúe —Sé que trabajas mejor sola— lo interrumpo.

—Lo hago, definitivamente a veces la compañía sólo me impide avanzar— me quejo, no era porque no me gustaran sus ideas, sino porque la mayoría de los hombres desecharon mis ideas sin oírlas por completo, eso del patriarcado iba a acabar conmigo o yo con él, si los hombres no entienden que las mujeres también podemos hacer música que no hable de amor rosa. Aunque a mi también me gusta el amor rosa.

—Y lo entiendo, pero, Connor y yo hemos pensado que te entenderás muy bien con este sujeto— alzo una ceja, solo menciona a Connor cuando quiere que yo no me niegue, mi respeto por él es mucho, de cómo logró construir tanto, aun sin hablar con nadie, literalmente.

Los Labios de ChristopherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora